Ya estamos en 2023 y sólo nos quedan 7 años para alcanzar una de las fechas claves señaladas por todas las instituciones internacionales como punto de inflexión en la salud de nuestros planeta: 2030. Quien más quien menos han oído hablar de la Agenda 2030 impulsada desde la ONU y estructurada en otras agendas más cercanas a nuestra realidad cotidiana, como las agendas urbanas locales que acercan los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) a toda la ciudadanía.

Pues bien, los retos de transformación a los que obligan estas agendas nos apremian a afrontar cambios muy importantes en este corto período de tiempo. Euskadi no es ajeno a todo este movimiento y 2023 va a ser un año esencial para impulsar muchos proyectos y reformas pendientes de las que depende conseguir un territorio más sostenible y con garantías de abordar un futuro libre de carbono. En este primer artículo del año vamos a repasar los que, en mi opinión, son más urgentes e importantes.

-Cambio Climático: los 20 grados con los que hemos despedido 2022 en la mayoría de las capitales vascas hacen más evidente el enorme reto que representa para todos nosotros y las graves consecuencias que puede tener si no sabemos adaptarnos y afrontar todos sus retos. Proyectos como el LIFE Urban Klima 2050 ya están trabajando sobre ello con acciones de demostración en la costa, la cuencas de los ríos y las áreas urbanas, pero hace falta una apuesta más decidida de todos, instituciones y sociedad para virar toda nuestra estrategia hacia este nuevo escenario.

No se puede hacer nada sin pensar en él y, desgraciadamente, alguna veces todavía legislamos y actuamos sin tenerlo en cuenta. Las nuevas políticas tienen que ayudar en su mitigación y favorecer la adaptación de Euskadi a este nuevo escenario y por lo tanto, influye directamente en como abordar alguno de los otros retos que vamos a describir a continuación. 

-Energía: los precios del gas y la luz y la guerra de Ucrania han situado este tema entre los prioritarios de la mayoría de los habitantes de Euskadi y ha vuelto a poner sobre la palestra la enorme dependencia que tiene nuestro territorio, que apenas produce un porcentaje muy reducido de la energía que consume. En este aspecto, se está poniendo mucho énfasis en la necesidad de eliminar las fuentes de energías fósiles y desarrollar las renovables, durante 2022 más del 44% de la energía que se produjo en España fue de este tipo.

Es evidente que Euskadi necesita más proyectos de renovables y también es evidente que deben hacerse con el mayor consenso posible y sin afectar de manera importante a sus espacios naturales y a su biodiversidad. Hay que encontrar puntos de encuentro y comenzar ya a implementar proyectos eólicos, solares y de otro tipo en nuestra comunidad. Sin embargo, también es absolutamente acuciante incrementar la eficiencia y el ahorro energético para reducir la demanda de energía, en este aspecto echo en falta políticas más audaces y una mayor sensibilización y concienciación ciudadana. La mejor energía es la que no se consume.

-Movilidad: el sector del transporte es uno de los mayores responsables de emisiones de gases efecto invernadero a la atmósfera y, por lo tanto, su evolución es clave para transformar esta situación. Y lo es tanto en la movilidad urbana como en la interurbana. Los retos de Euskadi pasan por incorporar y poner en funcionamiento, de una vez por todas, la alta velocidad entre sus tres capitales y la conexión con Madrid, saben que soy bastante escéptico de todos los plazos dados por las instituciones pero me conformaría con que esto fuera una realidad antes del fin de la década.

La Y vasca debe servir para reducir drásticamente los desplazamientos en vehículo privado entre los 3 territorios, sino lo logramos la inversión y paciencia habrán servido para muy poco. También es necesario seguir profundizando en la sostenibilidad de nuestra movilidad urbana y todavía queda mucho camino por recorrer. Me resulta increíble que se sigan hablando entre los retos a resolver en algunas de nuestras ciudades el del supuesto “colapso” de tráfico en algunas de sus zonas.

Lo que hay que hacer es garantizar la movilidad universal en modos de desplazamiento sostenible y eso pasa por ponérselo difícil al coche en las ciudades, lo demás es hacerse trampas al solitario, que se lo digan a los norteamericanos que tienen autopistas de 8 y más carriles por sentido y también algunos de los mayores atascos mundiales. Más transporte público, más bicicleta, mejor espacio público para la movilidad a pie y una planificación urbanística más inteligente para no seguir generando más tráfico de vehículos privados.

-Residuos: es la eterna asignatura pendiente de la sostenibilidad en Euskadi. En los últimos años, la tragedia de Zaldibar ha puesto el foco en lo insostenibles que somos todavía en la gestión de nuestros residuos y en la falta de espacios para tratarlos adecuadamente. Al igual que comentábamos con la energía, el mejor residuo es el que no se genera. Nos queda mucho por hacer en la prevención de esta generación de desechos y esto pasa por incrementar exponencialmente la concienciación ciudadana y obligar a los productores a realizar productos más circulares.

Hay más retos, aspectos como la rehabilitación urbana de nuestros barrios más deteriorados, la conservación y mejora de la biodiversidad, la alimentación sostenible, el incremento de las infraestructuras verdes en nuestros pueblos y ciudades y, como no, la reducción de las desigualdades porque la transición ecológica debe ser justa y tener en cuenta todas las necesidades.

La CAPV tiene una estrategia de economía circular que hay que intensificar y desarrollar pero también hay que incrementar nuestros niveles de reciclaje, muy alejados en algunos territorios de las demandas de Europa, especialmente en lo que se refiere a la materia orgánica. El plan del ejecutivo autónomo para 2030 es que el 60% de los residuos municipales sea reutilizados o reciclados. Capítulo aparte merece el depósito y tratamiento de esos residuos, que ya ha generado fricciones en algunos puntos de la comunidad con el nuevo planteamiento realizado desde Gobierno Vasco.

-Economía circular: el giro hacia esta economía es esencial en los tres territorios, tenemos que ir abandonando de manera urgente las prácticas de la tradicional economía lineal y eso pasa por un proceso de transformación total de nuestro tejido económico. Creo que todavía son pocas las empresas que lo están haciendo y creo que se tienen que dedicar muchos más recursos institucionales a apoyar esta transición. Esto pasa por una apuesta muy importante por la innovación, se han creado en 2022 varios centros de economía circular en Bizkaia o Álava, vamos a ver si dan sus frutos y la circularidad se va integrando en más sectores.

Por supuesto, son muchos más los retos sostenibles para este nuevo año, aspectos como la rehabilitación urbana de nuestros barrios más deteriorados, la conservación y mejora de la biodiversidad, la alimentación sostenible, el incremento de las infraestructuras verdes en nuestros pueblos y ciudades y, como no, la reducción de las desigualdades porque la transición ecológica debe ser justa y tener en cuenta todas las necesidades. Todos son caminos donde tenemos mucho que avanzar. Tiempo tendremos en este 2023 de hablar de ellos y seguir incidiendo en una idea central básica. El futuro de Euskadi será sostenible o no será.