Pásate al MODO AHORRO

Confieso mi gran enfado, mi enojo más absoluto por el monumental lío y, no solo jurídico, que se ha creado entorno a la conocida ley del “solo sí es sí”. Como mujer y como mujer feminista me causa gran desazón observar que grandísimos avances y conquistas pueden irse por el sumidero de quién gana el relato político en el marco de una precampaña electoral a cara de perro.

Es un daño irreparable el que está sufriendo esta sociedad en su conjunto por la gestión comunicativa de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual que incluye cuestiones fundamentales para las mujeres que están quedando apartadas del debate público. Aspectos como el educativo y pedagógico en las escuelas, centros de protección específicos para las víctimas, protocolos de actuación ante una posible agresión sexual, en materia laboral, apoyo y ayudas económicas a disposición de las mujeres agredidas que han quedado diluidos por el debate punitivista. No rebajo su importancia, que la tiene, destaco y giro el foco un momento para ver más allá y poner en valor las cuestiones que hacían de esta ley, una mucho mejor que la anterior. Estamos perdiendo todos y todas y cada cual tiene su dosis de responsabilidad.

Ninguno de los dos socios quiere asumir el coste de quiebra oficial, pero es que es muy probable que aún queriéndolo mucho, deseando llegar agraviado y victimizado por el socio mayoritario a las elecciones tampoco pueda romper la coalición Podemos porque su espacio no es compacto

Siempre he pensado que cuando uno se equivoca lo mejor es que tras constatarlo, hay que asumir el error y enmendarlo. Para la vida es un buen consejo, pero en política es esencial. Por ello, tras las primeras rebajas de condenas y excarcelaciones de agresores sexuales negar la mayor y decir que eso no iba a pasar y a posteriori disparar a ráfaga contra toda la judicatura con la acusación de machistas fue como abrir la caja de Pandora de todos  los males acaecidos después. Claro que hay jueces machistas, claro que hay jueces que les incomoda el ministerio de Igualdad, pero eso no soluciona la alarma mediática y social de unos efectos indeseados, pero reales y palpables. Se perdió la primera oportunidad de ser prudente y analizar mejor la situación, también políticamente.

El Partido Popular olió la posibilidad de meter cuña en el Gobierno de coalición y a pesar de que se opuso a esta ley porque decía que criminalizaba a todos los hombres y que se invertía la carga de la prueba y, en ningún caso por sus posibles deficiencias en técnica jurídica, tira del sedal de las rebajas de penas para ganar el relato y envenenar el núcleo del Gobierno. Tiende la mano a un PSOE que ya ha presentado de manera unilateral una proposición de ley para modificar la ley del “solo sí es sí” y ha confirmado que la apoyará. Y es que según el PP, el PSOE calca las penas y párrafos de su reforma presentada en diciembre. Jaque al Gobierno con unos votos que le dan la mayoría a los socialistas y que no pueden rechazar.

En el seno del PSOE también han hecho sus cábalas y han tenido que elegir entre qué les desgastaba menos. Si enmendar la ley con su proposición y con el apoyo de los populares para evitar en el futuro penas mas bajas en el paradigma jurídico de incluir de nuevo el tema de la violencia e intimidación, o que siguiera pasando el tiempo en pro de una solución política conjunta con su socio. Ya sabemos que sus cálculos han dado como resultado que la primera opción tiene menor coste.

Mientras los socios del Gobierno han echado el freno de mano a la espera de un análisis más sosegado, la derecha ha recuperado proactividad, foco y probablemente votos

Unidas Podemos se ve acorralado, siente que se le están imponiendo una ley que no es la suya y que era una de las banderas moradas dentro de su acción en el Ejecutivo y que además la va apoyar la derecha. La relación entre los socios es crítica y planea la posibilidad de la ruptura. Cómo acabe la coalición es la consecuencia de haber perdido mucho tiempo primero en negar y luego en intentar solventar los impactos perniciosos de la aminoración de condenas. No solo eso, hay que tener en cuenta que afectará a otras leyes que ya estaba costado gestionar y que eran claves para la izquierda como la “ley mordaza” o la “ley de vivienda”.

Me temo que de facto el Gobierno de España está roto. Ninguno de los dos socios quiere asumir el coste de quiebra oficial, pero es que es muy probable que aún queriéndolo mucho, deseando llegar agraviado y victimizado por el socio mayoritario a las elecciones tampoco pueda romper la coalición Podemos porque su espacio no es compacto. Yolanda Díaz y su posicionamiento de perfil en este conflicto e incluso dicen que ejerciendo un papel de mediadora entre las partes no acompañaría el órdago de salida, no me cabe la más mínima duda.

Es una situación endiablada. Políticamente difícil de disimular, comunicativamente imposible de gestionar peor. Mientras los socios del Gobierno han echado el freno de mano a la espera de un análisis más sosegado, la derecha ha recuperado proactividad, foco y probablemente votos. Tenemos por delante todo el mes de febrero para ver cómo la política se convierte, de nuevo, en el arte de lo imposible.

 

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