En Deusto aprendí que es importante trabajar duro para tener éxito pero también que hay algunos privilegiados que triunfarán por mera ascendencia divina. Y es que allí descubrí que un buen enchufe te puede ayudar más que cien libros y una buena memoria para recordar lo que está escrito en ellos.

Así que en Deusto había muchas mentes brillantes y especialmente currantes, pero también algún 'hijode' que había entrado en la universidad por la vía directa, por muchos numerus clausus que hubiera en la era del baby boom español. De ahí que de la Comercial salieran algunos de los tiburones más sanguinarios, como Mario Conde o Alfredo Sáenz, pero también personajes no muy espabilados.

Es el caso de Emilio Ybarra Churruca, que trabajaba en el banco que había creado uno de sus ascendientes en 1853 y que siempre había tenido a algún miembro de su estirpe en el consejo de administración. En aquellos tiempos, a finales del siglo pasado, se llegó a decir que las diferentes ramas de su familia tenían un 3% del capital del BBV. Es difícil confirmarlo.

Ybarra ascendió a la presidencia del banco fusionado tras una lucha entre los directivos de los antiguos Vizcaya y Bilbao. Entró como supuesto hombre de consenso y es verdad que se rodeó de mentes brillantes, de Deusto obviamente, como Mario Fernández o Pedro Luis Uriarte. Pero también perdió a un genio como Alfredo Sáenz y a todo su equipo del antiguo Vizcaya, que se pasaron a la competencia, el Santander.

Primero se cargó a Ybarra y después a todos los consejeros de Neguri, que pasaron de la indignación inicial a la asunción de que podía haber algo peor que perder el BBVA: ir a la cárcel.

Pero la mayor pérdida de Ybarra fue el propio BBV, que por indicación de José María Aznar y su ministro Rodrigo Rato, absorbió a Argentaria en una inexplicable operación que terminó con la entidad compradora en manos del comprado. Francisco González, conocido con los alias de FG y Paquito, un informático convertido en presidente de un banco por sus buenas relaciones políticas, sacó chispas a las cuentas secretas que el banco había mantenido en Jersey y otros paraísos fiscales.

Primero se cargó a Ybarra y después a todos los consejeros de Neguri, que pasaron de la indignación inicial a la asunción de que podía haber algo peor que perder el BBVA: ir a la cárcel. Todo ello con el apoyo del Banco de España que entonces gobernaba Jaime Caruana, al que FG agradeció después los servicios prestados con un puesto en el consejo de administración que todavía mantiene.

Como medio BBVA había pasado por Deusto, el nuevo presidente tuvo que mantener cierta relación con la universidad. Para ello nombró consejero delegado a un hombre de la casa, José Ignacio Goirigolzarri, y aceptó la entrada en el consejo de administración de la entonces decana de la Universidad Comercial, Susana Rodríguez Vidarte, sobrina de Agustín Rodríguez Sahagún, el que fuera brazo derecho del ex presidente Adolfo Suárez.

Ese cupo vasco y deustense ha ido desvaneciéndose con el tiempo. Goirigolzarri dejó el banco cuando comprobó que FG nunca le dejaría ser presidente. En Bankia y posteriormente en Caixabank le ha costado menos ser reconocido adecuadamente. Es, además, el último gran banquero que ha gestado Deusto, otrora gran cantera de la banca española.

Y solo quedaba Rodríguez Vidarte, que concluyó su mandato recientemente y ha sido sustituida por otra mujer, mexicana para más señas, un guiño lógico en una entidad que gana más dinero en el país azteca que en cualquier otro. Con su salida, por primera vez en la historia, desaparece todo rastro vasco y deustense del consejo de administración del BBVA.

La vinculación entre la universidad y el banco en el que trabajaban sus mejores licenciados tiene su origen en la propia gestación de La Comercial, hoy Deusto Business School, en 1916

La vinculación entre la universidad y el banco en el que trabajaban sus mejores licenciados tiene su origen en la propia gestación de La Comercial, hoy Deusto Business School, en 1916. Su fundador, Pedro de Icaza Aguirre, seguía el mandato que le había dejado al morir sin descendientes directos su tío Pedro Aguirre Basagoiti, un indiano de Berango que al regresar a Euskadi había utilizado parte de la fortuna que había hecho en México para comprar acciones del Banco de Bilbao hasta ser nombrado consejero.

La Universidad Comercial nació para formar gestores de empresas y especialmente de banca. De hecho, los mejores eran seleccionados por el célebre padre Bernaola antes de terminar sus estudios para trabajar unas veces en el Bilbao y otras veces en el Vizcaya. Sus mejores profesores venían precisamente de esos bancos, en lo que constituyó una simbiosis que dio sus frutos hasta casi terminar el siglo XX.

Pero para entonces otras universidades, y especialmente las escuelas de negocios, ya se habían espabilado. Deusto ya no tenía la exclusiva y, con la pérdida del BBVA, quedó varada en un segundo plano. Ya solo queda Goirigolzarri, que no tardará mucho en jubilarse, al margen de Antón Arriola, presidente de Kutxabank desde finales del año pasado.

Eso no significa que la universidad haya perdido calidad. En una economía tan internacionalizada como la actual quizás tenga más mérito que Ander Pérez Orive, uno de los economistas de la Reserva Federal de EE.UU., haya pasado por Deusto. Sin olvidar a Daniel Maté, uno de los hombres más ricos del mundo, a Sergio Ezama, director de recursos humanos de Netflix en todo el mundo, o a Laura Abasolo, el cerebro financiero de la expansión de Telefónica en América Latina.