Ocio

La lotería de Navidad en el País Vasco: Estas son algunas de las curiosidades del sorteo

El Gordo, el primer premio del sorteo, ha caído en más de una treintena de ocasiones en Euskadi

21 diciembre, 2020 05:00

Se acerca uno de los días más esperados del año (si no el que más para algunas personas). Y no, no es el día de Navidad ni tampoco la celebración de la Nochevieja. Es el 22 de diciembre, fecha anotada en todos los calendarios. Un día mágico en el que en cuestión de segundos le puede cambiar la vida de una persona... y ya de paso su cuenta corriente con algún que otro cero de más. El 22 de diciembre es cuando se celebra el mítico sorteo de la Lotería de Navidad y todos sueñan con que los números que han comprado semanas (o meses) atrás aparezcan en esa pequeña bola certera que cae del bombo.

Una cifra de cinco dígitos que instantes después será cantado con una tradicional melodía que no ha cambiado en todos estos años seguida de esa lluvia de millones asociados al número mágico. Es el conocido popularmente como El Gordo. Una suerte que también ha caído en el País Vasco en sus más de dos siglos de historia. Y es que fue un 18 de diciembre de 1811 cuando se celebró el primer sorteo, instaurado por las Corte de Cádiz y que años más tarde pasaría a llamarse Lotería de Navidad.

Cuestión de suerte

Esa es la frase que más se repite entre los agraciados y los que han tenido menos suerte y se conforman con el trabajo, el amor y la salud; tan importante este año. Una frase que sobre todo en los primeros casos se ha escuchado hasta en 35 ocasiones en algún municipio vasco en los más de 200 años de existencia de este sorteo de millones. Un primer premio ansiado y esperado por todos de tal manera que el pasado año cada residente del País Vasco se gastó de media más de 70 euros; entre los más espléndidos a nivel nacional y solo superados por los que viven en Madrid, Asturias, Aragón, Cantabria, La Rioja y Castilla y León. 

Un gasto de lotería por parte de los vascos que hizo que en el 2019 se compraran más de 780.000 décimos para, quién sabe, tentar a la suerte y cumplir con ese deseo que sorteo tras sorteo se repite: ¡El año que viene seguro que toca! Y es que la ilusión nunca hay que perderla, sobre todo si en juego están los 4 millones de euros que en la actualidad reparte el primer premio de la Lotería de Navidad. 

Bombos de la Lotería de Navidad / LOTERÍA Y APUESTAS DEL ESTADO

Bombos de la Lotería de Navidad / LOTERÍA Y APUESTAS DEL ESTADO

Bombos de la Lotería de Navidad / LOTERÍA Y APUESTAS DEL ESTADO

Bilbao, la más agraciada

De entre esas más de 30 veces que ha caído El Gordo en el País Vasco, la capital vizcaína se lleva la palma en lo que a lluvia de millones de euros (antes pesetas) se refiere. Así, en total, en Bilbao se ha escuchado más veces (una docena) el alborozo y la alegría propios de aquellos que tuvieron la suerte de tener en sus manos el décimo agraciado. 

Una vez menos, 11, ha caído el primer premio en Gipuzkoa, pero en este caso en el conjunto de su territorio ya que en su capital ni siquiera se ha acercado a la decena de aciertos. Donostia ha sido agraciada con el mismo en seis ocasiones; la primera de ellas en el año 1888. Una cifra que nada tiene que ver con las dos únicas veces en las algún vecino gasteiztarra gritó entusiasmado eso de: ¡Me ha tocado El Gordo! 

Curiosidades de la Lotería de Navidad

Millones aparte, lo cierto es que el sorteo más conocido de nuestro país (y esperado) guarda con mimo algunas curiosidades que puede que no todos conozcan. Quizá la primera de ellas tenga que ver con el popular apelativo y que obedece a los carteles publicitarios que aparecieron a partir del año 1839. En ellos se podía ver a un conocido personaje llamado el enano afortunado y que tenía forma de caricatura con aspecto rechoncho. Era la representación de un premio que en su primera edición estaba dotado con 8.000 reales; una fortuna para entonces. 

Una moneda que desapareció en 1870 cuando empezaron a usarse las pesetas y a cambiarse la dotación de unos premios que desde el año 1957 se puede seguir por televisión. Unas horas frente a la pantalla, en algunos casos interminables, hasta el mágico momento en el que uno de los niños de San Ildefonso pronuncia las palabras mágicas. Una frase mítica y que, como cada año, deseamos que al menos le toque a aquel que realmente lo necesite.