El PNV siempre ha sido un partido serio o que, al menos, presumía de seriedad. Esta misma semana sus líderes, encabezados por su presidente, Andoni Ortuzar, presentaban una suerte de 'lifting' político, con un decálogo lleno de buenas intenciones donde abogan por un comportamiento político más cercano a la ciudadanía. Poco serio parece, en este contexto, que los peneuvistas hayan registrado también esta semana una serie enmiendas para reformar la Constitución que versan sobre asuntos tan dispares y relevantes como incluir el derecho a decidir, limitar la protección del Rey, modificar el papel del Ejército o eliminar el artículo 155 que permite suspender una autonomía. 

Estas enmiendas están destinadas a morir de antemano. Entre otras cosas porque el PNV las ha presentado en un trámite parlamentario pensado (y acordado) sólo para reformar el artículo 49 del texto constitucional para que se sustituya "disminuidos" por "personas con discapacidad". Ortuzar y los suyos se han aprovechado de la convulsión política generada por la crisis del TC para hacer propaganda con asuntos de extrema relevancia. Un comportamiento que parece propio de cualquier partido poco serio.