A veces la realidad es tozuda y se abre camino de forma abrupta para mostrarnos de una manera cruda la fragilidad de nuestro planeta. La fragilidad de una paz mundial que vuelve a quebrarse en el continente que vio el origen de la Segunda Guerra Mundial. La invasión rusa, mejor dicho de Putin, de Ucrania ha desatado todas las alarmas sobre el peligro de este conflicto de convertirse en el detonante de otra gran guerra. La similitudes con los ataques de la Alemania nazi en el siglo XX son demasiado grandes como para obviar esta amenaza real, mucho más preocupante cuando siempre tenemos bajo nuestras cabezas la espada de Damocles de las miles de cabezas nucleares instaladas en el planeta. Esta guerra, como es lógico, está acaparando todas las portadas y titulares de los medios y poniendo de relieve la necesidad de combatir unidos el reto que supone para la estabilidad europea los deseos expansionistas de un dictador que no duda en atacar con bombas la mayor central nuclear de Europa, obviando el peligro de provocar el mayor desastre nuclear de la historia de la Humanidad.  

Con todo el foco informativo situado sobre esta nueva guerra y el desastre humano que está provocando con casi 2 millones de personas desplazadas en menos de 2 semanas de conflicto, está pasando más desapercibida otra “guerra”, más silenciosa, que libra toda la Humanidad con otro peligro que amenaza con cambiar la vida en nuestro planeta: el cambio climático. Muchos de ustedes pueden pensar que igual no es ahora el momento de hablar de este gravísimo problema pero yo les diría que, al igual que la guerra de Ucrania, esta “conflicto climático” está provocando ya miles de muertes y miles, millones de personas desplazadas, y lo que es más grave puede multiplicarse exponencialmente en los próximos años si no actuamos ya. Es más, incluso expertos europeos se atreven a señalar que tanto el cambio climático como la guerra de Ucrania comparten el mismo origen: los combustibles fósiles. El científico español Fernando Valladares señalaba incluso que si la transición energética europea se hubiera iniciado antes y con mayor decisión, no se hubiera llegado a este conflicto militar.  

 

Muchos de ustedes pueden pensar que igual no es ahora el momento de hablar de este gravísimo problema pero yo les diría que, al igual que la guerra de Ucrania, esta “conflicto climático” está provocando ya miles de muertes y miles, millones de personas desplazadas

 

Esta pasada semana se presentaba un nuevo informe IPCC, el grupo de más de 200 expertos mundiales que trabajan en mostrar las evidencias del calentamiento global, y los datos no pueden ser más preocupantes para darnos cuenta de que la “invasión del clima” puede ser devastadora para todos nosotros sino actuamos con determinación, de hecho señalan que ya hay aspectos que nos se podrán modificar. 3.600 millones de personas viven hoy en día en entornos altamente vulnerables al cambio climático y esos lugares no están muy lejos de Euskadi, el Mediterráneo es una de estas zonas en la que los expertos calculan que, de seguir así, los cultivos agrícolas podrían reducirse un 17% para 2050.

 

Los datos no pueden ser más preocupantes para darnos cuenta de que la “invasión del clima” puede ser devastadora para todos nosotros sino actuamos con determinación

 

Las armas de destrucción masiva de esta guerra “silenciosa” son la sequía, los incendios, los gases efecto invernadero y las víctimas no son sólo la perdida de los ecosistemas, la biodiversidad mundial o la extinción de especies, también lo somos todos nosotros, el alcalde de Londres acaba de anunciar que ampliará las zonas de bajas emisiones a todo el municipio porque el tráfico está provocando casi 4.000 muertes prematuras al año y un retraso en el crecimiento de los pulmones infantiles. Los expertos no sólo hablan ya de un punto de no retorno ecológico, sino también de un punto de no retorno social. Y esto está afectando también directamente a nuestra economía en aspectos con los que puede hacerse cierto paralelismo con la guerra de Ucrania. Se habla estos días del grave problema que va a suponer la ausencia de las cosechas de este país, conocido como el granero de Europa, pero es que con los actuales datos de calentamiento global la productividad mundial de los 3 cultivos principales (maíz, trigo y arroz) puede descender en más de un 5%. ¿Se imaginan el desastre humanitario que podría generarse si se cumplen estas previsiones?

 

Las armas de destrucción masiva de esta guerra “silenciosa” son la sequía, los incendios, los gases efecto invernadero y las víctimas no son sólo la perdida de los ecosistemas, la biodiversidad mundial o la extinción de especies, también lo somos todos nosotros

 

También se comenta como las sanciones económicas a Rusia van a ahogar sus finanzas pero van a afectar directamente al crecimiento de nuestra economía. No soy un experto, pero hay ya muchos estudios que señalan que el impacto del cambio climático en nuestra económica es importantísimo y, de hecho, está provocando un cambio sin precedentes en nuestra manera de producir y en la elección de nuestras fuentes de energía. ¿Se imaginan ustedes como cambiaría la guerra de Ucrania si países como Alemania tuvieran un mayor mix de renovables y no tuvieran esa dependencia del gas ruso? Lo sé, otros dirán: ¿y si no habría desmantelado sus centrales nucleares? Claro que viendo como se las gasta Putin yo no estaría muy seguro al lado de una de ellas, por no hablar del problema del tratamiento de sus residuos.

 

Ya muchos estudios que señalan que el impacto del cambio climático en nuestra económica es importantísimo y está provocando un cambio sin precedentes en nuestra manera de producir y en la elección de nuestras fuentes de energía

 

No cabe duda que ahora mismo lo urgente pasa por intentar acabar con esta guerra injusta en medio de Europa e intentar fijar una paz duradera pero no nos olvidemos de la gran amenaza que supone el cambio climático para todos nosotros y de que esa amenaza es cada vez mayor y ya tiene efectos letales sobre nuestras vidas, aunque algunos no lo quieran ver. Necesitamos estrategias de combate coherentes y efectivas diseñadas y compartidas a nivel mundial pero también necesitamos instituciones valientes que las apliquen a nivel local. Iniciativas como el proyecto LIFE Urban Klima 2050 liderado por Ihobe van por ese buen camino pero necesitamos cambios disruptivos y rápidos en todos los niveles de nuestra sociedad, también el económico. El viraje de grandes compañías vascas como Iberdrola o Mercedes y la enorme visión de otras empresas más pequeñas como Ternua, AyB Laboratorios o Eko Rec, entre otras, son la esperanza de una futura trinchera impermeable al calentamiento global construida e impulsada desde Euskadi. Preparémonos y actuemos  para no perder esta “guerra silenciosa”.