El desbocado déficit de la Seguridad Social en el País Vasco tiene su origen en la evolución demográfica de Euskadi, que se encuentra entre las más exiguas de España. Así, mientras que entre 1975 y 2019 la población española ha crecido en un 32%, la población vasca lo ha hecho solo en un 9,5%. A su vez, esa población es más vieja, lo que en términos netos ha conducido a que la población activa sea menor, hasta el punto de que la población laboral es ahora inferior a la de 1986.

Esto significa que es preciso recurrir a la deuda para pagar las pensiones de los jubilados vascos, ya que el sistema no se nutre de modo suficiente con las contribuciones de los trabajadores.

 

El envejecimiento de la población vasca, que no solo es uno de los mayores de España sino de toda Europa, hace que los costes de los servicios públicos comprometidos con una población cada vez mayor sean crecientes

 

Este dato que se refiere al pago de las rentas de las personas jubiladas vive parejo a otra cuenta de la que se habla menos y que sigue la misma senda deficitaria, como es la de la financiación de los gastos públicos.

El envejecimiento de la población vasca, que no solo es uno de los mayores de España sino de toda Europa, hace que los costes de los servicios públicos comprometidos con una población cada vez mayor sean crecientes. Del mismo modo que en Euskadi se ha reducido la población laboral, ha crecido la población dependiente. La demanda de servicios sanitarios es mayor como también es creciente el gasto en servicios sociales para atender a la dependencia.

La forma de afrontar esta situación por parte de las instituciones públicas vascas ha sido la de incrementar el gasto público. Para poder hacerlo ha recurrido a dos vías.

Por un lado, ha incrementado la presión fiscal, pagamos más por cada euro que ganamos. Concretamente, entre 1995 y 2019, la presión fiscal ha pasado del 15,18% del PIB al 19,47% del PIB vasco. Eso significa que se ha reducido la renta disponible de los vascos, que cada año tenemos que destinar una mayor cantidad de nuestro sueldo para pagar impuestos.

 

En los últimos diez años, el déficit público vasco ha pasado de representar el 8,70% del PIB anual a ser el 15,60%

 

Pero la subida de la presión fiscal no ha sido suficiente para afrontar los gastos crecientes del sistema social y sanitario y eso ha llevado a las instituciones vascas a solicitar crédito. 

Así, en los últimos diez años, el déficit público vasco ha pasado de representar el 8,70% del PIB anual a ser el 15,60%, lo que significa que los vascos hemos duplicado la deuda per cápita desde 2011 hasta ahora.

En definitiva, que los vascos pagamos muchos más impuestos, pero ni aún así es suficiente para costear el creciente gasto público. Además, el gasto público no se destina a inversión sino a gasto corriente. Esto es especialmente grave, ya que, recurriendo a la metáfora, no se gasta para comprar cañas sino para comprar pescado.

 

En definitiva, que los vascos pagamos muchos más impuestos, pero ni aún así es suficiente para costear el creciente gasto público

 

El riesgo del crecimiento del gasto público hasta un punto que eleva el esfuerzo fiscal de los vascos y que aún con ello requiere de endeudamiento adicional es, sencillamente, insuperable. No es posible afrontar el crecimiento del gasto corriente si no hay una expectativa de mejora de ingresos y, en este momento, no se percibe que sea posible lograrlo si no es con una nueva subida de impuestos, lo que, a su vez, reduciría la capacidad de gasto de los ciudadanos y sus posibilidades de inversión. 

Con un mapa demográfico como el que tenemos en Euskadi, la única solución, habida cuenta del riesgo unilateral que representa el Concierto Económico, es la de ajustar el gasto, bien por la vía de la búsqueda de la eficiencia en el sistema o por la moderación en las prestaciones. La otra alternativa es la de empobrecer a la población con más impuestos y más deuda, que si observamos la evolución registrada en los últimos diez años, es la que han escogido las instituciones vascas.