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Jan Eeckhout: "El arraigo a Euskadi es compatible con las compras de grandes empresas extranjeras"

El economista, de origen belga y profesor de Investigación ICREA en el departamento de Economía y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra, defiende el uso de la tecnología como herramienta para la competitividad empresarial justa

19 febrero, 2023 05:00

El economista Jan Eeckhout, autor de numerosos artículos en medios como 'New York Times', 'Wall Street Journal', 'Economist' o 'Financial Times' y del libro 'La paradoja del beneficio' (Taurus), acaba de pasar por Bilbao para participar en el congreso internacional WORKinLan Summit. En esta entrevista con Crónica Vasca aborda cómo el modelo económico internacional ha cambiado en los últimos 40 años y ha girado hacia un nuevo sistema en el que un grupo de grandes y prósperas empresas obtienen enormes beneficios durante largos periodos de tiempo, algo que “es sumamente nocivo para la economía”. 

En su libro ‘La paradoja del beneficio’ habla de cómo en las últimas cuatro décadas se ha producido un cambio en el modelo de negocio empresarial que ha contribuido a incrementar la desigualdad, a frenar la movilidad social y a estancar los salarios de los trabajadores, mientras el coste de vida no deja de aumentar. ¿Qué es lo que provocó este cambio?

En 1980 la tecnología entró a jugar un papel protagonista en el mundo empresarial. Esta genera enormes economías de escala a consecuencia de las cuales hay espacios para pocas empresas dedicadas a cada sector. No tendría por qué ser negativo, el problema surge porque la tecnología y la digitalización necesitan una inversión muy grande al principio para poder entrar en el mercado, inversión que muy pocas empresas se podían y se pueden permitir.

¿Qué consecuencias tiene la digitalización empresarial?

Una vez que consigues entrar a este modelo de negocio en el que la tecnología juega un papel esencial, logras producir a costes muy bajos, incluso 0 en algunos casos. Pero como entrar en este modelo supone una inversión tan grande, solo las grandes empresas pueden hacerlo y ser las primeras en ello, y aquí el que es el primero se lleva todo el pescado. Aunque el uso de la tecnología debería tener efectos positivos, hemos visto que acaba siendo contraproducente en muchos casos. Ya que cuando solo hay una empresa que tiene el poder, o unas pocas, no venden su producto a un precio competitivo, lo venden al precio que quieren…. Por lo que esta economía de gran escala no tiene efectos directos en el consumidor; todos los beneficios se los quedan ellos.  

Hablamos de grandes e internacionales empresas, pero este "monopolio", ¿de qué manera afecta a Euskadi?

Hay dos maneras en las esto afecta en particular. La primera es que aunque las empresas no sean vascas o tengan presencia en el territorio, el consumidor sí que lo es. Son productos globales que están producidos en un mercado monopolista por lo que afecta a todo el mundo. La segunda es que este sistema empresarial afecta directamente a las empresas locales, sobre todo a las más pequeñas. Compañías que igual no pueden permitirse hacer una inversión en inteligencia artificial o análisis de datos y, por tanto, juegan en desventaja con los gigantes internacionales.

¿Cómo es esto posible? Más y mejores tecnologías deberían suponer más facilidades para la competencia de estas grandes empresas...

Porque hay cosas que no se están haciendo bien. Por ejemplo, la tecnología te da mucha más facilidad para llegar al consumidor, pero a su vez genera un ‘efecto red’. Esto significa que cuanto más grande sea la compañía en la que consumes -ya sea productos o tecnología en sí, como Instagram, Facebook- mejor se siente el consumidor. Nadie quiere formar parte de una red que no es conocida. Ahí radica el problema… La digitalización hace las cosas más fáciles solo a gran escala y las empresas que forman parte de ella se benefician fijando precios abusivos porque no hay competencia a la que poder recurrir. 

Jan Eeckhout

Jan Eeckhout

¿Cuánto tiempo costaría revertir un modelo que ya está normalizado en la actualidad? 

Más que intentar revertir una situación que radica en el pasado, tenemos que mirar hacia delante y buscar soluciones a la situación actual. La cuestión es…¿Podemos estar peor que ahora? Y la respuesta es sí porque el monopolismo puede crecer y puede hacer que de las pocas empresas que hay ahora finalmente solo quede una en cada sector y que esta misma controle todo. En este sentido vemos que en el futuro hay mucho más que perder. Por eso creo que es importante empezar a pensar en hacer algo para que esto pare.

En caso de no encontrar una solución a corto plazo… ¿Qué pasaría?

Que tendría graves consecuencias sobre todo en pequeñas empresas, locales y startups, el salario se estancaría, el crecimiento de productividad también, estas startups irían desapareciendo y, como consecuencia global, tendríamos un aumento de desigualdad tanto en salarios como en patrimonio porque estas ganancias se están concentrando cada vez más en manos de unos pocos.

Usted habla de que solo medidas muy drásticas van a poder revertir esta tendencia. “La única manera de restaurar el orden económico es apostar por reformas que favorezcan el mercado y acaben con el poder de las megaempresas”, dice. Esto es un trabajo de instituciones y también de las propias empresas, pero si estas grandes empresas no están dispuestas a hacerlo, ¿se podría hacer un cambio de manera eficiente?

Está claro que estas empresas monopolísticas no quieren hacer un cambio en el modelo de negocio, también que van a hacer todo lo que esté en su mano para defender el actual. Incluso si las instituciones están presionando, las empresas luchan contra esto, además, tienen un ejército de abogados y expertos que hacen todo lo posible para que esto no pase, porque se lo pueden permitir. Por eso es importante las autoridades de competencia y las instituciones que controlan que esto no pase.

Junto a Bob Hall, profesor de la universidad de Stanford, calculó utilizando los datos contables de las empresas que cotizan en bolsa los parámetros del poder de mercado de una empresa. Todas coincidían en dos fenómenos que se observaban continuamente: el aumento de márgenes en comparación con lo trasladado a sus trabajadores y el refuerzo de poder a base de fusiones y adquisiciones. Aquí en Euskadi, ha habido ejemplos de fusiones que no han conseguido rentabilizar sus negocios como es el caso de Siemens Gamesa, que ha dejado de cotizar en bolsa después de 22 años. Esta sería la excepción que rompe la regla…¿Por qué ha podido ser así?

Las empresas que se fusionan lo que piensan es: “Tengo un competidor  directo muy potente, si lo compro o lo absorbo ya no competirá conmigo”. Esto, desde el punto de vista empresarial es una estrategia muy inteligente, pero desde el punto de vista del consumidor es negativo porque estas fusiones provocan que no tenga diferentes opciones a la hora de comprar o consumir. Ellos se fusionan porque saben que esto mejora su posición monopolística, mejora su posición para competir. En este caso, la empresa vasca ha desaparecido, la han absorbido dentro de una más grande y esto se ha producido lentamente dentro de un marco de fusión y quitándole capital humano y económico para que ésta no crezca aunque esté fusionada, para que poco a poco vaya perdiendo todo el poder hasta el punto de ser absorbida y deje completamente de ser una competencia.

Sede de Siemens Gamesa en Zamudio./EFE

Sede de Siemens Gamesa en Zamudio./EFE

Existen además casos de compras por fondos de inversión… Aquí, por ejemplo, el de ITP Aero, que desde septiembre del año pasado es propiedad del fondo norteamericano Bein, el de Solarpack adquirida por parte del fondo de inversión sueco EQT o Ibermática comprada por Ayesa. ¿Qué consecuencias tienen estos movimientos para el conjunto de la economía?

El objetivo de este movimiento es el mismo que el de fusiones y absorciones: reducir la competencia. Estos compran múltiples empresas que están en el mismo sector. Es decir, si yo soy una empresa norteamericana y veo que en el País Vasco hay una empresa que compite con una francesa, compro los dos y de golpe desaparece la competencia. Yo soy el dueño de las dos, las junto y consigo, desde Estados Unidos, por ejemplo, el monopolio de un sector. 

¿Estos movimientos repercuten en los trabajadores?

Puede tener esa consecuencia, sí. Puede hacer que se pierda todo el espíritu de la empresa  que es comprada o absorbida. Aunque creo que estos fondos lo que buscan son sus beneficios, su objetivo no es fastidiar al trabajador en sentido de condiciones laborales, etc. Suelen buscar su bienestar para que esto repercuta en la producción y, por tanto, los beneficios sean mayores. 

En el modelo cooperativo el dueño es el que trabaja y esto no pasa en Mercedes ni en Petronor. En estos casos las empresas se rigen por la máxima: “Yo más y tú menos”

En Euskadi hay un término que se utiliza mucho para hablar de las empresas vascas: el arraigo. Que las empresas potentes del territorio se mantengan aquí y no sean compradas por compañías extranjeras. ¿Cómo se puede mantener el arraigo en el modelo actual?

No creo que el modelo del arraigo peligre en Euskadi. Aquí este genera una cultura de compromiso con la causa, el trabajo es algo más de lo que te pagan. Es un aspecto cultural, social, porque te consideras parte de algo más amplio que no es solo un pago a final de mes. Euskadi está demostrando que esto funciona. Obviamente estas empresas extranjeras puede tener interés en empresas vascas pero no tiene por qué ser incompatible si estas adquisiciones o fusiones repercuten en el sentido de que los trabajadores trabajan más y funcionan mejor. Estas megaempresas que compran no son tontas, aunque es cierto que la cultura del arraigo no se entiende si no has crecido dentro de ella. Aquí juega un papel importante la manera de gestionarlas para que sus trabajadores no pierdan el espíritu. 

Siguiendo con ejemplos vascos. Tenemos grandes empresas internacionales que están o han estado inmersas en negociaciones con sus trabajadores por una mejora de las condiciones laborales, como por ejemplo Mercedes Vitoria o Petronor, pese a tener altos beneficios. ¿Por qué estas grandes empresas no son capaces ni siquiera de ajustar el IPC a su plantilla?

Prefieren quedarse ellas con los beneficios. Esta es una de las grandes diferencias con el modelo cooperativo, muy extendido también en Euskadi. En el modelo cooperativo el dueño es el que trabaja y esto no pasa en Mercedes ni en Petronor. En estos casos las empresas se rigen por la máxima: “Yo más y tú menos”. 

Desde el punto de vista de los sindicatos unos empleados con mejores condiciones garantizan que la empresa va a conseguir mejor producción…¿Usted lo ve así?

Hay una relación directa, sí, y esto también lo demuestran las cooperativas. La gente trabaja mejor cuando está involucrada y cuando tiene la posibilidad de participar en el reparto de los beneficios.

Claro, pero a su vez los directivos de grandes empresas se preguntarán por qué tienen que repartir los beneficios si es su empresa la que los genera gracias a una inversión inicial…

Estas empresas consiguen beneficios generados por una situación privilegiada, una situación monopolista. Esta reflexión tiene sentido cuando has generado beneficios en un mercado competitivo porque los has ganado justamente y tienes derecho a ellos, pero si los generas en un mercado monopolista no es tan merecido. 

Recapitulando. El modelo actual es un modelo monopolista en el que unas pocas empresas, gracias a la tecnología y la digitalización, tienen el control completo del mercado y ajustan sus precios para su propio beneficio. Entonces...¿Es la tecnología un amigo o un enemigo para las compañías?

Un amigo total. La tecnología no es mala pero genera un problema con el funcionamiento del mercado. Por ello hay que gestionar la competencia y controlarla a través de las instituciones y de reguladores y autoridades de competencias. Es una cosa que tiene que ir cambiando con el tiempo. Tenemos que buscar un modelo empresarial que genere competencia de manera justa para que consumidores, trabajadores y grandes y pequeñas empresas se vean beneficiados.

paradojaaaa

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