“In dubio pro reo”. En caso de duda a favor del reo. Un principio clásico que aún se aplica en la justicia.

Tras su dimisión, presuntamente por vacunarse al margen del protocolo, el exdirector gerente del Hospital de Santa Marina, Jose Sabas, efectuó un movimiento inesperado y manifestó públicamente que en Osakidetza sabían que se iban a vacunar todos y que solo había dimitido tras la amenaza de cesar a todo su equipo. Por supuesto, inmediatamente, la consejera de Salud, Gotzone Sagarduy negó conocer tales planes.

Y así se ha mantenido todo hasta la comparecencia de este miércoles, 27 de enero, de la consejera en el Parlamento vasco. Con un detalle no menor: la intervención del propio lehendakari en la polémica mostrando “pena, tristeza y rabia” por la vacunación irregular de altos cargos señalando, además, que “hay que respetar los protocolos y los criterios y en ellos no entran los cargos directivos”. Punto en boca.

Sabían, consintieron y Sabas dice la verdad. Una verdad muy incómoda que obligaría a Urkullu a apretar el botón nuclear. Sagardui dimisión

Los protocolos. ¿Quién le ha metido este gol en propia puerta al lehendakari? Luego llegaremos a eso, pero primero replanteemos el tema. Tenemos tres posibilidades sobre la mesa.

Una: Sabas vulneró el protocolo y se vacunó cuando no debía sin que Osakidetza y el Departamento lo supieran y por eso ha dimitido. Es la versión sostenida hasta este miércoles por el Gobierno vasco.
Dos: El departamento y Osakidetza sí sabían de la vacunación de los altos cargos, pero no la habían autorizado y por eso dimite Sabas. Por vulnerar el protocolo de vacunación. Esta opción es mantenida por algunos corrillos de opinadores y periodistas. Suena a filtración interesada desde instancias oficiales y es el típico abandono de una posición indefendible -no conocíamos, no sabíamos- al donjón del “sabíamos algo, pero no dijimos que sí”. Es la versión del Gobierno vasco desde este miércoles.
Tres: Sabían, consintieron y Sabas dice la verdad. Una verdad muy incómoda que obligaría a Urkullu a apretar el botón nuclear. Sagarduy dimisión.

 En principio suena raro meter un equipo de televisión a grabar cómo se comete una “vulneración del protocolo de vacunación”

Veamos qué sabemos hasta ahora. Hechos. El día 19 de enero, martes, comienza la vacunación en Santa Marina. Durante la misma los directores médicos y de enfermería manifiestan su alegría por este hecho. Incluso afirman sin malicia que ellos ya están vacunados ¿Y cómo sabemos esto? Porque al acontecimiento asistió ¡un equipo de Telenorte! el centro regional de TVE.

En principio suena raro meter un equipo de televisión a grabar cómo se comete una “vulneración del protocolo de vacunación”. Y suena raro también saber que a ese medio de comunicación le ha convocado el propio departamento de Salud a través de su gabinete de prensa. Una de dos: o pensaban -tanto desde el hospital como desde el departamento- que no hacían nada malo, o les había asaltado un impulso suicida y querían testigos.

El día 20 de enero, miércoles, el Departamento de Salud anuncia la dimisión del gerente del hospital de Santa Marina y el cese del de Basurto. El primero por vulneración del protocolo, y el segundo por mentir y vacunarse antes y en secreto.

Volvemos al protocolo. El vulnerado. Se trata de dos escuetas páginas sin membrete que establece la prioridad en el proceso de vacunación en cuatro niveles: primero, el personal que interactúa con pacientes COVID sospechosos o confirmados, segundo, el que atiende a pacientes especialmente vulnerables, tres, el que atiende a otros pacientes y los que trabajan con muestras biológicas, y cuatro, otro personal.

Textualmente “Otro personal”. Posiblemente en este grupo se habrá incluido Sabas y su equipo directivo. Máxime cuando el citado protocolo no excluye explícita ni implícitamente la vacunación de personal no sanitario, a pesar de lo que dice la consejera. Y el lehendakari. No excluye. Pero sí hay un grupo de vacunación llamado “Otro personal”. Queda poco margen para la interpretación.

Tras la comparecencia de la consejera en el Parlamento vasco, y siempre respecto al caso Santa Marina, surgen nuevas preguntas. Sagardui ha reconocido ¡por fin! estar informada de las intenciones de vacunación de dicho hospital. Ella ha hablado de malos entendidos. Que desde el departamento entendían una cosa y desde el hospital otra. Pero ¡vamos! Que algo sabían. Para Sabas la totalidad del personal era la totalidad, mientras que para la consejera la totalidad era la totalidad del personal sanitario, excluyendo los no sanitarios. En fin. Como mínimo, se puede afirmar que ha mentido. Sí sabía. Eso ya es suficiente en el mundo que nos rodea para dimitir. Sagardui, digo.

Personal sanitario y sindicatos afirman que estos famosos dos folios han creado más confusión en OSIs y hospitales que certezas

Otra: ¿Por qué mandaron a Santa Marina vacunas suficientes para todo el personal incluido el gerente, su equipo directivo, los representantes sindicales, las monjitas, los de la cafetería, los del vending y dos mensakas que pasaban por allí, como prolijamente refirió la máxima responsable de salud en sede parlamentaria?

Por un error de planificación. Por descoordinación del departamento. Palabras de la consejera. Eso lo explica todo. ¿Y qué tenían que haber hecho en Santa Marina con las vacunas? El caso es que allí llegaron las vacunas solicitadas por el centro. Las usaron y alcanzó para todos. También para el cuarto grupo en orden de vacunación, el de “Otro personal”.

Curiosamente algo parecido ocurrió, según ha contado la consejera de Salud, en la OSI de Tolosa. Sobraron unas dosis que se administraron a gerencia y equipo, pero en este caso Sagardui entiende que estaba justificado. Ella sabrá.

Fíjense si el protocolo vulnerado es vago e inútil que ya lo están cambiando. De hecho, personal sanitario y sindicatos afirman que estos famosos dos folios han creado más confusión en OSIs y hospitales que certezas. Es más, solo después de los hechos aquí descritos, solo después, se ha reunido Salud con gerentes de hospitales y OSIs para unificar criterios. Nunca antes del día 20 de enero. Por eso están redactando un nuevo protocolo.

Jose Sabas es un hueso duro. Una persona que da importancia a su nombre y a su honradez que, como bien se sabe, una vez que se pierde no se recupera jamás. Y está herido y se siente traicionado, pero no muerto. 


Este drama tiene mucho que ver con una mala gestión en general y muy mala de la comunicación, en particular. Tiene mucho que ver con la soberbia en las formas de relacionarse con la sociedad, a través de los medios de comunicación. Si no sale el tema no pasa nada. Sabas sigue en su puesto y, lo que es peor, Maíz también. Pero una vez que sale algo (lo de Basurto), en lugar de cesar a uno y defender al otro (como en Tolosa), sobreactúan, se pasan de frenada y arrastran por el fango a quien posiblemente no lo merece.

Una vez se empieza a patinar es muy difícil parar. Por eso se niega el conocimiento del plan de vacunación en Santa Marina. Por eso se intenta ridiculizar ese plan en sede parlamentaria hablando de la vacunación de sindicalistas, monjitas, tasqueros y mensajeros. Y por eso se implica al lehendakari, sin necesidad. Un error detrás de otro. Y esto no ha acabado.

Jose Sabas es un hueso duro. Una persona que da importancia a su nombre y a su honradez que, como bien se sabe, una vez que se pierde no se recupera jamás. Y está herido y se siente traicionado, pero no muerto. No tiene pinta de cabeza de turco. De hecho la mitad de la plantilla del Hospital ha firmado una carta de agradecimiento y apoyo a su antiguo jefe. Admitámoslo: no es muy usual.

Por lo tanto, hasta el momento, se hace fuerte la tercera posibilidad y decaen la una y la dos. Sabas dice la verdad. Explicó su plan de vacunación total, los motivos del mismo -ser centro COVID y muy vulnerable-, y obtuvo el visto bueno, además de los 100 viales necesarios (hasta 600 dosis, más que suficiente). Además, in dubio pro reo.
Días duros para Gotzone Sagardui, consejera de Salud del Gobierno vasco.