¿Y por qué tendría que ser de otra manera? Teniendo en cuenta que en España hay una Justicia reconocida mundialmente por su ecuanimidad, apartidismo e independencia pero –sobre todo- por su eficacia, no le puede extrañar a nadie las diferencias de criterio entre los diecisiete Tribunales Superiores de Justicia (TSJ) de España respecto a las medidas adoptadas por las diecisiete comunidades autónomas frente a la covid-19, ante el final del estado de alarma. Yo, la verdad, no esperaba otra cosa.

Debe ser muy, muy difícil coordinar entre los diecisiete TSJ una doctrina común. Sabíamos que el estado de alarma decaía el domingo pasado desde hace un mes, pero no han debido tener tiempo de hablar entre ellos. Un ejemplo más de la inexplicable y errática –para el ciudadano lego- conducta de unos jueces que no son mejores que el resto. A veces son peores. En definitiva, la Justicia no es de fiar, en el amplio sentido del concepto confianza. Pregunten a cualquier abogado.

 

Lo importante es trasladar la responsabilidad. Patada a seguir

 

Por otro lado, los TSJ y sus diferentes decisiones, no dejan de ser un reflejo de este estado federal imperfecto del que nos hemos dotado. Un estado federal inmaduro en el que las autoridades autonómicas están más pendientes de quitarse los marrones de encima y endosárselos al gobierno central (la mítica patada a seguir) que de enfrentar con coraje los problemas. Más pendientes de no perder votos que de no perder gente.

En el caso que nos ocupa, la principal preocupación del lehendakari y su gobierno en el último mes parece haber sido trasladar a la opinión pública y a la ciudadanía que el fin del estado de alarma les dejaba impotentes ante la pandemia, y que lo que pasara de ahí en adelante sería culpa de un Pedro Sánchez que ni contesta a las cartas. Además, maleducado.

Da igual que sea mentira. Da igual que Iñigo Urkullu sepa que puede solicitar al Gobierno de España un estado de alarma a la carta cuando lo estime necesario. Y da igual que Pedro Sánchez, Miquel Iceta o hasta su vicelehendakari ,Idoia Mendía, le hayan confirmado que lo obtendrá si lo necesita. Da igual. Lo importante es trasladar la responsabilidad. Patada a seguir.

 

En definitiva, la Justicia no es de fiar, en el amplio sentido del concepto confianza. Pregunten a cualquier abogado

 

Y la implementación de esa estrategia de elusión de responsabilidades, junto a la de ocultar hasta el último momento la comunicación de las medidas adoptadas por el Gobierno vasco a partir del fin del estado de alarma, nos ha hecho perder un mes que se podía haber utilizado en educar, concienciar y responsabilizar a la ciudadanía. Implicarla en la cogobernanza de la lucha contra la pandemia. 'Auzolana' de verdad. Un mes perdido, como en el caso de las vacunas y la mítica reserva estratégica.

Iñigo Urkullu y el PNV lo que no quieren, y lo puedo entender, es pedir a España el estado de alarma y administrarlo. Prefieren quejarse de la falta del mismo para, acto seguido, ampliar los horarios a la hostelería. Coherencia. Lo que no quieren es ser los malos de la película. Y, repito, lo entiendo pero para eso les pagamos. Para asumir responsabilidades y tomar decisiones impopulares cuando toca. 'Auzolana', bien común.

 

Lo que no quieren es ser los malos de la película. Y, repito, lo entiendo pero para eso les pagamos. Para asumir responsabilidades y tomar decisiones impopulares cuando toca

 

En Euskadi, el Gobierno puede fijar y fija horarios de la hostelería y de otros comercios, así como los aforos. Puede prohibir y prohíbe el consumo de pie en los bares. Tampoco está permitido, con o sin pandemia, consumir fuera de ellos si no es en terraza. Lo que ocurre es que no se cumple porque nunca se ha hecho cumplir. De hecho se ha potenciado como una peculiaridad propia: el poteo. Tampoco está permitido hacer litros, pero durante años se ha tolerado como alternativa de ocio juvenil. También, porque dicha práctica tenía lugar dentro de las lonjas, fuera de los ojos de los adultos, que estábamos poteando.

Y básicamente, te lo dicen los expertos (los de verdad), con ser prudentes en los bares, llevar la mascarilla, mantener la distancia social, especialmente en interiores y proseguir con el actual ritmo de vacunación, habremos ganado esta guerra. Tan fácil como eso. Y no me parece tan complicado de vender a la mayoría de la gente. Sensatez y responsabilidad.

 

Podemos volver a comer y cenar en bares y restaurantes. Podemos ir a Cantabria, a La Rioja, a Asturias… Y podemos hacerlo con sensatez

 

Ahora podemos ver a nuestra novia, novio o novie, si es que no lo hacíamos antes. Podemos ver a nuestros familiares, a esa 'amama' de la que pasamos habitualmente, al 'aita' divorciado para que nos pase pasta, a tu madre de ochenta años a la que solo visitas en las festividades. Podemos volver a comer y cenar en bares y restaurantes. Podemos ir a Cantabria, a La Rioja, a Asturias… Y podemos hacerlo con sensatez.

Pensemos que lo que no podemos hacer, antes tampoco podíamos. Lo que pasa es que antes, si había consecuencias –un coma etílico, una pelea, un accidente de coche,…- el sindiós quedaba bastante limitado en cuanto a bajas y a consecuencias se refiere. Ahora, además de todas las anteriores hay riesgo de que nos contagiemos y contagiemos… a los nuestros.

No es muy difícil de explicar. Lo que no se es por qué tengo que hacerlo yo.