Comience poniendo un organismo regulador en su vida, llénelo de estómagos agradecidos y espere sentado, que todo llegará. 

Tengo delante de mí dos folios que se hicieron famosos en el lejano mes de enero cuando surgió el tema de las vacunas irregulares en los hospitales de Basurto y de Santa Marina. Los dos folios era el famoso protocolo de vacunación que, según la consejera de Sanidad, Gotzone Sagardui, y los suyos probaba fehacientemente que los gerentes de los hospitales y el personal de dirección sabían que no podían vacunarse. 

La Comisión de Ética del Gobierno vasco afirma que “en ese momento no había protocolo interno de vacunación en Osakidetza”, para después sostener que así y todo “las prioridades del Ministerio de Sanidad eran bien conocidas”.

Yo defendí en un artículo de esa época que eso ni era un protocolo ni era nada, que producía más confusión que luz y que los gerentes, siguiendo al pie de la letra el negro sobre blanco podían, o no, vacunarse. Depende. Una chapuza. Hubo grandes discusiones acerca de ese famoso protocolo. Pues bien, la Comisión de Ética del Gobierno vasco opina igual y en su acuerdo 3-2021 afirma que “en ese momento no había protocolo interno de vacunación en Osakidetza”, para después sostener que así y todo “las prioridades (de vacunación) del Ministerio de Sanidad (español) eran bien conocidas”.

Resumen: los vacunados “ilegales” no incumplieron protocolo alguno, ya que no existía, y la máxima responsable mintió al decir que sí lo había. Como mintió al asegurar que se enteró de las citadas vacunaciones después de que se efectuaran cuando, al menos en el caso de Santa marina había sido puntualmente informada días antes por los responsables del centro y Osakidetza -en lógica- consecuencia había servido vacunas para inmunizar a todo el centro hospitalario.

La Comisión de Ética no solo no reprocha nada a Gotzone Sagardui sino que la felicita por actuar con “ejemplaridad y contundencia”

Así y todo, la Comisión de Ética no solo no reprocha nada a Gotzone Sagardui sino que la felicita por actuar con “ejemplaridad y contundencia”. La Comisión de Ética del Gobierno vasco, presidida por Olatz Garamendi, consejera de Gobernanza, es un sainete.

En segundo lugar, coja usted una agencia para preservar la competencia y controlar los cárteles, que funcione razonablemente bien durante seis años, a continuación, desbrávela nombrando a gente pusilánime, y respire tranquilo que no habrá informe de la Comisión Nacional de los Mercados de la Competencia (CNMC) que le tosa. 

Cualquiera podría esperar que después de que la CNMC multara millonariamente a varias consultoras por pactar precios y ponerse de acuerdo para adjudicarse concursos en las administraciones vascas, éstas últimas, que son las responsables de gestionar nuestros dineros, acudieran raudas al juzgado más próximo para pedir responsabilidades. 

 Igual que las administraciones no han corrido al palacio de justicia más próximo tampoco los sindicatos de funcionarios han expresado su disgusto por la externalización de los servicios 

Pues no. Por una razón principal. Porque indiciariamente, las administraciones son tan responsables como las consultoras de esa trama. Porque las administraciones tienen la infausta manía de externalizar casi cualquier informe y lo quieren a medida, por eso lo adjudican, presuntamente, a dedo y luego la adjudicataria digital ya se arreglará para apañar el concurso necesario. Las consultoras no son trigo limpio, pero la administración pública tampoco. Y seamos justos, igual que las administraciones no han corrido al palacio de justicia más próximo tampoco los sindicatos de funcionarios (aquí ELA y LAB, básicamente) han expresado su disgusto por la externalización de los servicios citados. Una mano lava la otra.

¿Y qué pinta en todo esto la Autoridad Vasca de la Competencia? Teniendo en cuenta que, desde agosto de 2020, cuando tomó posesión Alba Urresola, nueva presidenta, ha dictado 4 resoluciones frente a las 25 dictadas entre marzo de 2017 y julio de 2020, bajo la presidencia anterior, podemos inferir que ahora trabajan la mitad. No estresarse. Y también podemos decir que en estos meses las posibilidades de ser sancionados, después de la investigación correspondiente, han bajado mucho para los presuntos infractores. Pero mucho. Presuntamente.

La mayoría del PNV avanza como una columna de Panzers en la blitzkrieg de mayo de 1940, lapidando cualquier petición de investigación o de dimisión. Y su socio, el PSE, le secunda fielmente

Por último, gestione mediocremente una pandemia -como todo el mundo, por otro lado-, maree al personal durante su gobernanza y al final, en un acto de soberbia imperial, niegue la vacuna a quien se vaya de vacaciones. No pasa nada, tenemos a Arconada en forma de encuestas que dicen que Urkullu es como Iribar  ¡Cojonudo!. Y el Gobierno vasco, el ayuntamiento de Bilbao y el PNV en general, que de eso se trata, son como el Athletic de los 11 aldeanos, la Real del doblete y el Alavés de Dortmund. Todos juntos. Formidables.

Mientras tanto, la mayoría del PNV avanza como una columna de Panzers en la blitzkrieg de mayo de 1940, lapidando cualquier petición de investigación o de dimisión. Y su socio, el PSE, le secunda fielmente, no solo en el sentido del voto, lógico, sino en los argumentos. Ni un pero, oiga. Se llama lealtad institucional y tiene un precio, presumiblemente caro.