Lo de la Ley de Educación en Euskadi empieza a sonar a broma de mal gusto. A este paso algo acabaremos llamando a este proyecto legislativo "el nuevo TAV", porque todo son retrasos. Y es que las múltiples demoras para aprobar la nueva norma apuntan a que no estará lista en esta legislatura

Hace ya un año que se firmaba el ya célebre "pacto educativo". PNV, PSE, Bildu y Podemos suscribían el acuerdo sobre la futura Ley de Educación. Era una alianza histórica, porque contaba con un consenso del 90% del Parlamento vasco. Algo nada sencillo en una sociedad tan fragmentada y tribal como esta en que vivimos. Ahora parece, sin embargo, que aquello era un espejismo.

La Ley iba a estar lista en octubre de 2022. Luego se nos dijo que sería una realidad a finales de año. Después, el Gobierno vasco fijó el primer trimestre de 2023. Pero ya llegamos a abril y no hay rastro del texto. Cierto es que el líder del PSE, Eneko Andueza, adelantó en este diario que el acuerdo entre los partidos gobernantes estaba cercano. Pero este mismo martes el Ejecutivo volvía a admitir la demora... 

Aun en el caso de que el texto de la ley de marras se presente pronto -el nuevbo plazo del Ejecutivo es "las próximas semanas"-, el calendario, jalonado de elecciones, no es propicio para que los partidos la aprueben en la legislatura en curso. Primero vienen las municipales y forales del 28-M, luego tienen que llegar las generales, previsiblemente en diciembre, y después tocarán las vascas, dentro de un año. Ello, unido al descanso de la Cámara en los meses de verano y a que está pendiente el trámite de enmiendas, dibuja un escenario complejo para este acuerdo.   

El consejero de Educación del Gobierno vasco, Jokin Bildarratz./EFE

El consejero de Educación del Gobierno vasco, Jokin Bildarratz./EFE

El problema, claro está, es que la Ley no se puede esperar más tiempo. Los problemas que la normativa en ciernes quiere combatir -actualizar el modelo lingüistico, acabar con la segregación, etcétera- siguen presentes en las aulas. Que los partidos pregunten en los colegios. Ahí verán que en la comunidad educativa empiezan a extenderse el desánimo y la frustración. Es lo que ocurre cuando se generan expectativas y después no se cumplen.