En el debate de la moción de censura del pasado octubre, Pablo Casado hizo una intervención brillante, que causó honda impresión. De entrada impactó en el líder de Vox y su equipo, a quienes dolió la rotundidad con que los despreció el líder popular, especialmente aquel: “no somos como ustedes”. También impresionó mucho en el entorno del PP, que vio con entusiasmo cómo se recuperaba un discurso de moderación y centralidad que parecían echar de menos. Eso sí, debían echarlo de menos con la boca pequeña, porque hasta ese día nadie en el entorno de Casado había levantado la voz para reclamar mesura alguna y todo parecía ir sobre ruedas en el tándem PP-Vox, en los gobiernos que sustentan juntos y aun en la competencia por la misma forma de hacer política.

Bueno; no es verdad que nadie levantase la voz, lo hizo Feijóo desde su fortaleza gallega y lo hizo Alfonso Alonso a pecho descubierto desde el PP vasco. Al primero le vitorearon (quizás también con la boca pequeña) desde Génova tras revalidar su mayoría absoluta y al vasco lo laminaron, dictándole la lista del PP vasco a 42 días de las elecciones autonómicas, ignorando sus consejos y dejándolo a la intemperie política, no sin algún detalle especialmente repugnante e innoble, como los reproches de tibieza de la hoy también laminada marquesa de Casa Fuerte.

A Feijóo le vitorearon desde Génova tras revalidar su mayoría absoluta desde su fortaleza gallega, pero a Alfonso Alonso  lo laminaron, dictándole la lista del PP vasco a 42 días de las elecciones autonómicas, ignorando sus consejos y dejándolo a la intemperie política, no sin algún detalle especialmente repugnante e innoble

 

Esta semana hemos sabido otra novedad, que el pacto que Casado impuso al PP vasco con Ciudadanos ya no vale. Que no, oiga, que aquel España Suma, que aclamaban arrobados en Madrid y que le costó al PP vasco un resultado electoral ruinoso y, de propina, la entrada de su socio/competidor Vox en el Parlamento vasco, ya ha caducado. Que ahora “Estamos en otra etapa” -según Casado- y que ahora toca “unir a los votantes” reagrupar voto y convertir al PP no en el partido más ruidoso (salvo que se apruebe una nueva Ley de Educación, claro está) sino en la única alternativa de Gobierno, la casa común de la derecha, de Vox, de Cs y ¡ojo! hasta de los electores socialdemócratas “desencantados” con Pedro Sánchez (sic.) Supongo que entre estos no estará ninguno cercano a Rubalcaba, al que el PP pidió su dimisión 46 veces y al que acusó reiteradamente de complicidad con el terrorismo.

Que no, oiga, que aquel España Suma, que aclamaban arrobados en Madrid y que le costó al PP vasco un resultado electoral ruinoso y, de propina, la entrada de su socio/competidor Vox en el Parlamento vasco, ya ha caducado

 

De nuevo cuesta no recordar que Alfonso Alonso no solo dijo siempre lo que ahora ha dicho Casado de Vox sino que también se resistió con firmeza a que el pacto con Ciudadanos en Euskadi se hiciese a la medida de la opinión madrileña de entonces. Ambas firmezas le costaron su carrera política, sin que le sirvieran los años de servicio a su partido, en el Parlamento vasco, en el Congreso, en el PP nacional, en el Gobierno de Rajoy y en una Alcaldía de Vitoria para la que no necesitó pactar con la izquierda abertzale, como sí hizo su compañero Maroto, voz que clama hoy contra pactos indignos desde su escaño en el Senado. 

Ahora que ya no se lleva escuchar a aquellos cuyo tiempo pasó y lo que mola es que decidan los jóvenes a quienes toca mandar, la nueva generación de Génova prefirió un PP vasco con tintes heroicos (que nadie puede negar a sus miembros) y desdeñó la posibilidad de tener en Euskadi un partido útil. El precio electoral que pagaron fue alto, pero aún queda mucho por pagar. En Euskadi la próxima pelea por la hegemonía será (está siendo ya en los presupuestos) entre PNV y EH Bildu. Los demás lo tendrán difícil, pero al PP vasco le queda una vida para poder tener voz en esa obra. Ya se sabe: elegir es renunciar.