Esta semana se ha vuelto a hablar de Iñaki Badiola, un ex presidente de la Real Sociedad que daría para una serie de Netflix si el club al que representó tuviera una mayor trascendencia internacional. Lo cierto es que no la tiene y que este equipo, al igual que el Athletic Club, tiene una marca que apenas se puede explotar fuera de Euskadi. Badiola, sin embargo, vendió la idea contraria al construir su proyecto para, una vez ganadas las elecciones, llevar al club de segunda a primera división. "Erreala primeran" partía de la base de que los ingresos de la Real Sociedad se iban a multiplicar a base de vender camisetas y otra parafernalia marketiniana a los chinos, supuestamente enamorados del fútbol europeo.

Ahora se sabe a ciencia cierta que aquello fue humo, alimentado por la experiencia internacional de Badiola, que sí es real. Este abogado economista de Deusto hizo COU en EE.UU., donde aprendió un inglés que unido a sus habilidades sociales le sirvió para escalar rápidamente como profesional de la intermediación de negocios. Empezó como becario del Icex en Australia y terminó como directivo del Banco Santander en Londres, que es donde se cierran las grandes operaciones en un mar de tiburones con corbata. Poco después, en 1999, le fichan el Gobierno Vasco y Grupo Mondragon para gestionar una empresa conjunta que estaban montando para facilitar la llegada de la industria vasca a China.

Se trata de IBD, siglas de International Business Development Commercial Global Network, una sociedad que se dedicó fundamentalmente a negociar con los diversos gobiernos locales de China el establecimiento de plantas para empresas vascas. En esa época Badiola aprendió chino. No solo el idioma sino también una forma de hacer negocios un tanto truculenta. El mismo ha contado, siempre en reuniones personales que gestiona con enorme habilidad, que los funcionarios que debían aprobarle las obras le dejaban claro a quién debía entregar la correspondiente mordida. El comité local del Partido Comunista se llevaba la parte principal. Y así es como Mondragon pudo crear todo un parque industrial en Kunshan, a las afueras de Shanghai, con caserío y txoko incluidos.

De vuelta en Gipuzkoa, Badiola intentó aplicar este aprendizaje pero se encontró con dos barreras: en territorio vasco mandan unas familias de toda la vida que no aceptan fácilmente a un nuevo rico y hay un jugador que no existe en China, los medios de comunicació

De vuelta en Gipuzkoa, Badiola intentó aplicar este aprendizaje pero se encontró con dos barreras: en territorio vasco mandan unas familias de toda la vida que no aceptan fácilmente a un nuevo rico y hay un jugador que no existe en China, los medios de comunicación. De ahí derivan sus dos obsesiones: colarse en la alta sociedad de Donostia y controlar a la opinión pública. Solo así puede entenderse, junto con cierta soberbia, su asalto a la presidencia de la Real Sociedad, que no le ha generado más que problemas, algunos todavía latentes. Por no hablar de la supuesta contratación de periodistas y fotógrafos para crear vídeos que enaltecieran su gestión y, en una última fase, injuriar a todos los poderosos de Gipuzkoa a través de blogs y usuarios falsos de twitter. Pero esto último está todavía pendiente de sentencia, así que mejor dejarlo para otro capítulo.

Es difícil de entender de otra manera su asalto a la presidencia de la Real Sociedad, porque Badiola ya era entonces rico. IBD pasó a ser una empresa de su propiedad de la cual colgaban otras cuantas que él fue creando en Madrid y Gipuzkoa y que hoy están inactivas: Lighthouse International, Lekim Redna y Atram y Nisoc Anele. La última era propietaria de su ático donostiarra y las otras servían para sus negocios de intermediación en operaciones de compraventa de empresas y de artículos asiáticos, que es cómo se forró. El problema es que entre ellas circulaban las facturas, lo que generó inspecciones fiscales y posteriores sanciones, algunas de las cuales todavía están en los tribunales.

Pero hay un caso en el que interviene una sociedad con raíces en paraísos fiscales, Bricraft. Esta firma emitió facturas por importe de 3,68 millones de euros por trabajos que a la Agencia Tributaria le parecieron ficticios, por lo que intentó llevar a Badiola a la cárcel por presunto delito contra la hacienda pública. Por resumir, el ex presidente de la Real Sociedad había cobrado, a través de una de sus sociedades, 7,8 millones de euros de Gestamp y Mecalux por su labor de intermediación en la compraventa de varias empresas. Esa cantidad era su comisión, inferior al 3%, por negociar operaciones por importes de varios cientos de millones de euros.

Y en lo que la Agencia Tributaria entendía que era una fórmula para reducir el beneficio al estilo del sandwich irlandés, Badiola había gestionado facturas de gastos a través de sociedades situadas en el extranjero y en las que no se podía rastrear quién está realmente detrás de ellas. De hecho, Bricraft depende a su vez de otras dos firmas, Bluewall y Silversands, detrás de las cuales figuraban entonces el matrimonio conformado por Sarah y Edward Petre-Mears, que llegaron a controlar 1.200 empresas en el mundo desde su retiro en una isla del Caribe. La pareja pone su nombre y quien realmente está detrás queda anonimizado. Por si fuera poco, el pago de los 3,68 millones se hizo en Hong Kong.

¿Se llevó así Badiola parte del beneficio a un paraíso fiscal para evitar pagarlo en España? La Agencia Tributaria no pudo probar al 100% que era él quien estaba realmente detrás de esas sociedades. Probablemente porque, cuando se circula el dinero a través de sociedades offshore resulta imposible seguirle el rastro por la falta de colaboración de las administraciones de esos países. Badiola sabía chino. De ahí que cuando cogió el mando de la Real Sociedad lo primero que hizo fue pasar las cuentas del club por una "due diligence". Es decir, analizarlas a fondo para encontrar fallos que le permitieran echar eventuales culpas a los anteriores dirigentes.

Denunció chanchullos

Y muy bien no lo habían hecho. Badiola denunció en público chanchullos de todo tipo. El más conocido es probablemente el modus operandi para pagar a los jugadores un sueldo mayor evitando pasar por hacienda. Así, el salario oficial de Mikel Arteta era de 1.000 euros al mes pero lo que realmente cobraba superaba el millón de euros. Para evitar pasar por hacienda, el futbolista guipuzcoano había creado una sociedad, Sunday Morning SL, en la que figuraban su padre y dos asesores. La Real Sociedad iba comprando las acciones de esta entidad hasta abonar, presuntamente a través de una empresa de Panamá, un total de 1,5 millones de euros. En el caso de los jugadores extranjeros, la operación se arbitraba a través de sociedades situadas en Holanda. Hay que recordar que, en aquellos años, el director del Fisco de Gipuzkoa era el condenado Víctor Bravo, que negociaba personalmente todo tipo de chanchullos.

Descubierto el pastel, la Hacienda foral abrió una inspección que terminó con una sanción de 6,4 millones de euros contra la Real Sociedad. Sin embargo, ya con Jokin Aperribay en la presidencia del club, condonó el importe e incluso lo convirtió en una subvención de 6 millones de euros para la promoción del deporte de cantera. Enfadado, Badiola decidió perseguir ambas actuaciones de la Diputación como presuntos delitos de prevaricación.

Este asunto no consta que haya sido todavía resuelto en los tribunales. De todas formas, dado que Badiola ya no quiere hablar con la prensa y que tiene todavía asuntos pendientes con la justicia, es más que probable que todo se resuelva entre bambalinas. El uno eliminará toda la documentación que pudo acumular, eventuales grabaciones de políticos incluidas, y los otros harán borrón y cuenta nueva. Por si acaso, ahora son sus hijos Ander y Marta los que figuran al frente de las sociedades familiares y su mujer y él hace años que residen en Madrid.