Meinrad Spenger se ha llevado un buen susto esta semana. El fundador y CEO de MásMóvil, así como CEO de Euskaltel, ha visto cómo la Unión Europea publicaba ciertos reparos a la fusión de su empresa con Orange. Un toque de atención en toda regla que desata las incertidumbres que menos convienen cuando hay en marcha una operación de semejante calado.
Dice la Comisión Europea, para ser exactos, que teme una reducción del número de operadores de redes en los mercados minoristas españoles de servicios de telecomunicaciones móviles e internet y, además, ello suponga "grandes subidas de precios" para los clientes finales.
Esta preocupación de las autoridades europeas apunta a problemas para los clientes. Algo que debería servir para que Spenger y sus socios garanticen que dichos problemas no van a ser una realidad. Una fusión así tiene que estar medida al milímetro. Hacen falta certezas para los mercados y para los usuarios. Hasta ahora, Spenger era sinónimo de confianza. Y hay que ver si lo sigue siendo.