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La pionera bodega submarina de Plentzia busca crecer con la meta de facturar 5 millones

Crusoe Treasure ha resistido al covid con catas virtuales y a través de nuevos mercados en Asia como Japón o Singapur

29 mayo, 2022 05:00

La bodega Crusoe Treasure, el pionero negocio de vino submarino ubicado en la Bahía de Plentzia, ha logrado salir viva de la pandemia y mira ya a nuevos horizontes con objetivos ambiciosos. El negocio encara con éxito la remontada una vez superado el parón de la hostelería y el cierre de mercados importantes como el chino, y en los planes a medio plazo figura poder ampliar las instalaciones de la mano de nuevos socios con el objetivo de alcanzar los 5 millones de facturación en cinco años.

Pese a su perfil rompedor y bucólico, el proyecto que descansa a unos 20 metros de profundidad en aguas de Plentzia necesita como todo negocio que los números cuadren. Y la pandemia ha hecho mucho daño al negocio del vino, también a Crusoe Treasure, que ha tenido que lidiar además con las dificultades propias de un proyecto prácticamente único a nivel internacional. La crisis del covid ha golpeado fuerte y la firma que dirige el vitoriano Borja Saracho ha tenido que reinventarse sobre todo a través de la venta directa en nuevos mercados y nuevos formatos como las catas virtuales.

El proyecto nació hace algo más de una década como un laboratorio. No había ambición empresarial y el único objetivo era hacer un estudio que pusiera negro sobre blanco cómo afectaba al vino estar sumergido varios meses bajo el mar. Ya en las primeras catas "los enólogos alucinaban", recuerda Saracho, que vio en ese análisis científico la oportunidad de montar un circuito de fabricación propia con viabilidad económica. Hubo que conseguir permisos y hacer muchas pruebas para lograr una estructura que impidiese la rotura de las botellas, pero finalmente Saracho lanzó su propia marca de la mano de Antonio Palacio. "Al principio nos costó mucho vender pero aprendimos mucho. Poco a poco fuimos ampliando la gama de vinos", explica Saracho.

En estos momentos Crusoe Treasure produce diez vinos, blancos y tintos principalmente, que nacen ya diseñados para estar bajo el mar. El tiempo que pasan bajo el agua varía mucho según el tipo de vino, con una horquilla desde los seis meses hasta tres años. Cada ciclo da lugar a unas 2.000 botellas de cada uno, con una producción global ahora de 25.000 botellas más o menos cada dos años, aunque la idea es acelerar para lograr ese nivel de 25.000 botellas cada año.

Bodega submarina de Plentzia Crusoe Treasure / CV

Bodega submarina de Plentzia Crusoe Treasure / CV

Éxito en Asia

Y eso que la pandemia afectó mucho al pequeño negocio vizcaino, con mercados asiáticos como China cerrados ya desde 2019. La bodega ha tenido que dar con nuevos clientes y apostar fuerte por Japón, Singapur o Taiwan, y en Europa ha reforzado el negocio con Francia, Inglaterra, Bélgica o Alemania. La llave del éxito, como repite Saracho, es ir más allá de lo anecdótico y ofrecer buen producto. Un vino que madura en el mar tiene un toque exótico que llama la atención de expertos, coleccionistas y un determinado perfil de restaurantes, pero para que el cliente se consolide el producto debe tener calidad.

El año pasado Saracho logró recuperar el listón de los números negros y, a partir de ahí, espera coger la ola buena para dar un salto cualitativo a nivel empresarial. "Tenemos en mente crecer", asegura Saracho, que no quiere avanzar detalles de por dónde irá esa ampliación para la que ya busca respaldo económico. La hoja de ruta a cinco años contempla objetivos ambiciosos con la cifra de 5 millones de facturación en el horizonte.