Hay que reconocer que tiene mucho morbo que una autodefinida "pija de Getxo" haya escandalizado a los más abertzales, que vía EH Bildu han arremetido contra el programa que protagoniza en ETB-2. Me refiero a Valeria Ros, nombre artístico de Valeria López-Tapia, descendiente de Víctor Tapia, un alavés que se instaló en Neguri y, junto a su sobrino, el bisabuelo de Valeria, creó un emporio en torno al jabón Chimbo.

Como Tapia no tenía hijos, su mujer dejó una fortuna en forma de acciones de los principales bancos y eléctricas de Bizkaia en manos de una fundación que todavía hoy controla una parte significativa del capital de Iberdrola. De lo que reportan sus dividendos viven muchas ONG vascas, especialmente las que tienen un enfoque católico, porque la beneficencia y la misa son dos costumbres muy arraigadas en Neguri.

Pese a su orgullo getxotarra, no parece que la rebelde Valeria Ros haya tirado por el lado religioso e incluso ocultó mediante pseudónimo algo tan importante en su pueblo como los apellidos. Ros es el cuarto. Y es que los López-Tapia mantienen el Tapia por un empeño personal de Josefa Tapia, la sobrina de Víctor Tapia que se crió en un mundo muy endogámico en el que los matrimonios con personas de fuera no eran fácilmente aceptados.

Es probable que el Neguri de hoy no tenga mucho que ver con el de mediados del siglo XX pero lo que sí conserva es un nivel de renta muy elevado, siempre en el top español. Sigue habiendo chachas con uniforme, muchos votos para Vox y el PP, clubes cerrados en los que ni siquiera Javier Clemente pudo entrar y colegios de pago de diverso pelaje.

Valeria Ros se burla de la txapela, desconoce realidades de Euskadi que en una ikastola serían consideradas sacrilegios y no aparenta tener la menor devoción por la lengua de sus ancestros


En uno de ellos, el americano, situado en la vecina Berango, estudió Valeria Ros. Es un centro académico en el que, por pertenecer a un sistema extranjero y no recibir subvenciones, hasta hace bien poco apenas se enseñaba euskera como idioma extranjero y opcional. Quizás por ello alguno de los deslices de Valeria Ros están relacionados con un desconocimiento real y hasta cierto punto compartido con muchos vascos de su edad y circunstancias socio-económicas.

Otros están relacionados con el formato del programa que Bildu pretende censurar, 'Akelarre', en el que gran parte de la actuación de la co-presentadora es espontánea, no está en el guión y busca que el público se mofe del personaje de una rubia tonta que se estrenó en el mundo artístico con monólogos humorísticos. Valeria Ros se burla de la txapela, desconoce realidades de Euskadi que en una ikastola serían consideradas sacrilegios y no aparenta tener la menor devoción por la lengua de sus ancestros.

Es, en fin, más española que vasca. Por eso es sorprendente verla en una televisión que generalmente ha mantenido toques más pro-abertzales y en cierta medida rurales. Es como una reproducción en pleno siglo XXI de la histórica dicotomía vizcaína entre tierra llana conservadora de tradiciones y villas modernas y liberales. Y precisamente por el momento elegido para lanzar este programa, cuando el PNV necesita robarle el máximo posible de votos a un PP en horas bajas, cabe sospechar que hay cierta intencionalidad política.

¿Busca ETB captar espectadores que normalmente verían un canal español? Teniendo en cuenta que detrás de la televisión pública vasca ahora mismo está Andoni Aldekoa, el hombre que consiguió varias mayorías absolutas para un Iñaki Azkuna que cautivaba por igual al votante del PNV y al del PP, probablemente haya que pensar mal. Y digo lo de mal mientras me quito la txapela para aplaudir este ejercicio de maquiavelismo político.