Como ya saben los seguidores de 'Crónica Vasca', mis colaboraciones se publican los lunes. La anterior a esta vio la luz el 8 de marzo, el Día de la Mujer. No les oculto que mi primera intención fue dedicar mi artículo a esa conmemoración, pero opté por un asunto económico de una manera intencionada, y con el fin de posponer mi opinión sobre nuestro día en particular y nosotras, en general.

Como cada 8 de marzo no nos ha faltado nada. De hecho en esta ocasión hemos contado con más ingredientes de los habituales a causa de la pandemia, y la polémica sobre la oportunidad o no de las manifestaciones. Ya se ha hablado largo y tendido al respecto, antes, durante y después, y no me propongo aburrirles, así que no insistiré en el tema.

Lo que sí me permite haber esperado una semana es poder valorar algunas de las cosas que hemos vivido y que desgraciadamente, son recurrentes cada 8 de marzo. La primera y que escuece, es la apropiación indebida que los partidos hacen sistemáticamente del 8M y en general del movimiento feminista. Ni una cosa, ni la otra deberían tener connotaciones políticas, independientemente del signo que sean, así que por favor, dejen de patrimonializar algo que no es suyo, porque lo único que consiguen es generar tensiones y dudas donde no debe haberlas.

Escuece la apropiación indebida que los partidos hacen sistemáticamente del 8M y del movimiento feminista

Por otro lado están todos esos “fantásticos” que ese día buscan la foto femenina de su equipo porque puntúa en redes sociales o en cualquier otro soporte interno o externo. Acaba una/uno cansado/a de ver ese tipo de publicaciones recurrentes e interesadas, que están muy bien sobre todo si se sostuvieran en el tiempo, fundamentalmente para poner en valor las capacidades de las mujeres que son muchas y variadas.

Capacidades. Sí, esa es la clave. Las mujeres estamos capacitadas para hacer exactamente lo mismo que los hombres, lo venimos demostrando desde hace muchísimo. Aunque para algunos/as esto sea como clamar en el desierto. Tenemos que seguir reivindicando como sociedad en general, que no se diluyan esas capacidades de las que disponemos, porque de no hacerlo perdemos todos. Y las capacidades no están reñidas con las famosas cuotas paritarias, o tal vez sí…depende.

Como mujer y profesional, me gusta tanto que me contraten para completar el ratio de féminas en una plantilla, como que me manden a comprar caramelos con azúcar, porque soy la única mujer en una reunión con una treintena de hombres. Digo esto porque tan agresiva me parece una cosa como la otra. Quiero que me contraten o que me escojan por ser la mejor entre aquellos que optan a la plaza, por capacidades, por destrezas, por conocimiento y por criterio.

Me gusta tanto que me contraten para completar el ratio de féminas en una plantilla como que me manden a comprar caramelos con azúcar porque soy la única mujer en una reunión con una treintena de hombres

Sólo de este modo conseguiremos tener a los mejores donde deben estar, independientemente del género y de cualquier otra característica, y sólo así, seremos una sociedad de verdad igualitaria y mejor.

Las posiciones no se defienden en un día, los planteamientos feministas no caducan una vez que ha pasado el 8M. No necesitamos fotos ese día, no queremos que ningún político abandere nuestras ideas para apuntarse un tanto. Lo que queremos son apuestas de calado, apuestas de alcance y de futuro. Los apoyos para salir bien en la foto de un día no nos sirven, pero evidencian que nos queda muchísimo por hacer, que todavía tenemos que romper muchos de esos techos de cristal que en algunas ocasiones se vuelven infranqueables.

Quedan casi 365 días para hacer posicionamientos realistas, serios y comprometidos con una causa que es de todos, la de la igualdad. Igualdad sin regalos, merecida. Por eso, porque todos los días del año hay que tener presentes las legítimas reivindicaciones feministas este artículo no se publicó el 8M. Y por si a alguien le pica la curiosidad, la que esto firma jamás compró los caramelos con azúcar.