Ha pasado algo más de una semana desde que se conocieron los mensajes publicados por el entrenador del equipo femenino de fútbol del Rayo Vallecano y aún son muchas las mujeres que siguen publicando en sus redes sociales este mensaje: “Yo repito contigo. El Rayo Vallecano ha contratado a un entrenador que dice que hay que violar a una mujer para fomentar el espíritu de equipo. Y no le han cesado…” Precisamente eso es lo que opinaba el entrenador, Carlos Santiso, sobre la manera de hacer equipo, de fortalecer los lazos entre el staff técnico. Decía: “este staff es increíble pero nos faltan cosas, sigo diciendo, cosas como hacer una como los de la Arandina, nos falta ir y que cojamos a una, pero que sea mayor de edad para no meternos en jaris y cargárnosla ahí todos juntos. Eso es lo que une realmente a un equipo”. Y se queda tan fresco. Apostar por la violación no le parece un “jari” (problema), el único jari es que la violada sea menor.

 

En esa cultura de la violación, la degradación de la mujer es constante y se la considera un objeto sobre el que ejercer poder, control o derecho

 

Lo que se pretende con ese mensaje que las mujeres seguimos publicando es que el asunto no caiga, como tantos otros, en el olvido. Porque ese olvido, unido a la impunidad que supone que no pase nada, normaliza un tipo de declaraciones que perpetúan la cultura de la violación, concepto surgido en los años 70 con el que se describe a las sociedades que normalizan la violencia sexual e incluso la minimizan. Se asume que la violencia de todo tipo hacia las mujeres es inevitable. En esa cultura de la violación, la degradación de la mujer es constante y se la considera un objeto sobre el que ejercer poder, control o derecho. 

Existen muchas maneras de luchar contra esa lacra y hay que publicarlas para que vayamos interiorizándolas. Especialmente aquellas personas que consideran, como el presidente del Rayo Vallecano, que mezclamos las cosas y que lo personal (declaraciones como la expuesta) no debe interferir en lo profesional (contratar a Santiso como entrenador). A mí no me cabe duda de que la profesionalidad se forja con lo personal, es decir, con los valores que defiende cada persona anclados, sobre todo, en el respeto.

 

Es fundamental, además, dejar de culpar a las víctimas y no normalizar el insulto o la cosificación de las mujeres

 

Desde ONU Mujeres se trabaja activamente a nivel mundial para erradicar la desigualdad y la violencia hacia las mujeres. Hacen especial hincapié en hacer desaparecer esa cultura de la violación y facilitan varias medidas para lograrlo. La primera de ellas es crear una cultura del consentimiento convencido, es decir, solo sí es sí en las relaciones sexuales. Nos piden además que revisemos las causas profundas de esa cultura que permitimos cuando aceptamos una masculinidad en la que los conceptos de fuerte y masculino se asocian a la dominación. Es fundamental, además, dejar de culpar a las víctimas y no normalizar el insulto o la cosificación de las mujeres. Por supuesto es necesario mostrar tolerancia cero ante el acoso y la violencia, escuchar a las sobrevivientes y mostrarles apoyo en lugar de juzgar, no reírse en ningún caso de la violación porque no es un chiste y contarlo como tal normaliza y justifica esa violencia sexual, poner fin a la impunidad y ser un testigo activo, es decir, no dejar que las agresiones físicas o verbales sigan como si tal cosa y como si fuesen normales. 

Precisamente por todo esto es por lo que queremos mantener el mensaje de denuncia ante una situación que normaliza esa cultura de la violación. Que aún hoy Carlos Santiso continúe al frente del equipo femenino de fútbol es tan anormal como dar por bueno que sus palabras solo fueron una broma. Manteniéndole en su puesto perpetuamos en los puestos de responsabilidad a personas que demuestran no ser capaces de salir de ese pequeño esquema mental en el que las mujeres son cosas a las que someter a su voluntad, sea la que sea. 

 

Muchas personas se preguntan cómo puede Santiso continuar entrenando a un equipo femenino. Creo que la pregunta correcta sería por qué sigue entrenando a un equipo, sin género

 

Ha habido quien sí ha abandonado el Club. Jorge Blanco, el preparador físico del filial femenino del Rayo Vallecano, ha dejado su puesto por principios y valores y se ha mostrado abierto a regresar si la situación cambia. La verdad, no tiene pinta de ir a hacerlo. Su marcha es un apoyo enorme para las mujeres y debería de ser un ejemplo para otros muchos hombres que ven cómo a su alrededor se perpetúan las actitudes machistas pero no se atreven a denunciarlas. En algunos ámbitos hacerlo significa perder “hombría” y sabemos lo que eso significa. Si fuesen más los que se suman a esa forma de hacer estaríamos en el buen camino para lograr la erradicación de esa cultura de la violación. 

Por cierto, muchas personas se preguntan cómo puede Santiso continuar entrenando a un equipo femenino. Creo que la pregunta correcta sería por qué sigue entrenando a un equipo, sin género. Alguien que aboga por la violencia sobre la mujer como método para fortalecer sus lazos con otros hombres solo merece nuestra absoluta repulsa. 

El pasado sábado un grupo de mujeres se colocó frente al Estadio de Balaídos, donde se enfrentaban el Rayo y el Celta, para denunciar la continuidad de Santiso al frente del equipo femenino. La concentración tuvo poco eco mediático. Se lo robaron los enfrentamientos entre las dos aficiones antes del encuentro. Esto nos da una idea acerca de dónde se sigue poniendo el foco.