Dicen que no es lo mismo oír que escuchar porque lo segundo implica ir más allá, interiorizar el mensaje del emisor para poder procesarlo y decodificarlo. Pues bien, Yolanda Díaz ha terminado su ‘matrix’ personal y el proceso de escucha activa a organizaciones, asociaciones, intelectuales, partidos políticos … ha dado paso a que los grupos sectoriales dentro de la plataforma que liderará Díaz tengan listas las conclusiones que serán las bases del proyecto Sumar. A lomos de lo recolectado, la vicepresidenta segunda ha anunciado que ha llegado la hora. Dará un paso al frente el próximo dos de abril en Madrid, Domingo de Ramos, sobre las ramas de palma de la izquierda reunificada recogidas durante este tiempo para presentar su candidatura a las elecciones generales, si nada cambia hasta esa fecha.

Las alforjas de su presentación están cargadas de numerosos contactos del espacio denominado “lo que está a la izquierda del PSOE”. Quince formaciones donde cabe desde Compromís, Izquierda Unida , los ‘Comuns’ o escisiones del núcleo de Podemos, Más Madrid de Iñigo Errejón o el proyecto canario del exmorado Alberto Rodríguez. La plataforma Sumar cosida como una colcha de patchwork que sirva para arropar la revalidación de un Gobierno de coalición. Lo que sucede es que para terminar de coser la manta falta por incorporar el fragmento angular del que nació políticamente como ministra de Trabajo la propia Yolanda Díaz, Podemos que aún no ha confirmado su asistencia al día de la gran presentación.

Han pasado dos años de la salida de Pablo Iglesias del Gobierno y la política. Dos años desde que impuso sus manos sobre la cabeza de la sucesora a los mandos de Unidas Podemos, Yolanda Díaz. Más de mil días donde el control ha sido más figurado que real. 

Desde los morados presionan para llegar a un acuerdo antes del dos de abril y desde Sumar prefieren que sea después de las elecciones de mayo. El tema está absolutamente enquistado, las relaciones entre la ministra Díaz y las ministras Belarra y Montero no son buenas

La decisión de Díaz de empezar a tricotar los espacios a la izquierda de su socio se recibieron como una agravio nada más echar a andar el pre-proceso de escucha. Fue en Valencia en el acto de ‘Mujeres Políticas’ organizado por la entonces vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y la portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, Fátima Hamed Hossain, con ausencia de las ministras de Podemos Ione Belarra e Irene Montero. Pocos meses de contención después llegó el primer aviso del exlíder “respétanos, lo que hiciste en Trabajo es extraordinario y lo hiciste gracias a un partido que no es el tuyo”

Lo cierto es que hay argumentos en los dos bandos para defender sus posiciones. Es legítimo reivindicar que quien ha delegado el proyecto en una persona permita la autonomía de la gestión del espacio político a dicha sucesora, sin tutelas ni ambages. Como legítimo es reivindicar los logros políticos de Podemos llegando a entrar en el primer Gobierno de coalición en España gracias a los que la propia Díaz ha desplegado sus dotes en el diálogo social, el SMI, etc... consiguiendo ser una de las políticas más valoradas en las encuestas por encima del propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En definitiva, lo que le vienen a decir desde Podemos es que si está ahí es gracias a ellos y el camino que ha emprendido con la plataforma Sumar no puede prescindir de quien le puso, ni siquiera igualarse en peso específico al de otras formaciones de la plataforma y para ello exigen primarias abiertas.

Desde la presentación de la toma en consideración de la reforma de la ley del solo sí es sí, podríamos afirmar que el Gobierno funciona a tres bandas, la socialista, la de Yolanda Díaz y la de Podemos

Las negociaciones siguen abiertas. Desde los morados presionan para llegar a un acuerdo antes del dos de abril y desde Sumar prefieren que sea después de las elecciones de mayo. El tema está absolutamente enquistado, las relaciones entre la ministra Díaz y las ministras Belarra y Montero no son buenas. De hecho el proceso de escucha ha sido especialmente largo porque no se ha alcanzado un acuerdo en cómo proceder en el engranaje de lo que quiere una parte y la otra. Cada vez les resulta más complicado disimular y el riesgo de un no acuerdo está sobre la mesa. De hecho, desde la presentación de la toma en consideración de la reforma de la ley del solo sí es sí, podríamos afirmar que el Gobierno funciona a tres bandas, la socialista, la de Yolanda Díaz y la de Podemos.

Lo más llamativo de este asunto y del peligro de quiebra en la izquierda, dificultado la suma para la renovación de un futuro Gobierno de coalición. es que la nueva política se parece demasiado a la vieja política con sus peores tics. Al final, no estamos hablando de una diferencia de proyecto político, podría haber distintas visiones sobre estrategia o táctica para llevarlo a cabo, pero en ningún caso de diferencias insalvables en un programa electoral. Luego estamos hablando de la lucha por quién es la cabeza visible de ese espacio, de eso y estrictamente en eso se basa el pulso Podemos y Sumar.

Siendo consciente de esto, Díaz, este fin de semana, hacía suyas una palabras que Pablo Iglesias pronunció en 2019 cuando apostaba por un acuerdo con Izquierda Unida. “No es fácil juntar lo distinto, ponerse de acuerdo con otras tradiciones políticas, pero si aspiramos a cambiar este país y estamos de acuerdo en el 90% del programa, hay que tener la suficiente altura para entender que tenemos que caminar juntos”, dijo Iglesias. El envite de sus propias afirmaciones es el que tendrán que aceptar o no, con el riesgo de concurrir por separado y perder el órdago en la partida final, las elecciones generales.