Metidos de lleno en esta década de los 20 en la que 2030 se ha convertido en un año clave para alcanzar muchos de los objetivos de descarbonización de nuestra economía, estamos acostumbrados a cada semana nos encontremos con un nuevo reto que alcanzar o superar para cambiar nuestro actual modelo de vida depredador de los recursos. La semana pasada fue el turno de la bicicleta, uno de los modos claves para conseguir una movilidad más sostenible en nuestras ciudades. Una jornada en el Senado de la Red de Ciudades por la Bicicleta sirvió de marco para que el presidente de este grupo de municipios apuntara la cifra de desplazamientos cotidianos en bicicleta a la que deberíamos llegar en España en 2030, el 10%, uno de cada 10 viajes en las ciudades deberíamos realizarlo a dos ruedas. Esta cifra puede parecer muy ambiciosa o quedarse corta, según como la miremos. Ambiciosa, si pensamos que actualmente en el conjunto de nuestras ciudades la bicicleta no llega a representar ni el 2% de estos desplazamientos. Corta, si pensamos en lo conseguido en este siglo por los municipios que han liderado en nuestro país este cambio, entre los que tenemos la suerte de contar con dos ciudades vascas que han sido referentes: Vitoria-Gasteiz y Donostia-San Sebastián. La capital de Euskadi y capital verde de Europa ronda actualmente una cifra cercana al 15% de sus desplazamientos diarios en bicicleta y la Bella Easo le sigue con unos datos que pueden superar el 10% de sus desplazamientos diarios. Y digo pueden porque la verdad es bastante difícil conseguir cifras exactas del uso de la bicicleta urbana, un aspecto que, sin duda alguna, tenemos que mejorar para seguir avanzando hacia unas ciudades con más bicis y menos coches.

 

Vitoria ronda actualmente una cifra cercana al 15% de sus desplazamientos diarios en bicicleta y Donostia le sigue con unos datos que pueden superar el 10% de sus desplazamientos diarios

 

La evolución de Vitoria-Gasteiz ha sido especialmente significativa ya que a principios de este siglo los desplazamientos en bici por sus calles apenas superaban el 1,5% del reparto modal. ¿Y que ha pasado para este espectacular cambio? La verdad es que son diferentes factores pero hay uno que, en mi opinión, es absolutamente fundamental para impulsar de manera decidida la bicicleta en las ciudades: el liderazgo institucional. En este caso fue su Ayuntamiento el que creó en 2004 el primer servicio estatal de préstamo de bicicleta pública, a través de su tupida red de centros cívicos. Este proyecto fue un punto de inflexión en la ciudad para que muchos vitorianos y vitorianas desempolvaran sus bicis y comenzarán a utilizarlas en sus desplazamientos diarios. La bicicleta dejó de verse como un artículo de ocio para considerarla un método de desplazamiento rápido y eficaz para ir al trabajo, a estudiar a hacer las compras, etc. Evidentemente, este sólo fue el primer paso y luego siguió un Plan Director de la Bicicleta y un Plan de Movilidad Sostenible y Espacio Público que, más de una década después de su puesta en marcha, sigue siendo una referencia para otras muchas ciudades españolas. En el caso de Donostia-San Sebastián, también fue el impulso y valentía de su Ayuntamiento al construir el carril bici de la Concha, restando carriles al vehículo privado, el que acabo por afianzar la movilidad a dos ruedas como una de las señas de la ciudad. Tampoco la capital donostiarra se quedó en esta actuación, ha ido avanzando con nuevas infraestructuras y con instrumentos de gobernanza abierta y colaborativa tan interesantes como el Observatorio de la Bicicleta, gestionado por el propio consistorio y la Asociación de Ciclistas Urbanos Kalapie. Por supuesto, no podemos dejar de mencionar en los logros de las 2 ciudades la importancia del trabajo de los colectivos de apoyo a una movilidad más sostenible para seguir reforzando los desplazamientos en bici y conseguir ciudades más amables, con un uso del espacio público más democrático y con menos contaminación.

 

El crecimiento de la movilidad a 2 ruedas en nuestras áreas urbanas es imparable, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, y supone ya un importante nicho de crecimiento económico

 

Retos y cifras aparte, creo que a estas alturas ha quedado más que demostrado que las bicicletas en las ciudades no sólo son para el verano, son un modo de desplazamiento muy eficaz e ideal para moverse en áreas urbanas y la mejora de sus infraestructuras y el apoyo institucional es fundamental para incrementar su uso. Un uso que en las ciudades del Norte de Europa con más tradición se ha convertido en un símbolo de innovación y apuesta por una descarbonización de su economía. Es el caso de Copenhague, donde el icono que representa su oficina de innovación es una bicicleta, toda una declaración de intenciones de la ciudad que quieren ser en el futuro. El crecimiento de la movilidad a 2 ruedas en nuestras áreas urbanas es imparable, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, y supone ya un importante nicho de crecimiento económico para un sector cada vez más importante en nuestro país. La Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE) ha presentado los datos de 2021 que suponen un incremento de facturación superior al 10% respecto a 2020 con un incremento de producción del 75% y de las exportaciones de un 50%. Además, se está generando nuevo comercio urbano, ya contamos con más de 3.000 establecimientos de venta y reparación de bicicletas en nuestras urbes.

 

Ya lo dije alguna vez, el futuro se mueve a 2 ruedas y hay que seguir preparando nuestras ciudades para que se mueva de manera eficiente y segura

 

La descarbonización de nuestra economía pasa, en buena medida, por descarbonizar nuestra movilidad y eso en las ciudades significa promover la movilidad en bicicleta y potenciar un transporte público más eficiente y electrificado. Sólo de esta manera podremos seguir reduciendo el uso excesivo del vehículo privado. Este es el camino y a las ciudades no les queda otro remedio que recórrelo, Vitoria-Gasteiz y Donostia-San Sebastián llevan cierta ventaja, Bilbao, aunque más rezagada, también ha comenzado a impulsar su infraestructura ciclista. Seamos ambiciosos, no nos conformemos con el 10% de los desplazamientos en bici, se puede y se debe llegar a cifras más altas y en Euskadi tenemos la prueba. Ya lo dije alguna vez, el futuro se mueve a 2 ruedas y hay que seguir preparando nuestras ciudades para que se mueva de manera eficiente y segura.