Si en economía hay un término maldito este es recesión. En los últimos días escuchamos la palabra recesión de forma peligrosamente habitual, a través de organismos tan significativos como la OCDE, el FMI o el Banco Mundial, sin olvidarnos de nuestros dirigentes políticos que se hacen eco de la palabra para lo contrario que el resto, esto es, para descartar que España corra el riesgo de entrar en recesión.

Se entiende por recesión una caída del PIB generalizada durante un periodo significativo. El riesgo sin ninguna duda, está ahí y el presidente del Banco Mundial ha sido claro “para muchos países la recesión será difícil de evitar”.

Ojalá no nos toque, pero en estos casos, lo más importante no es negar la mayor públicamente, sino trabajar el peor de los escenarios con el fin de tener contempladas las salidas más airosas, por si finalmente nos toca bailar con la más fea, y teniendo en cuenta nuestro recorrido…

Experiencia sobrada tenemos en no hacer los deberes de forma conveniente, para luego argumentar que no se podía prever. En esta ocasión suena por todos los lados ¿vamos a convertirnos nosotros en una de las pocas islas no afectadas por la coyuntura económica? ¿Nos vamos a quedar al margen de la recesión estando como estamos en una economía globalizada?

De momento lo que tenemos ya encima de la mesa es el triste honor de tener la inflación en una cifra que causa alarma y que alcanza el 10,2%

De momento lo que tenemos ya encima de la mesa es el triste honor de tener la inflación en una cifra que causa alarma y que alcanza el 10,2%. La permanente subida de los precios la llevamos notando todos desde hace meses en nuestros bolsillos, y la mayoría de nosotros ya estamos adoptando medidas como por ejemplo olvidarnos de disfrutar de las ansiadas vacaciones o de hacerlo, minimizar el impacto económico.

Sorprende, por cierto, que en esta tesitura algún líder sindical se descuelgue pidiendo una subida salarial con un ¡Que se vayan a hacer puñetas, vamos a disfrutar del verano! Y claro, el verano nos lo hemos ganado, y del verano podemos disfrutar, pero sin olvidar que después de una estación viene otra 

De hecho, todo apunta a que nos viene por delante un otoño y un invierno especialmente duros. Nuestros peligros más obvios siguen estando relacionados con la carestía de la energía, la crisis de suministros y el conflicto bélico en Ucrania. La reiterada amenaza de un posible corte en el suministro de gas por parte de Rusia pone los pelos de punta a la Unión Europea, particularmente a Alemania, por su elevada y reconocida dependencia del gas ruso.

A nadie se le escapa que un problema económico en la locomotora europea, pasará factura de una u otra forma al resto de países europeos, y nosotros no vamos a ser una excepción

A nadie se le escapa que un problema económico en la locomotora europea, pasará factura de una u otra forma al resto de países europeos, y nosotros no vamos a ser una excepción. Estamos por lo tanto ante un momento complicado y hay que hacer proyecciones de futuro que contemplen las dificultades. Nos encontramos en pleno verano y habrá indicadores, como por ejemplo el empleo que se mueva en positivo, aunque no sean más que de forma transitoria.

No sé ustedes pero creo que las vacaciones de todos serían mucho más tranquilas si supiéramos que pase lo que pase, tenemos un plan de choque que va a minimizar el impacto de lo que pueda venir. Me temo que de esto hay más bien poco y que más antes que después escucharemos eso de “nos encontramos ante una situación imprevisible que además nos afecta a todos”.

Ponerse la venda antes de tener la herida es absolutamente recomendable en muchas ocasiones, especialmente importante cuando nos referimos a las cosas de comer. Tranquiliza a estas alturas muy poco, que nos digan que aquí no hay riesgo de recesión porque cada vez que negamos algo, nos acaba pasando. Y esto sí se puede saber, y de hecho, se sabe.