
Euskadi, ante una carretera llena de curvas empresariales en 2023: Ibermática, Mercedes, Gamesa...
El empresariado vasco tendrá que hacer frente al reto de la competitividad en un entorno todavía de alta inflación, tipos de interés 'in crescendo' y enfriamiento de las exportaciones
Arriola, frente a frente con el reto del arraigo
Tras cerrar un 2022 en el que se le han visto todas las costuras a la economía vasca, Euskadi mira hacia un 2023 que, de entrada, se presenta como un camino con todavía más obstáculos que el año pasado. A los retos frecuentes de los últimos años se le suma un año que se prevé de crecimiento bastante moderado, con una recesión industrial en el propio horizonte del Gobierno vasco y en un entorno donde la inflación subyacente no parece tener freno mientras los tipos de interés suben y suben. La clave del año volverá a ser la competitividad; si bien este año habrá más retos en el horizonte... y la inmensa mayoría relacionados precisamente con la competitividad de la comunidad autónoma.
La primera promesa del nuevo presidente de Kutxabank fue mantener el "arraigo" en el "ADN" del banco vasco. Ahora tendrá que demostrarlo, con el reto que eso supondrá para estar en el top de entidades más solventes a ojos del BCE. Arriola juega con el viento a favor de unos tipos de interés altos que vuelven a dar protagonismo al negocio financiero, lo que indudablemente aportará más flujo de caja -por ende, más dividendo para las fundaciones bancarias- y dará cierto músculo financiero incluso para afrontar una etapa que ya se ha postulado como un periodo de expansión.
Sin embargo, tendrá a su contra un mayor riesgo de mora -en cualquier caso no debería ser un gran problema en Euskadi- y, sobre todo, tendrá que analizar sí se ha desprendido ya de suficientes activos o necesita seguir acometiendo operaciones como la venta de Ibermática a Ayesa, la cesión de Euskaltel a MásMóvil o la inconclusa operación de la Torre Iberdrola. Esa será la prueba del algodón que demostrará cuánto puede soportar Kutxabank a la economía vasca o cuánto no.
En Ibermática llegó Ayesa, pero en los foros empresariales vascos es más que conocido que las ofertas de la empresa han recorrido buena parte de los despachos de Bilbao en busca de un comprador. En el caso de una importante empresa vasca del ámbito tecnológico fueron más de cinco los ofrecimientos. No se encontró una salida para ProA Capital y Kutxabank... y apareció el grupo sevillano en busca de esa oportunidad.
Y esa será una clave fundamental para saber si se puede frenar o contener la pérdida de arraigo y competitividad o si se trata de un bucle inevitable el hecho de que cuando una empresa vasca tiene tecnología e I+D su capital es incapaz de mantener el control y beneficiarse del cambio de escala en la cartera de pedidos, simple y llanamente porque pasan a manos de socios foráneos.
Por el momento, Arriola ya ha hecho un guiño a la cuestión energética con el nombramiento de su nuevo director de estrategia: José Antonio de Tomás. Un exdirectivo de Unión Fenosa, con recorrido amplio previamente en el Banco Santander y con conocimiento de la realidad de Euskadi de su etapa como asesor de Petronor

La automoción arranca el año tiritando y esperando al segundo semestre
Dicha y comentada la situación de Kutxabank, juega aparte otro de los motores de la economía vasca: la automoción. Un sector que preveía el 2022 como año de recuperación y que ha acabado el último año agarrada a salvavidas como el ERTE de Bridgestone o el cortísimo calendario laboral con el que parte Michelin el 2023.
Sin embargo, la gran protagonista es Mercedes, que arranca el año estrenando equipo directivo, comité de empresa y con plataforma eléctrica bajo el brazo. La factoría más grande de Euskadi se enfrenta por sí sola a infinidad de retos, pero hay tres que destacan sobre todos.
El primero y quizá más importante es que la matriz ha apostado por Vitoria para traer la plataforma VAN.EA, pero la factoría de Júndiz ya no tiene tecnología propia. El modelo alavés también se fabricará en en las ciudades alemanas de Düsseldorf y Ludwigsfelde, que la tendrán a finales de 2023 y en 2024... y en Jawor, en Polonia.
Esa definición del propio modelo tiene una derivada; y es que Mercedes apuesta por el eléctrico -ahí jugará un papel relevante Basquevolt- justo en un momento en el que han vuelto a surgir dudas en el sector de la automoción y hay voces que empiezan a hablar ya de que el vehículo no contaminante estará más propulsado con una pila de hidrógeno que con una batería eléctrica, algo que sería un batacazo para Mercedes.
Pero a Mercedes se le suman, además, otros dos problemas. El primero es ver cómo se van a entender empresa y comité. ELA, LAB y ESK tendrán ahora la llave de todas las negociaciones y pondrán un alto listón en sus exigencias. Será arte de empresa y parte social llegar a acuerdos, pero lo que está garantizado, una vez pasado el periodo de huelgas y firma del convenio, es que la cuerda se tensará hasta niveles nunca vistos con el riesgo evidente de que se rompa el diálogo social... precisamente cuando más hace falta que las empresas y sus plantillas vayan de la mano.
Porque ese es el tercer problema: la falta de tecnología propia se puede hacer incomestible si la actitud de la plantilla es de rigidez laboral. Porque ahora el papel de Vitoria es distinto: ahora la factoría alavesa está una batalla por ser competitiva y atraer pedidos como tiene la factoría de Michelin. Y ahí juegan tanto la presión sindical como los costes laborales. A Stuttgart le costará bien poco desviar producción a una planta si otra para y tomará nota.

Gamesa ya es Siemens. ¿Y ahora qué?
Otro de los sectores a los que le espera un 2023 agitado es el de las renovables. La pérdida de rentabilidad justo en un momento de cambio de escala es tendencia en todo el sector, pero tiene entre sus grandes exponentes a Siemens Gamesa. La eólica de Zamudio, referente mundial no hace tanto tiempo, se enfrenta ahora al final de un proceso de absorción total por parte de la matriz alemana después de pérdidas milmillonarias en los últimos tres años.
Los recortes del plan Mistral están en buena medida ejecutados: hay para aplicar el ajuste de casi el 10% de la plantilla y se busca activamente un comprador para las plantas de multiplicadoras y generadores, una operación que afecta a los centros productivos de Mungia y Asteasu. La OPA terminará de hacerse realidad a finales de este mes en una junta extraordinaria con los votos favorables de la matriz.
A partir de entonces será cuando Christian Bruch y Jochen Eickholt deberán definir qué quieren que sea Siemens Gamesa en un futuro y, sobre todo, cómo pretenden devolver a la rentabilidad tras años desagrándose por la eólica terrestre y con los recortes ya efectuados. Uno de los debates indudables será el propio futuro de la plataforma 5.X, de la que se podría incluso intentar dar el salto a un modelo nuevo.

La cadena alimentaria, en el ojo del huracán inflacionario
Eroski y BM serán, de largo, quienes más complicado lo tengan en este año. Sus márgenes operativos ya llevan un tiempo tocados -es llamativo que la cadena de Uvesco haya cerrado su primer año bajo manos de PAI sin ninguna adquisición inorgánica- y de ahí que la preocupación haya cundido en el seno de las grandes distribuidoras.
La rebaja del IVA no hace sino ahondar más en ese problema. Las cadenas están obligadas a rebajar los precios -el grueso lo están cumpliendo a rajatabla-, pero sus proveedores no por descuentos mínimos que, sin embargo, sí pueden hacer daño a los ingresos fiscales que sostienen los servicios públicos además de desdibujar las ofertas de promociones de las cadenas.
Las distribuidoras, por tanto, tendrán que hacer frente a un año donde los márgenes se verán todavía más recortados, sin visos por el momento de que la inflación subyacente retroceda, con subida en los tipos de interés -ergo, más costoso acometer inversiones- y fuera de juego en lo que se refiere al PERTE agroalimentario, que podía ser otra de las esperanzas para acometer proyectos ambiciosos e innovadores además de inversiones.

Reforma fiscal a la vista
Y precisamente son los tributos otra de las claves a seguir este año. Pendiente está la resolución del culebrón del 'impuesto a los ricos' que tanto incomoda al Gobierno vasco, pero en la agenda de Azpiazu está marcado en rojo la necesidad de abordar la reforma fiscal. No quiso el titular de Hacienda que los tributos fuesen parte de la negociación presupuestaria, pero ahora sí que es el año en el que se deberían dar unos primeros pasos.
En una entrevista concedida este mismo viernes, festividad de la Epifanía, a RNE el consejero aseguraba que este mismo debería empezar un proceso de reflexión y evaluación del modelo fiscal vigente con el objetivo de diseñar la nueva fiscalidad, labor que cogerá velocidad de crucero una vez pasen las elecciones forales.
Esos comicios podrían influir sobremanera en una hipotética revisión tributaria; basta con pensar cómo serían las reuniones de un Órgano de Coordinación Tributaria con Bildu controlando las arcas guipuzcoanas: las diferencias serían constantes.
La nueva reforma deberá abordar varios aspectos claves. Destaca de un modo especial la fiscalidad verde, pero también habrá que revisar qué herramientas introducir para recuperar el atractivo que han ido quitando comunidades como Madrid o Andalucía hasta la llegada del tributo temporal de las grandes fortunas. Ahí se abre un abanico que va desde una bajada de Patrimonio hasta el uso de la fiscalidad como incentivo para fomentar la salida de viviendas al mercado pasando por asuntos tan espinosos como la situación de las EPSV.
