Se veía venir. No iba a gustar. A algunos les ha gustado tan poco que han pedido correr a gorrazos al mensajero. La verdad es que el asunto se las trae, que el Banco de España anuncie que la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ha supuesto una perdida que puede cifrarse entre 90.000 y 173.000 empleos que no se han creado, ha escocido mucho en las filas de los promotores de la subida, en concreto, Podemos.

Más allá del levantamiento de ampollas que han sufrido algunos, conviene interpretar bien los datos. Lo cierto es que el Banco de España ha soltado la bomba en un momento tan delicado como oportuno, ya que estamos en plena polémica sobre si debe o no subirse de nuevo el SMI antes de fin de año.

Y es oportuno porque más vale avisar con tiempo, y desde luego, no se le puede acusar al Banco de España de haber argumentado mal como han llegado a las conclusiones. Ya se advirtió en su momento, que siendo muy sana la subida del SMI, ojalá pudiera subirse no un 22% como se hizo la última vez, pasando de 735 a 950 euros, sino mucho más, esa subida, cualquier subida del SMI, tendría coste y ese coste, aunque algunos nos quieran correr a gorrazos lo estamos pagando en empleos, y alguien tiene que decirlo.

 

Cualquier medida económica que se adopta tiene consecuencias, siempre. No analizarlas es una dejación de funciones, como también lo es no escuchar a quienes advierten

 

Nadie cuestiona el interés de que el SMI suba, cuanto más mejor, mucho menos, el 1,6 millones de personas a las que se les ha aplicado la última subida, lo que se pone encima de la mesa es que la medida además de pros tiene contras, y cuando menos hay que conocerlos para poder afrontarlos.

El informe del Banco de España no se queda sólo en dar cuenta del problema, también advierte quién está sufriendo el impacto negativo de la subida del SMI, son “casualmente”, los trabajadores con salarios más bajos ya que en algunos casos se prescinde de estos empleos menos cualificados, al no poder afrontar los incrementos salariales y, sobre todo, los jóvenes, por no poder acceder al mercado laboral al no generarse nuevos puestos de trabajo.

Lo que ha hecho la entidad financiera es sencillamente, constatar lo que ya advirtió cuando se produjo la subida. Entonces calcularon que podrían dejar de generarse a cuenta del incremento del SMI la friolera de 145.000 empleos. Ya avisaron, y el que avisa no es traidor.

Lo triste de todo esto es que cuando se adoptan medidas de este calado no se trabajen las consecuencias de las mismas, no se escuche a quienes hacen las molestas y nada populares advertencias, y se actúe en consecuencia intentado frenar los impactos negativos.

 

Nadie cuestiona el interés de que el SMI suba, cuanto más mejor, mucho menos, el 1,6 millones de personas a las que se les ha aplicado la última subida, lo que se pone encima de la mesa es que la medida además de pros tiene contras

 

Que subir el SMI cuanto más mejor es buenísimo para todos y una muestra clara de que la economía va bien, eso no lo discute nadie, tenemos consenso absoluto. Sin embargo, no se pueden obviar los impactos negativos a los que algunos hacen oídos sordos, antes, durante y después, porque esos impactos existen y de entrada, hay que ver si pueden ser evitables y si no lo son, analizar si merece o no merece la pena pagar el coste.

Cualquier medida económica que se adopta tiene consecuencias, siempre. No analizarlas es una dejación de funciones, como también lo es no escuchar a quienes advierten.

El Banco de España, lo advirtió. El Banco de España lo ha constatado y lo ha contado. Los que lo critican prefieren seguir haciendo anuncios de esos que aportan votos y a ser posible que no se vean los contras de las decisiones que adoptan, y que pagamos entre todos.

La realidad tiene siempre más de una cara y conviene conocerlas para poder tener una opinión cuando menos contrastada.

En esta no creo que sea precisamente el Banco de España y su máximo responsable a quien halla que correr a gorrazos, igual a algún otro sí.

Por cierto, que aquí en Euskadi corremos a boinazos.