El ro Bidasoa es la trampa ms mortal para los migrantes en Irun: este pasado 2021 se cobr cuatro vidas / Ertzaintza

El ro Bidasoa es la trampa ms mortal para los migrantes en Irun: este pasado 2021 se cobr cuatro vidas / Ertzaintza

Sociedad

Quién es quién en el drama migratorio de Irun

Arranca un 2022 en el que es previsible que lleguen más migrantes a la frontera con Francia

16 enero, 2022 05:00

En 2021 la presión migratoria volvió a crecer en la frontera entre España y Francia. Según datos del Gobierno vasco, a lo largo del pasado año 8.115 migrantes en tránsito fueron atendidos por el Ejecutivo autonómico. La de 2021 fue una cifra récord: superó en casi 2.500 el máximo de personas atendidas que hasta ahora había supuesto el 2018 —5.837— y duplicó las cifras del 2020 pandémico, en el que fueron atendidos 3.493 migrantes. El año se cerró con un total de siete víctimas mortales en este nuevo punto caliente de la migración: tres personas ahogadas en el río Bidasoa, un migrante suicidado en la ribera del cauce fronterizo y otros tres migrantes atropellados en Ziburu, ya en suelo francés.

Concentracion en memoria del joven muerto en el rio Bidasoa (2021) / EITB

En la transformación de Irun en un punto importante migratorio "convergen varios factores" según Jon Aranguren. Él es portavoz de uno de los principales actores en el drama que lleva unos cuatro años viviendo la comarca del Bidasoa: la red de acogida ciudadana de Irun (Irungo Harrera Sarea). Para Aranguren todo comienza con el cierre de las rutas migratorias hacia Europa a través de Turquía, Italia y el estrecho de Gibraltar han dejado una única vía de escape a los migrantes subsaharianos y parte de los procedentes de Oriente Medio: las Islas Canarias. Lo que antes era una travesía por el Mediterráneo en busca de una vida mejor se ha convertido en un camino aún más peligroso, cruzando el Océano Atlántico.

Esa ruta, la atlántica, se cobró 4.401 vidas según datos de la ONG Caminando Fronteras. Pero quienes llegan al archipiélago normalmente no buscar desarrollar su vida en territorio canario, sino que pretenden llegar al continente europeo y, habitualmente, emigrar hacia otros países de la Unión Europea. La llegada a la Península de migrantes desde Canarias suele darse a cuentagotas, pero aun así suponen el 94% de los migrantes en tránsito que llegan a Irun. La inmensa mayoría buscan cruzar al otro lado de la frontera: a Hendaya, a Francia, buscando comenzar una nueva vida en el país galo.

Gobierno francés

Tras la serie de atentados terroristas que conmocionaron a Francia en 2015, con el asalto a la sede de Charlie Hebdo y los ataques terroristas de noviembre de 2015 en sitios como Bataclan, el Ejecutivo galo decidió implantar unos controles fronterizos más férreos para protegerse de unos ataques "cometidos todos por ciudadanos franceses y en los que sólo participó un inmigrante tunecino", apostilla Jon Aranguren. La Gendarmería reforzó su presencia en los pasos fronterizos con España y a partir de ahí fue cuando los migrantes que habían llegado a nuestro país, en suelo Schengen, empezaron a tener problemas.

 

El puente de Behobia habitualmente está vigilado las 24 horas del día por la Gendarmería francesa

"Lo que eran unos controles por razones de seguridad nacional también se convirtieron en controles racistas", explica Jon Aranguren. "En la muga no se para a gente de color blanco como nosotros; se les da el alto a las personas negras o de aspecto árabe". Cruzar de forma completamente legal se convierte en una utopía en Francia, por lo que comienzan a abrirse terreno las rutas más peligrosas, como cruzar a nado el río Bidasoa, "muy traicionero con las mareas" o colarse en las vías ferroviarias francesas para tratar de pasar por ellas la frontera entre España y Francia. Esas dos opciones son las que se han cobrado siete vidas en 2021.

La sociedad civil francesa no se ha movilizado de una forma especial ante el fenómeno migratorio. La opinión pública del país vecino sólo ha tomado conciencia del problema migratorio a raíz del caso de Cédric Herrou, un hombre condenado en Francia por ayudar a varios migrantes a cruzar la frontera y que en abril de 2021 quedó absuelto de todos los cargos presentados contra él tras cuatro años de batalla judicial. Sin embargo ni los movimientos políticos ni la ciudadanía han mostrado una especial preocupación por la crisis migratoria que se vive entre Irun y Hendaya desde hace ya unos años.

Irungo Harrera Sarea

A este lado de la frontera, en cambio, sí que ha habido una movilización. Desde principios de 2018 en las calles de Irun se empieza a constatar el tapón en el que se han convertido los pasos fronterizos con Francia por los controles de la Gendarmería. Cada vez son más los migrantes que deambulan por la calle esperando a una oportunidad prometedora de poder pasar al otro lado de la frontera. En esa espera toca pasar unas noches, muchas veces frías, sin ningún tipo de ayuda por parte de las instituciones. Es entonces cuando un grupo de irundarras, entre ellos el propio Aranguren "decidimos acercanos a los chavales a preguntarles qué les pasa".

Concentración de Irungo Harrera Sarea por la muerte de Abdoulaye Koulibaly, migrante fallecido en verano cruzando el río Bidasoa

Ahí es donde comienza la andadura de Irungo Harrera Sarea: habilitando el gaztetxe Lakaxita de la localidad para acoger a los migrantes en tránsito, "darles de comer, ofrecerles un sitio para dormir y ducharse"... Con el paso del tiempo, los voluntarios de esta red de acogida empiezan a darse cuenta de que llevar a los migrantes a este pequeño caserío de las afueras de Irun invisibiliza el fenómeno migratorio y deciden "que el mejor sitio para poder colocar nuestra 'oficina' para atender a los migrantes es en el centro del pueblo, en la Plaza San Juan, frente al Ayuntamiento" para que los vecinos tomen conciencia de un fenómeno migratorio "que nunca debe ser un motivo de vergüenza".

El Gobierno central

El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, ante la situación, mueve ficha y habilita un 'centro temporal de atención humanitaria a personas migrantes' en el albergue de Hilanderas. Cruz Roja gestiona este recurso, con capacidad para unas 80-90 personas, pero para poder dar cobijo durante unos días a los migrantes exigen que esas personas estén en situación de tránsito: algo que crea un vacío legal a partir del primer año desde que un migrante pone un pie en suelo español, porque desde entonces se deja de considerar que esa persona está en tránsito pese a que, de facto, sí que no haya concluido su ruta migratoria.

Los criterios, "que no son públicos y que cambian sin que tampoco se conozcan ni los cambios ni las causas" de esos cambios, han provocado en más de doscientas ocasiones en 2021 que los migrantes se queden sin un sitio donde dormir. Pese a que con la llegada del albergue de Hilanderas se han habilitado esas plazas, muchas veces los voluntarios de la propia red de acogida son los que acogen a los migrantes en sus propias casas o habilitan tiendas de campaña si la meteorología no es adversa. Así ocurrió, por ejemplo, en la reciente Noche de Reyes, cuando a pesar de las heladas y el fuerte frío, varios migrantes no pudieron acceder al albergue del Gobierno central, 'temporal', pero que salvo sorpresa, va a seguir funcionando durante mucho tiempo.

Las instituciones vascas

El Gobierno vasco también dispone de un albergue para acogida de migrantes, pero éste se ubica en Azpeitia y los desplazamientos desde Irun a ese recurso se tienen que gestionar de forma privada. Cuando las llegadas superan los 100 migrantes en tránsito diarios —en contadísimas ocasiones—, Lakua también habilita el frontón Jostaldi de Hondarribia para acoger migrantes. El Ayuntamiento de Irun ha habilitado ocasionalmente otros espacios, pero tampoco son permanentes. Ambas instituciones han trasladado su preocupación en innumerables ocasiones a las instituciones francesas, sin que estas hayan sido particularmente receptivas más allá del preocupado alcalde de Hendaya, el socialista Kotte Ezenarro. El regidor del primer municipio francés sí que ha acudido en varias ocasiones a las concentraciones por la muerte de migrantes.

Xabier Legarreta es prácticamente el único interlocutor mediante el que Irungo Harrera Sarea mantiene conversaciones con el Gobierno vasco

El propio lehendakari Urkullu fijó como primer reto de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos que el Ejecutivo vasco preside desde hace apenas un mes el de la migración. Lo hizo delante de varias autoridades francesas y del presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, que era hasta diciembre el presidente de esta institución transfronteriza. Sin embargo, ante la falta de respuesta, lo que sí pide Irungo Harrera Sarea "es que no sean rácanos" en la acogida y que procuren que ningún migrante rechazado en el albergue de Hilanderas pase la noche en la calle. La relación entre el Ejecutivo y la sociedad civil representada por la red de acogida lleva rota ya bastante tiempo. Apenas hay comunicación entre Lakua e Irungo Harrera Sarea y ,cuando la hay, el único interlocutor medianamente receptivo para la red es el director de Migración del Gobierno vasco, Xabier Legarreta.

Los pasantes

Las instituciones llegan a buena parte de los migrantes, pero no a todos. Otros de los que llegan a las estaciones de tren o autobús de Irun son recogidos por los pasantes: personas que cobran a los migrantes por pasarles a la frontera o por darles consejos. "Son maleantes que buscan hacer negocio de esto", explica Aranguren. "A los migrantes, de hecho, les sorprende cuando nosotros no les cobramos nada por ayudarles, porque desde que salieron de su casa han pagado por absolutamente todo".

Han sido varios los arrestos realizados por la Gendarmería y la Guardia Civil en los últimos años, pero no han conseguido acabar con esta lacra, que Aranguren rechaza calificar como mafia organizada. A su juicio, son "simples maleantes que, si no estuviesen haciendo esto, probablemente estarían robando móviles o delinquiendo de otra forma". Uno de los últimos detenidos fue un joven de Saint Etienne de Baigorry que, con apenas 20 años, dedicaba el día a realizar tres trayectos diarios acompañado de cuatro migrantes en su Peugeot 207. Recogía a los migrantes enfrente del albergue de Hilanderas, delante del personal de Cruz Roja.