Es de justicia decir que la candidatura de Jon Uriarte ha sido la más atacada durante una campaña electoral para la presidencia del Athletic que ha sacado a relucir una polarización vista pocas veces. El fútbol mueve pasiones y, como todo deporte, es bueno que sea así. Más aún en un club que es mucho más que un equipo de fútbol para Bilbao. Pero son demasiados los momentos desagradables que nos ha dejado el deporte como para tolerar que el machismo, la homofobia o el racismo tengan todavía resquicios para colarse en Euskadi. La candidatura de Jon Uriarte ha subsanado el flagrante error de incluir a Carlos Aviña en su proyecto deportivo, pero ese error nunca se debería haber cometido.
Resulta incomprensible que en una candidatura a priori tan preparada haya incluido a un hombre que había publicado barbaridades en Twitter como comparar a una grupo de mujeres negras con un grupo de hipopótamos bañándose en un río. Errores de ese calibre no son tolerables en una sociedad moderna y el ya presidente del Athletic erró ahí. Ahora ya ha llegado a Ibaigane y es el momento de trabajar por poner de su parte para que el deporte vasco siga regalando alegrías a la ciudadanía en unos tiempos de miedo e incertidumbre por el futuro socioeconómico.