Resulta imposible esta semana no haber oído la ya famosa frase de “Ni un nanosegundo en el metaverso”, y no haber sonreído ante la capacidad del lenguaje para hacer visibles realidades con las que ya convivimos. La imagen de una persona besándose con otra en el metaverso es más reconocible que la imagen que muchos esperaban tener de una mujer encerrada entre cuatro paredes lamentándose por una infidelidad.

Reírse de las propias desgracias siempre es un buen bálsamo. Poner en su justa balanza lo que eres sobre lo que hay quién se empeña en representar de ti, también es una manera de sobrellevar situaciones que, en un principio te quieren colocar donde no te corresponde. Y las mujeres de eso sabemos un poco. El humor, al fin y al cabo, pone en cuestión nuestros prejuicios y los ajenos.

En sociedades polarizadas y crispadas como la nuestra, que camina de manera peligrosa hacia la cancelación de lo contrario y la idealización de lo políticamente correcto, hay pocas cosas más sospechosas (e incluso reaccionarias) que alguien que intente prohibir o limitar la risa ajena

A todos nos ha pasado que cuando nos reímos nuestra mente es incapaz de pensar en nada más. Una investigación reciente realizada por la comediante y fisioterapeuta de salud femenina, Elaine Miller, ha demostrado además, como el humor atrae la atención, promueve la memoria y fomenta la conversación y el intercambio de opiniones.

En sociedades polarizadas y crispadas como la nuestra, que camina de manera peligrosa hacia la cancelación de lo contrario y la idealización de lo políticamente correcto, hay pocas cosas más sospechosas (e incluso reaccionarias) que alguien que intente prohibir o limitar la risa ajena, igual que no hay nada más liberador que quién consigue reírse de sí mismo y de las ideas únicas y totalizadoras. La risa nos conecta emocionalmente con gente diferente con quién compartimos un momento común, sin tener que compartir por ello, una misma visión del mundo, pero sí una perspectiva desde la que mirarlo.

Así, el boom del humor realizado por mujeres no se entiende si no lo observamos como lo que es, una manera de reírnos de nosotras mismas, del mundo que nos rodea y de la necesidad de desmontar una perspectiva que se empeña en ubicar a las mujeres en lugares que ya no le corresponden. Ríanse más, cuestiónense un poco, es liberador, es una manera de evitar la gravedad de todo lo que nos rodea, y además es contagioso.