El resultado del referéndum para la renovación de la Constitución chilena, que se ha saldado con un enorme fracaso para los aspirantes a su aprobación, aporta un mensaje de esperanza sobre uno de los países más desarrollados de la América hispana y sobre las posibilidades de éxito de una democracia sólida y fiable para el país andino.

El no de los chilenos refleja la madurez de una sociedad que en el mes de marzo elevó a la presidencia del país a un líder de izquierdas, Gabriel Boric, que obtuvo un importante respaldo. Sin embargo, no ha tenido éxito en sus pretensiones de sacar adelante una Constitución redactada para la satisfacción de la izquierda y que los chilenos han entendido que no era para el conjunto de la nación.

La tentación en la que cayó la asamblea constituyente que ha redactado el texto legal que ha sido rechazado, fue la de construir una Constitución en la que en lugar de establecerse un marco político que rigiera las instituciones del Estado y fuera eficaz para gobiernos e instituciones de distinto corte político, naciera con un sesgo ideológico en el que se garantizaran algunas de las reclamaciones de una parte de la sociedad, pero que no se correspondiera con el conjunto de la misma.

 

El no de los chilenos refleja la madurez de una sociedad que en el mes de marzo elevó a la presidencia del país a un líder de izquierdas, Gabriel Boric, que obtuvo un importante respaldo

 

Los resultados no podían ser más expresivos, un 62% de los chilenos la ha rechazado frente a un 38% que ha votado a favor. Eso, a pesar de que una amplia mayoría de los chilenos, el 78%, reclamaron una nueva Constitución que sustituyera a la vigente, que data de 1980, de los tiempos en los que aún regía Augusto Pinochet. Pero como han expresado las urnas, los chilenos quieren una Constitución para el conjunto de los chilenos y las referencias del texto propuesto a materias como el aborto, la plurinacionalidad o la disparidad judicial han chirriado a aquellos que anhelan un acuerdo estable y amplio que no se veían en esta propuesta.

La Constitución ha tenido un rechazo del 62%, pero aunque hubiera obtenido un respaldo del 62% también se hubiera quedado insuficiente, pues una texto jurídico de esa naturaleza debe de aspirar a agrupar al conjunto de la sociedad, por lo que su sesgo ideológico debe de reducirse a propiciar la participación y garantizar la libertad y la división de los poderes del Estado, no a configurar un modelo ideológico, político y social determinado.

 

Aquí, en España, también oímos voces que aspiran a reformar la Constitución para incorporar en ella ideas de contenido ideológico que no son compartidas por una mayoría amplia

 

Una Constitución puede ser un papel pautado, pero no puede decir cómo empiezan ni cómo acaban los textos que se escriban en él. La pretensión de los constituyentes chilenos aspiraba a llenar el documento de compromisos políticos que pueden ser legítimos, pero que desbordan lo que debe de ser una carta de esta naturaleza.

Aquí, en España, también oímos voces que aspiran a reformar la Constitución para incorporar en ella ideas de contenido ideológico que no son compartidas por una mayoría amplia. La experiencia de Chile puede ser un ejemplo de sensatez por parte de la sociedad que podría informar a quienes tienen aquí esas pretensiones.

 

Lo ocurrido en Chile es una buena noticia. El populismo que está ocupando el continente ha fracasado en un país que ha sabido distinguir entre las pretensiones políticas y la convivencia de una sociedad

 

Creo que tiene especial interés la incorporación de la obligatoriedad del voto, que ya se ha aplicado en este referéndum chileno y que ha influido notablemente en el resultado final. Si bien las encuestas ya advertían de un triunfo del rechazo al nuevo texto constitucional, el hecho de que toda la población haya sido, no sólo convocada, sino también obligada a participar ha influido en la derrota final de los proponentes. Desde luego, la abstención también es una posición política que en este caso se ha prohibido y que ha elevado el clima de protesta ante las nuevas normas. Un ejemplo de que la libertad de las personas también está en la inhibición de los asuntos políticos y aquí se ha querido impedir.

Lo ocurrido en Chile es una buena noticia. El populismo que está ocupando el continente ha fracasado en un país que ha sabido distinguir entre las pretensiones políticas y la convivencia de una sociedad. La respuesta a esta situación debiera de ser la presentación de una nueva Constitución social y democrática de derecho en la que la ideología quede para las propuestas partidarias y que dé una nueva oportunidad de desarrollo político a un país que durante mucho tiempo ha sido ejemplo de equilibrio y prosperidad en un continente asediado por el oportunismo.