Si hace un año por estas fechas nos llegan a plantear la situación que nos ha tocado vivir en los últimos meses nos habría sonado literalmente a cuento chino y casi con seguridad, habríamos desacreditado al mensajero, invitándole a hacérselo mirar. Pero la realidad es que aquí estamos, la vida nos cambió en marzo de forma radical, tanto que en muchos aspectos no hemos sido capaces de reaccionar.

Y con los cambios vitales ha llegado también la crisis más o menos acusada, dependiendo de los sectores, de la economía. Nos hemos enfrentado y seguimos peleando contra un enemigo al que no vemos y que ha puesto en jaque nuestra salud y nuestras finanzas. Mucho se ha hablado, escrito y opinado a lo largo de los meses que llevamos de pandemia del difícil equilibrio entre proteger la salud y evitar que la economía se desmorone. Y ya podemos concluir que a pesar de los diferentes intentos, el equilibrio no se ha logrado. La economía sufrió un parón de escasas semanas y aún somos incapaces de medir las consecuencias reales del mismo. Todavía no se han visto ni de lejos, todos los efectos perniciosos que se harán más nítidos en el primer trimestre del 2021. Y en medio de este contexto poco halagüeño cobran realidad los fondos europeos, esos de los que tanto se ha hablado y que se han convertido en la gran esperanza, la panacea.

Mucho se ha hablado, escrito y opinado a lo largo de los meses que llevamos de pandemia del difícil equilibrio entre proteger la salud y evitar que la economía se desmorone. 

La música suena bien 140.000 millones de euros para España de los que el País Vasco quiere arañar 5.700. De la letra en todo caso, sabemos más bien poco y la que conocemos, viene como viene. De momento, aquí en casa, disponemos de un largo listado de 188 proyectos enmarcados en 8 grandes parámetros cuyo coste total superaría los 13.000 millones de euros y que se pagarían a tres bandas: Europa, Gobierno vasco y financiación privada. Sería muy bueno que se despejara cuanto antes la incógnita de cómo se haría el reparto de costes porque la empresa privada no está para muchas alegrías.

Y si la financiación es importante no lo es menos haber acertado con los proyectos presentados, porque Bruselas los va a mirar con lupa y si no son realmente transformadores no van a pasar el filtro. Es este sin duda un buen momento para tener altura de miras y encajar lo que venga y lo que se quede en el camino. Es un buen momento para huir de proyectos faraónicos a mayor gloria del político de turno y buscar con inteligencia proyectos que verdaderamente sean transversales y transformadores que hagan que parte importante de esos fondos lleguen a las pymes, micropymes y autónomos, el músculo de nuestro tejido productivo.

Y en todo caso, de lo que se quede en el camino también debería responder la administración porque si realmente tenemos 188 proyectos estratégicos, habría que acometerlos con o sin financiación europea más antes que después. Lo que vamos a vivir ya se lo adelanto y sin necesidad de tener una bola de cristal: una pelea entre comunidades por ver quien recibe más y quien menos. En fin que igual tenemos que dejar eso de la altura de miras para otro momento… Y por muchos Fondos Europeos que lleguen no podemos hablar de esperanza económica sin agradecer a la ciencia que en tiempo récord haya puesto en marcha la vacuna que nos ayudará si nada se tuerce, a recuperar parte de nuestra “vieja normalidad”.

140.000 millones de euros para España de los que el País Vasco quiere arañar 5.700

La vacuna es sin duda un gran estímulo económico, más si cabe que los fondos europeos. La vacuna nos aleja de la incertidumbre que tan mal le sienta al dinero que tiene tendencia a escapar más antes que después, cuando no encuentra estabilidad. 

Así que después de la tempestad puede que llegue la calma pero no va a ser fácil ni en el ámbito sanitario, ni en el económico y tampoco va a ser corto. Que salgamos de la crisis sanitaria depende de todos, que acertemos en lo económico depende fundamentalmente de que a quienes les toca gestionar lo hagan de forma correcta, con generosidad, con perspectiva y con criterio.  

Tenemos vacuna porque ha habido apuesta, unidad de acción, científicos preparados e inversión financiera. Mantengamos este modelo también en lo económico, trabajemos juntos con espíritu crítico y apostando por los mejores.

Ya sé que no es fácil y ya sé que desgraciadamente van a primar por encima de todo los intereses políticos pero por pedir que no quede. Y en todo caso, sea bienvenido el nuevo Mister Marshall.