Hace apenas diez días se instalaba en plena Torre Iberdrola, las oficinas más caras de Euskadi, la firma francesa Leyton, que tiene intención de contratar a varias decenas de profesionales. Hasta ahí todo fantástico. Pero hete aquí que su actividad aporta poco valor real: ni innova, ni investiga, ni forma científicos que puedan desarrollar tecnología.

Su objetivo es ayudar a las empresas vascas a captar más fondos de I+D, vengan de Bruselas, de Madrid, de Vitoria o de Bilbao. Los profesionales de Leyton conocen todos los intríngulis de los diversos programas oficiales, que se cuentan por centenares, y son capaces de redactar fantásticas propuestas para que sus clientes resulten agraciados.

Y una de las estrellas, probablemente la que explica que hayan desplegado tantos medios en Bilbao, es el 64bis. Se trata de un artículo de las normas forales de Bizkaia, Gipuzkoa y Alava que ofrece deducciones fiscales a las grandes empresas a cambio de que financien el desarrollo tecnológico de sus proveedores.

La idea es muy buena: reduzcamos la carga fiscal de grandes firmas como Iberdrola o Petronor a cambio de que contraten el desarrollo de nuevos productos a otras más pequeñas que tengan su sede en Bizkaia. Así les sale más barato encargar cosas novedosas en casa en lugar de mirar a otros lugares del mundo.

Es un incentivo tan específico que no existe en ningún otro lugar próximo y el director de Emprendimiento de Bizkaia, Joseba Mariezkurrena, suele utilizarlo como argumento para alentar a las startups a venirse a Bilbao. Sirva de ejemplo que Iberdrola haya alquilado un espacio en Torre Bizkaia junto a una empresa de nueva creación proveniente de Madrid, Barbara IoT, que le está ayudando a digitalizar sus infraestructuras sin perder seguridad.

Se conocieron en la aceleradora Bind 4.0 y el amor ha llegado a tal extremo que la eléctrica ha invertido en la startup más de un millón de euros. En correspondencia, Barbara IoT, se ha traído a Bilbao su sede social, que coincide con la de un despacho de abogados. Todo fantástico, una vez más, aunque hay unos cuantos matices.

De los más de 30 empleados de Barbara IoT que tienen perfil en Linkedin solo tres están en Bizkaia. Es cierto que la startup va a depositar sus IVAs en la hacienda foral pero apenas está creando empleo allí donde está su sede social. ¿Aspira Bizkaia a ser una especie de Delaware o prefiere el modelo californiano?

Y la historia se repite muchas veces, quizás demasiadas. Algunas de las que han llegado, como Aura Commited Medtech, Insulclock o Placebo Media, no consta que tengan personal en Bilbao. Otras, como Aplanet, solo se han traído a departamentos tan "innovadores" como el legal o el administrativo. Para lo importante siguen en Madrid. Más triste es el caso de Tucuvi, que regresó a la capital de España meses después de recibir una subvención foral.

También hay casos positivos, como el de Innitius, startup promovida en Bizkaia por un joven jiennense que se ha venido con su proyecto a vivir a Barakaldo. Aunque él estaba desarrollando en Granada un dispositivo médico capaz de calcular cuándo se va a producir un parto prematuro, una investigadora de BioCruces se cruzó en su camino y le presentó a las instituciones vascas. Que el emprendedor se establezca en Euskadi parece fundamental para que el proyecto lo haga de verdad.

Mariezkurrena asegura que en 2021 vinieron a Bizkaia 21 startups procedentes de otros lugares, generalmente Madrid y Barcelona. La cifra fue ligeramente inferior en 2019, cuando empezó el periodo de "caza" de nuevas compañías. Hasta entonces solo venían ocasionalmente y por iniciativa personal de algún enterado con buenos contactos que colocaba sedes en Bilbao solo para recibir subvenciones.

Supuestamente les atraen las empresas tractoras como Iberdrola o CIE Automotive, pero me consta que las ayudas públicas suelen ser el argumento más utilizado por los "cazadores de startups". Y es que se ha generado toda una industria que gestiona ayudas e incentivos e incluso que va a ofrecérselos a las empresas de otros lugares.

Tienen oficinas más lujosas que las startups a las que pretenden ayudar e incluso ha habido algún "exit" (venta con importantes plusvalías) en el sector. Eso sin olvidar el engendro burocrático que estamos fomentando con esa táctica tan europea que consiste en cobrar muchos impuestos para después repartir lo que queda de la tarta, una vez deducidos los pedazos que se quedan todos los funcionarios que son necesarios para que esta maquinaria siga operativa.

Un último claroscuro. Ormazabal, que pertenece a un grupo que factura 700 millones de euros al año, ha confirmado públicamente estar participando en un proyecto de investigación de 4,16 millones de euros incentivado con el 64bis. Pero no como empresa tractora, sino como proveedor de Iberdrola. ¿Es éste el tipo mecenazgo que se pretendía incentivar?