Ser honesto siempre es un valor a favor. Es la alternativa real a la idílica objetividad: no se puede ser objetivo, pero sí se puede ser honesto. Y ese es el adjetivo que mejor define al primer diagnóstico que ha hecho José Ignacio Zudaire como nuevo presidente de la Cámara de Bilbao. Un diagnóstico honesto, sin jugar al doctor Jekyll y míster Hide, en el que el nuevo titular de la cámara vizcaína ha sido claro desde su primer discurso: si las cámaras quieren recuperar la influencia que antaño tuvieron en la vida pública de Euskadi deben pasar por una necesaria reinvención para ser útiles.

Arregui también ha deslizado esta idea tras asumir las riendas del ente guipuzcoano, pero su compañero de Petronor ha sido mucho más claro: "en un momento de incertidumbre" es necesaria "flexibilidad" y "capacidad de adaptación". Esa es la senda.