Plantearse si en Euskadi, en nuestra sociedad, o en la parte contratante de la primera parte, es decir, la juventud vasca, hay una crisis de valores es de una ingenuidad pasmosa o de un cinismo nivel Dios.

Tras callar durante eones cuando se orquestaban políticas de desprestigio hacia nuestras instituciones, nuestras leyes, nuestro Estatuto, nuestra policía… -dirigidas casi siempre por el hoy principal partido de la oposición, sí, pero también por el partido que ahora lidera el Gobierno vasco cuando no estuvo en él-, ahora nos epatamos cual burgueses ante la desobediencia incivil de unos cuantos.

Que los medios vascos, las sociólogas, los tertulianos y las políticas aborden perplejos el fenómeno de los 'ongi etorri', de la 'kale mozkorra', o de las agresiones sexuales solo se explicaría si esto fuera, no sé, Dinamarca, o si esos expertos hubieran vivido allí los últimos cuarenta años. Pero esto es Euskadi.

 

Arnaldo Otegi ha vuelto a perder una excelente oportunidad para centrarse, y no hablo de política, hablo de serenarse, pensar, respirar, y hacer lo que se debe

 

Este es el sitio donde todas y todos, con las honrosas y heroicas excepciones que queramos, hemos mirado para otro lado cuando venían mal dadas. Donde nos aparta(ba)mos de las escasas personas que denuncia(ban) la injusticia, la corrupción o el terror, por si se pegaba el infortunio y la miseria. Donde los que nos gobiernan han tenido demasiados grises, equidistancias e incluso, complicidades con los malos.

En Euskadi hay pueblos donde se han cometido asesinatos con decenas de testigos y nunca se han resuelto. Euskadi es un lugar en el que la omertá no es un pincho de diseño, sino una dolorosa realidad. "Algo habrá hecho" era, ¿es?, un mantra donde nos refugiábamos la mayoría cuando la muerte del muerto no se entendía a la primera ¿Crisis de valores? No. Crisis de valor.

Arnaldo Otegi ha vuelto a perder una excelente oportunidad para centrarse. Y no hablo de política, hablo de serenarse, pensar, respirar, y hacer lo que se debe. Muy mal deben estar las cosas dentro de la izquierda abertzale para ponérselo tan a huevo al PNV. Para no atreverse a llevar a sus díscolos al redil y convencerles, u ordenarles, que los 'ongi etorri' se hacen en privado para no ofender a las víctimas. Mucho han cambiado las cosas desde que bastaba con enseñar la 'pipa' en una reunión de KAS para que Ziluaga recogiera velas, por citar uno de esos 'susedidos' históricos que se susurran en la penumbra de las herrikos, al tiempo que se consumen bebidas alcohólicas y se cantan canciones patrióticas.

 

En Euskadi hay pueblos donde se han cometido asesinatos con decenas de testigos y nunca se han resuelto

 

Que esa es otra. Que el comandante Otegi afirme que la 'kale mozkorra' es el resultado del “modelo de ocio impuesto por el neoliberalismo” es para echar al ideólogo y mandar al gudari a la residencia. En mi experiencia vital y alcohólica juro, por lo que más quiero, que no he visto fuera de Euskadi, en ningún sitio del mundo que yo haya recorrido, un modelo de ocio que consista en tomar vinos por el pueblo, uno tras otro, desde las siete de la tarde a las diez y media u once.

Todo ello mientras llevas a rastras a tu progenie, menor de edad, que crecerá viendo a unos alcohólicos funcionales (media docena de vinos -por lo menos- son muchos vinos) que se van tajando mientras ellos meriendan doritos, regalices y otras chuches, esperando el momento en el que recogerán el sagrado pote de la mano muerta de su aita, en palabras del inmortal Charlton Heston.

O, como decía Rafael y cantaba Paco “A potear, a potear, hasta enterrarlos en el bar”.