Creo que no soy el único que aprovecha las vacaciones de verano para ponerse al día con las lecturas pendientes. Un buen libro en la mochila es esencial para matar horas de espera en los aeropuertos, tórridas tardes en la playa o mañanas perezosas en el campo. Entre los libros de este año, hay uno que he de confesarles me ha dejado bastante “tocado”. “Al Paraíso” es la nueva novela de la escritora hawaiana Hanya Yanagihara y en su parte final nos sitúa en un Nueva York de finales de siglo (2094) en el que son visibles las consecuencias de un cambio climático devastador: una buena parte de Manhattan ha desaparecido bajo las aguas, la población mundial se ha reducido considerablemente después de sucesivas pandemias provocadas por nuevos virus y el calor es tan insoportable que, a partir de abril, las personas tienen que pasear con trajes refrigerados para poder aguantarlo. Esta distopía, que describe un gobierno totalitario para poder controlar mejor las pandemias, ha vuelto a agitar mi conciencia sobre una pregunta a la que solemos dar más de una vuelta en esta columna. ¿Hacia dónde van nuestras ciudades y el planeta? ¿Estamos a tiempo de evitar las consecuencias irreversibles de un cambio climático que cada vez se acelera más? Esta pasada semana surgía una nueva señal de alarma: el planeta está a punto de sobrepasar 5 peligrosos puntos de inflexión climática como el deshielo de Groenlandia, el colapso de las corrientes del mar de Labrador o la pérdida de los corales tropicales. Y no son los únicos datos para la alarma, hay estudios que señalan que en los últimos 300 años se han perdido más del 35% de los bosques de la tierra.

Las ciudades, y la actividad que se desarrolla en ellas, son en buena parte las culpables de este deterioro, no olvidemos que cerca del 70% de la población mundial vivimos en áreas urbanas, pero también son una parte muy importante de la solución, ya que si conseguimos virar sus estrategias hacia modelos más sostenibles podremos afrontar este cambio de ciclo con más garantías. La Unión Europea fue consciente de la importancia de las políticas urbanas sostenibles y hace una docena de años creo la iniciativa Green Capital, para premiar a las ciudades más verdes del continente y convertirlas en “faros” de buenas prácticas y palancas tractoras del resto de municipios europeos. Hace una década que la elegida fue la capital de Euskadi, Vitoria-Gasteiz, y durante todo este mes de septiembre su Ayuntamiento lo celebra con una serie de eventos que incluyen diálogos abiertos y reflexiones sobre el futuro. Sin embargo, creo que estos 10 años de capitalidad verde también nos permite extraer algunas lecciones que pueden ser muy útiles para el resto de ciudades vascas, españolas y europeas y que nos pueden dar algunas claves para no acabar en una sociedad como la que describe la escritora hawaiana.

 

El cambio de modelo cuesta, es una lucha a largo plazo en la que no se puede bajar la guardia y la mejor arma para no hacerlo es una sensibilización continua de la ciudadanía

 

Podríamos empezar por decir que, aunque parezca lo contrario, “nada está ganado” una ciudad como Vitoria-Gasteiz, con décadas de construcción sostenible a sus espaldas, sigue encontrándose con peligrosos rechazos que pretenden dar marcha atrás en estrategias tan consolidadas como la movilidad sostenible y reivindican el coche privado como sino pudiéramos vivir sin él. El cambio de modelo cuesta, es una lucha a largo plazo en la que no se puede bajar la guardia y la mejor arma para no hacerlo es una sensibilización continua de la ciudadanía.

Es absolutamente necesario profundizar y acelerar las políticas de adaptación al cambio climático en las ciudades. Veranos como el que acabamos de pasar, con olas de calor cada vez más frecuentes, nos muestran hasta que punto es importante hacer ciudades con más infraestructura verde que mitigue el efecto isla de calor o la necesidad de replantearnos nuestros horarios laborales, entre otros aspectos.

 

Sin una buena gobernanza es imposible construir una ciudad verde. Hay que mejorar la transversalidad y el trabajo en equipo entre los diferentes departamentos y las diferentes instituciones

 

La construcción de ciudades sostenibles, además de ser compartida, debe realizarse de manera justa, sin dejar a nadie atrás. Una ciudad no puede denominarse verde sino tiene en cuenta a los más vulnerables que, además, suelen ser los más perjudicados por los efectos que ya está provocando el cambio global.

Sin una buena gobernanza es imposible construir una ciudad verde. Hay que mejorar la transversalidad y el trabajo en equipo entre los diferentes departamentos y las diferentes instituciones. En este sentido, procesos como el de las Agendas Urbanas 2030, que pretenden implantar los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) en los municipios, pueden ayudar a realizar estrategias de ciudad compartidas en las que participen los diferentes agentes.

Muchos de los cambios necesarios para adaptarse al cambio climático pasan por un cambio del modelo económico actual pasando de una economía lineal a otra más circular. Implicar al sector es fundamental y para lograrlo, tenemos que demostrar y hacer que ser sostenible sea más competitivo y rentable que no serlo.

 

Seguimos estando en un momento crucial para nuestras ciudades, no podemos permitirnos volver a equivocarnos

 

Estas son sólo algunas de las lecciones que nos deja esta década de Green Capital, un título que, en mi opinión, no se ha valorado lo suficiente, no hay más que ver las ciudades que precedieron (Estocolmo, Hamburgo) y sucedieron (Copenhague, Bristol, Lisboa..) a la capital alavesa. En los próximos años las ciudades que quieran ser verdes van a tener que cuidar con especial mimo los siguientes aspectos: la introducción progresiva de la infraestructura verde, la movilidad sostenible, el cambio energético para reducir sus emisiones, una estrategia alimentaria sostenible y una rehabilitación urbana inteligente. 

Seguimos estando en un momento crucial para nuestras ciudades, no podemos permitirnos volver a equivocarnos. Estas épocas preelectorales suelen ser peligrosas y es fácil caer en tentaciones populistas, seamos inteligentes y construyamos las ciudades del futuro pensando en una realidad que ya está aquí. El verde es mucho más que un color, ya lo decía el lema inicial de Vitoria-Gasteiz European Green Capital 2012: Verde por fuera…pero, sobre todo, verde por dentro.