“Mi enemigo es el virus, no los presidentes autonómicos” vino a decir esta semana el ministro Illa ante la creciente marea de peticiones y reproches emanados desde la federalidad española. Unos solicitan que se adelante el toque de queda (no todos a la misma hora), otros dicen que la hostelería de su territorio no se cierra si no es por encima de su cadáver, unos quieren vacunar más y otros vacunar menos, pero dejar reservas por si acaso. Me causa una enorme extrañeza e hilaridad comprobar semana a semana que el ministro de Sanidad con menos responsabilidades competenciales de Europa sea reprochado permanentemente por los responsables de comunidades autónomas que detentan esas competencias en grado máximo.

¿Y en Euskadi qué? Uno pensaba que el Gobierno vasco iba a hacer piña con el Gobierno central en esto de la pandemia. Al fin y al cabo, el PNV y el PSOE gobiernan en coalición en el ejecutivo autónomo y son socios presupuestarios (y de más cosas) en Madrid. Además, los vascos son de fiar. Palabra de vasco y eso. Y resulta que no. Resulta que el PNV empieza a acusar la presión pandémica y, como siempre -al fin y al cabo, está en su ADN- señalan rápidamente al enemigo exterior: Madrid.

Puede ser que el virus este que nos aflige esté lastrando la imagen de excelentes gestores que tienen los nacionalistas vascos en España. Que no digo yo que no sean buenos, pero igual no tanto y no siempre. Igual, un poco como los demás, quiero decir. El hecho es que las cosas no nos están yendo a los vascos y a las vascas como al PNV le gustaría. Así, las continuas llamadas a la responsabilidad del Gobierno vasco han caído en saco roto. Por ejemplo, el pasado 20 de noviembre, el lehendakari Urkullu nos proponía, en Onda Vasca, que nos tomáramos la Covid-19 como una apuesta -algo muy nuestro- y decía que “… estamos muy acostumbrados a retos y no se si será cuestión de tomarnos como un reto, individual o colectivo, a ver en cuanto tiempo conseguimos bajar de 700 casos a 300, por ejemplo…”. Buen intento.

Entretanto, le ha dimitido medio departamento de Salud: el portavoz de la pandemia por razones personales, la directora de gabinete para irse a Euskal Telebista, o el viceconsejero de Salud “para trabajar más cerca de casa”. Y las cifras de contagios siguen subiendo. Sin embargo, lo que nos cuentan desde el Gobierno vasco es, uno, que el Gobierno central es oscurantista con las ayudas europeas y que debe ser el Gobieno vasco quien las gestione. El dame, dame de siempre. Y dos, que ya Urkullu había querido adelantar la hora de toque de queda pero que Pedro Sánchez no le deja.

La realidad cuenta otra cosa y dice que no somos muy diferentes al resto ni en la gestión, ni en las excusas. Veamos. En Euskadi, las residencias de mayores también son un dolor de cabeza, con casos como el de Muskiz con más de un centenar de personas afectadas y causado, según el diputado foral de Bizkaia para Asuntos Sociales, por los trabajadores después de las navidades. O sea, los otros. Que van como locos. 

A ver si después del Labi de urgencia convocado este viernes por el lehendakari, el PNV y el Gobierno vasco deciden a asumir sus responsabilidades, competencias y obligaciones, que son muchas, y dejar de jugar el comodín del Gobierno de Madrid

La moto que nos venden es que el Gobierno vasco relajó las medidas contra la Covid-19 en Navidad para favorecer el consumo y la alegría. Para celebrar la vida. Pero nosotros, los vascos, las vascas, nos hemos pasado de frenada y hemos traicionado la confianza depositada por nuestros burukides. Tan simple como eso.

Por eso, el 15 de enero - ¿por qué no antes? - el jefe de la Ertzaintza dijo basta. Se acabó la pedagogía y, como diría La Cosa de 'Los Cuatro Fantásticos', llega la hora de las tortas. Consecuencia: Fin de semana de disturbios y algaradas en Getxo, Mungia, Bilbao o Vitoria y 735 multas. Con escenas muy duras -de otros tiempos- de agentes en traje de diario acorralados por los vándalos. En los días siguientes, los sindicatos policiales se quejaron de falta de previsión y de medios. Como si les hubiera pillado de improviso el fin de la pedagogía.

Tal vez, no lo sé, si se hubiera controlado un poco más y un poco antes, la Navidad no nos estaría pasando a los vascos una factura tan grande. Entiendo que ordenar cierres, implementar controles intensivos de las medidas adoptadas, poner multas, etc… no le apetece a nadie, pero hay que señalar que es parte de la responsabilidad de gobernar. Sí, los gobiernos elegidos están también para adoptar medidas impopulares, a corto plazo, pero que salvaguardan a medio y largo, bienes mayores que las casas de apuestas o los bingos.

Los bingos. Las casas de apuestas. Esa fue la única novedad de las medidas adoptadas por el gobierno de Euskadi y su departamento de Salud después del paréntesis orgiástico navideño: se autorizó la apertura de estos locales … para dos días después estar pidiendo el adelanto del toque de queda. Yo ya no entiendo nada. Como todo es susceptible de empeorar, el viernes pasado también nos enteramos de que éramos los últimos en la vacunación, aunque esta vez el Gobierno vasco anduvo rápido y nos explicó que todo forma parte de un plan sin fisuras. Un plan que no pasa por vacunar todo lo que se pueda, sino en guardar por si acaso ¿Qué puede salir mal?

Entiendo que ordenar cierres, implementar controles intensivos de las medidas adoptadas, poner multas, etc… no le apetece a nadie, pero hay que señalar que es parte de la responsabilidad de gobernar. 

Y así, con los bingos abiertos, las residencias de aquella manera, 145 aulas escolares cerradas a día de hoy (miércoles 20 de enero), fiestas ilegales, quedadas, altercados… es decir, ni más ni menos que el resto de España, excepto en lo de la vacunación que, como dijo el Teleberri, ocupamos el lugar 17 (no el último) de las 17 comunidades autónomas, llega de urgencia la nueva de que los directores de los hospitales de Santa Marina y de Basurto, ambos en Bizkaia, se han vacunado saltándose todos los protocolos. Uno ha renunciado y al otro le han cesado. Se ve que no estaba por la labor. Ambos militantes destacados del PNV, con una larga trayectoria política. Se van porque les han pillado. Esperemos que no sea la punta de un iceberg de malas prácticas en este tema. El entorno de los dimitidos alega “que sobraban dosis” y por no desperdiciarlas… Para mear y no echar gota, que decía mi abuela.

Y Bilbao cerrado, las cifras macroeconómicas terroríficas, las micro ni le cuento, oiga: la hostelería y el comercio vasco al borde del harakiri, la población desmoralizada, y de bajona… A ver si después del Labi de urgencia convocado este viernes por el lehendakari, el PNV y el Gobierno vasco deciden asumir sus responsabilidades, competencias y obligaciones, que son muchas, y dejar de jugar el comodín del Gobierno de Madrid… Aunque les cueste algún voto. Nadie dijo que sería (siempre) fácil.