Quizás hayan empezado a leer este artículo preguntándose a qué responde esta especie de trabalenguas que he puesto en el título. Les soluciono el misterio desde ya: La A de ahorro, la E de eficiencia y la R de Renovables. Conociendo estos tres conceptos ya se pueden imaginar que vamos a hablar de energía, de producción y consumo, uno de los grandes retos a resolver en Euskadi. Le confieso que el detonante para escribirlo fue una noticia publicada hace pocos días en Crónica Vasca en la que se explicaba como el EVE (Ente Vasco de la Energía) había tenido que reducir a la mitad un fondo de ayuda para el ahorro energético municipal por falta de propuestas. Aunque este dinero, alrededor de 5 millones de euros, no se va a perder sino que se va a dedicar a otros aspectos para impulsar la sostenibilidad energética, me llama poderosamente la atención que a estas alturas no se esté dando la importancia que merece el ahorro energético en alguno de nuestros municipios.
No les voy a aburrir con la delicada situación energética de Euskadi, España y la propia Europa. La guerra de Ucrania ha dejado en evidencia la excesiva dependencia de todo el continente de los combustibles fósiles que se producen y controlan desde fuera de la UE. En el caso de nuestra comunidad autónoma, esta dependencia es aún más notable porque ha sido una de las que menos proyectos de energías renovables ha conseguido implantar en los últimos años. Las consecuencias de esta política energética de la UE la venimos padeciendo en nuestros bolsillos en el último año, con los importantísimos incrementos del precio de la luz y el gas pero también lo sufre desde hace muchos más años nuestro clima, con miles de toneladas de combustibles fósiles quemados y sus consiguientes emisiones a la atmósfera.
No creo que a estas alturas quede nadie que todavía cuestione la urgencia de una transición energética en nuestro territorio, y si lo cuestiona es que, en mi opinión, vive ajeno a la realidad. Este cambio de modelo pasa por los 3 conceptos que les describía al principio del artículo: ahorro, eficiencia y renovables. Además, creo que por ese orden. Es evidente que hemos estado consumiendo mucha más energía de la que necesitamos, la mejor prueba de ello es ver como cuando nos han tocado el bolsillo a todos hemos conseguido rebajar la demanda de gas en España en más de un 21% y la de electricidad en un 7,5%.
La propia UE ha revelado que desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, el consumo de gas en Europa ha bajado en un 19%. Es bastante triste que como sociedad hayamos tenido que esperar a que un conflicto nos despertara sobre nuestra dependencia energética para comenzar a aplicar la primera de las soluciones: ahorrar en el consumo energético. Imágenes como las de grandes espacios comerciales con las puertas abiertas de par en par en invierno y la calefacción a 25 grados o edificios de oficinas con luces encendidas durante toda la noche han sido demasiado frecuentes en nuestras ciudades.
Evidentemente, este ahorro y la consiguiente reducción en el consumo debe comenzar por cada uno y llegar a todas las empresas e instituciones, de hecho, deben ser estas últimas las que lo impulsen y las que deben dar ejemplo empezando por sí mismas. Este ahorro puede conseguirse consumiendo menos energía, pero también siendo más eficientes en su consumo. Un buen ejemplo de esto último es la rehabilitación energética de edificios antiguos que permiten reducir de manera muy importante escapes térmicos, pero también lo son las medidas de movilidad sostenible en la ciudad, favoreciendo los modos de transporte descarbonizados, o los planes de eficiencia energética en las empresas.
Europa acaba de poner una cifra a este ahorro. Para 2030 deberemos reducir nuestro consumo energético en un 11,7% respecto a 2020. Quizás a algunos de ustedes pueda parecerle una cifra muy difícil de conseguir pero si les digo que, según datos del EVE, en Euskadi se ha conseguido ahorrar un 50% de consumo gracias a medidas de eficiencia energética se darán cuenta de que es una cifra alcanzable y deseable.
En este cambio de modelo energético en Euskadi, además del ahorro y la eficiencia, hay que impulsar de manera muy importante las energías renovables. No hay otra vía para ser menos contaminantes y para ser menos dependientes. Cuanto más ahorremos y más eficientes seamos, menos producción energética necesitaremos, pero toda la que necesitemos tiene que llegar en un futuro próximo de fuentes renovables. Somos un país pequeño y tenemos que aprovechar al máximo nuestros recursos, por eso es importante llegar a un acuerdo lo más amplio posible para el desarrollo de estos proyectos renovables en todo el territorio.
No podemos dejar pasar más tiempo, hay que abordar de manera decidida esta transición energética con criterio y consenso, pero también con sentido común y sin hipocresía
No hay una sola vía, vamos a convivir con proyectos como las Ekiolas, cooperativas de iniciativa público-privada para producir y consumir energía solar, parques solares como los de Elburgo y Arrazua-Ubarrundia en Álava que darán luz a más de 60.000 hogares y las instalaciones eólicas que se van a ir instalando en diferentes puntos de nuestra geografía. No podemos dejar pasar más tiempo, hay que abordar de manera decidida esta transición energética con criterio y consenso, pero también con sentido común y sin hipocresía. No podemos seguir consumiendo energía que provenga de combustibles fósiles y negarnos a impulsar proyectos de renovables.
Creo que este mensaje va calando poco a poco en la sociedad y que las empresas lo tienen ya muy presente, con proyectos de innovación como el de Tubacex que proyecta una planta para producir hidrógeno verde con la basura de Vitoria-Gasteiz. También hay ejemplos como el que nos descubría este fin de semana en Crónica Vasca Jaione Sanz: Masermic, una empresa de Gipuzkoa que construye en China una planta solar con una novedosa tecnología de diseño y fabricación propias. Una prueba más del potencial de esta transición energética para generar empleo y nuevas oportunidades de negocio. Apostemos todos y todas por esta ecuación: ahorrar, ser más eficientes e incrementar la producción propia de renovables. Sinceramente creo que no hay otra alternativa.