Recuerdo cuando Euskadi era el Walhalla de los procedimientos de calidad, que desde el ámbito industrial se fueron extendiendo como una mancha de aceite de motor hasta las actividades intelectuales, pringándolas, disuadiendo la creatividad, penalizando el atrevimiento y sometiendo la imaginación a imposibles rutinas regladas.

Sin embargo, no todo aquello de los sellos de calidad era negativo. La verdad es que ahora se echa de menos un poco más de procedimiento y un poco menos de improvisación a la hora de poner las vacunas. Al menos eso piensan los profesionales de la salud que, desbordados y agotados tras un año de turnos, incertidumbres y esfuerzos que nunca podremos agradecer suficientemente, se quejan estos días del desorden de la aplicación de las vacunas. Leo que el presidente del Consejo Vasco de Colegios de Médicos señala que las partidas de vacunas podrían estar remitiéndose con más eficacia allí donde hay quejas, aplicando no los procedimientos ISO sino el refranero: “el que no llora no mama” de forma que hay centros sanitarios muy bien atendidos mientras otros no han hecho más que empezar a vacunar.

También hablan los sanitarios de lo de las 13 OSIs, que son las Organizaciones Sanitarias Integradas, que han asumido en Euskadi una suerte de autodeterminación pandémica, organizándose, seguramente con la mejor disposición y entrega, cada una según su criterio. Ayer estábamos por saber cuándo podrán vacunarse las personas mayores de 80 años, que afortunadamente son muchas, pero que de momento no saben si tendrán que ir a su centro de salud o si les vacunarán a domicilio y, por supuesto, tampoco cuándo.

 La verdad es que ahora se echa de menos un poco más de procedimiento y un poco menos de improvisación a la hora de poner las vacunas

Seguro que no es nada fácil llevar un orden previsible y claro. Aguas arriba están los laboratorios enviando o no las vacunas y aguas abajo estamos los ciudadanos queriendo certezas de las que el Gobierno, los Gobiernos, carecen. Así se ha visto con el auto del TSJPV, que con razón o sin ella en sus peculiares consideraciones circunstanciales, estaba bien fundamentado, según los expertos, en la doctrina jurídica de protección de los derechos.

Que no se pueda cerrar la hostería aún más porque lo prohíbe la Justicia es un contratiempo para el Gobierno vasco pero nada dicen los jueces de la administración de las vacunas, que sí es competencia plena del ejecutivo de Vitoria. Gobernar es complicado, y organizar una vacunación masiva seguro que lo es más, por eso mejor dedicar energías a organizar mejor la administración de las dosis y menos a polemizar sobre si el Decreto de Alarma ha de modificarse o no y si hace o no falta que para ello haya una votación en el Congreso. Que los jueces deban anular las restricciones que no caben en la Ley no es signo de su inquina contra los Gobiernos sino demostración de que conocen y aplican los límites legales. En todo caso incluso a los ancianos con grandes conocimientos jurídicos, que seguro que los hay, les gustará discutir estos extremos pero una vez que les hayan vacunado. Eso seguro.

Vistas las quejas de los profesionales sanitarios y constatada la improvisación con que se está procediendo en esto de la vacunación resulta inquietante recordar que solo hace unas semanas se hizo dimitir y se enlodó el buen nombre de dos importantes responsables sanitarios por haberse vacunado saltándose un protocolo que ahora hay grandes dudas de que se esté aplicando en general, si es que existe.