Vivimos en un territorio eminentemente urbano. Si en el mundo casi el 60% de la población vive en ciudades y en Europa este porcentaje se eleva hasta el 80%, en Euskadi sólo el 2% de la población vive en localidades de menos de 2.000 habitantes. Esta situación actual hace que el futuro del planeta dependa en gran medida de como evolucionen nuestros municipios. Las ciudades son las principales responsables del cambio climático, pero también son un territorio de oportunidad para combatirlo y para construir un nuevo urbanismo que conjugue verbos como recuperar, regenerar o rehabilitar.

Frente a las ciudades expansivas y devoradoras de terreno de finales del siglo pasado, las nuevas urbes tienen que construirse hacia dentro, poniendo en valor los activos existentes para hacer de ellas lugares más sostenibles y cohesionados socialmente. Esta tendencia, que cada vez es más compartida por todos los urbanistas, supone un giro de 180 grados en el crecimiento de las ciudades vascas que puede suponer una oportunidad única para regenerar nuestro parque urbano de viviendas y hacerlo más sostenible, a la vez que se genera una importante actividad económica y se mejora la calidad de vida de sus habitantes.

¿Sabe usted que los edificios consumen el 40% del total de la energía de la UE y que emiten el 36% de sus emisiones de CO2? Si a estos datos se le suman otros como que más del 35% de los edificios europeos tienen más de 50 años y que el 75% de ellos son ineficientes, energéticamente hablando, queda bien claro el enorme trabajo que tenemos por delante para transformar nuestras ciudades. Y si lo tenemos en Europa en general, ni les cuento en Euskadi, que tiene uno de los parques de viviendas más antiguos del sur del continente, más del 55% de los edificios tiene más de 40 años.

Las nuevas urbes tienen que construirse hacia dentro para hacer de ellas lugares más sostenibles y cohesionados socialmente

Antes de la famosa crisis económica del 2008, las grúas y los nuevos proyectos de expansión urbanística eran el paisaje habitual de nuestros municipios, especialmente en los que disponían de una importante reserva de suelo. Mientras el parque de viviendas de los barrios consolidados languidecía y lo mismo sucedía con las naves de muchos de nuestros polígonos industriales, la vorágine constructora levantaba edificios sin parar o construía nuevos espacios de trabajo alejados de las ciudades, generando importantes problemas de movilidad.

Este urbanismo de “nuevos ricos”, de macro-proyectos sin sentido, se ha mostrado totalmente ineficiente para afrontar los nuevos retos de las ciudades, derivados de estrategias como la Agenda 2030 de la ONU. Las ciudades necesitan mirar de nuevo hacia adentro, coser sus vacíos urbanos, transformar sus viviendas actuales para hacerlas más eficientes y mejorar la calidad de vida de sus habitantes, crear espacios mixtos de trabajo y residencia que reduzcan las necesidades de movilidad y que activen la vida de sus calles. Es en esta nueva ciudad donde surge con fuerza él nuevo concepto de rehabilitación urbana, una transformación que ha venido para quedarse. La propia pandemia ha evidenciado aún más la imperiosa necesidad de que los municipios vascos sigan este camino.

Además de impulsar un nuevo urbanismo más eficiente y resiliente, la rehabilitación urbana es un nicho de oportunidad increíble para la economía vasca y para sus empresas ya que puede activar diferentes resortes:

  • Impulsar una recuperación más sostenible y ligada a la economía circular de un sector como el de la construcción, que había sufrido un duro recorte en la pasada crisis.
  • Favorecer la economía local, ya que la rehabilitación necesita de la participación de numerosos gremios que generalmente son pymes del entorno, a veces con una gran capacidad de innovación.
  • Generar un nuevo nicho de emprendimiento en torno a las nuevas necesidades de eficiencia energética, uso de energías renovables, accesibilidad, etc.
  • Mejorar la cohesión social entre los distintos barrios de las ciudades, mejorando las condiciones de habitabilidad de las viviendas más antiguas.
  • Potenciar la creación de nuevos empleos en todo el sector, perfiles que a veces son nuevos y requieren una especialización muy concreta que hay que trabajar conjuntamente con los responsables de los centros de Formación Profesional de Euskadi, para que la creciente demanda del mercado pueda satisfacerse.

Todos estos beneficios ya han comenzado a cuantificarse. Un informe del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz señalaba que cada euro invertido en rehabilitación generaba más de 9 euros para la economía de la ciudad. No es de extrañar que con todas estas evidencias y los nuevos planes europeos de recuperación como el Next Generation, que busca específicamente proyectos de este tipo, las iniciativas de rehabilitación urbana hayan crecido de manera muy considerable en nuestro territorio.

La colaboración público-privada va a ser fundamental para el desarrollo de la rehabilitación en Euskadi 

De hecho, en el “paquete” de proyectos seleccionados para este programa de recuperación europeo enviado desde el Gobierno vasco al Gobierno central hay varios de este tipo como el desarrollo de Zorrozaurre en Bilbao, la regeneración urbana de Pasaia, actuaciones de recuperación de suelos contaminados en Altza o el ambicioso plan de Ekobarrios en Vitoria-Gasteiz, impulsado desde la sociedad municipal de Ensanche 21 que pretende rehabilitar más de 2.100 viviendas en los barrios de la capital alavesa construidos en la década de los sesenta del siglo pasado.

Como en tantas otras cuestiones, la colaboración público-privada va a ser fundamental para el desarrollo de la rehabilitación en Euskadi e iniciativas como el proyecto Agree, que se desarrolla en Donostia-San Sebastián, Vitoria-Gasteiz y Basauri, o el Smart En City, que comparte el barrio de Coronación de la capital vasca con las ciudades de Tartu (Estonia) y Sonderborg (Dinamarca) son un buen ejemplo. En cualquier caso, varios expertos coinciden en señalar que el sector debería reforzar su capacidad para afrontar grandes proyectos de rehabilitación, si no queremos que otras firmas externas nos “coman la tostada”.

La rehabilitación es un ejemplo más de como la ecología y economía están estrechamente unidas y condenadas a entenderse. La mirada hacia adentro de nuestras ciudades es ya una oportunidad magnífica de hacer urbes, más sostenibles, con más calidad de vida, con más cohesión social y, a la vez, impulsar un nuevo sector de la construcción con empresas más acordes a una nueva era en la que el ladrillo es cada vez más verde. Eso sí, no nos olvidemos que para que estos proyectos sean un éxito es necesario activar desde el principio la participación e implicación ciudadana a través de una adecuada estrategia comunicativa.