Noelia Lorenzo Pino es una joven escritora vasca que ya forma parte de algo que en los círculos literarios, con cierta sorna pero también con precisión, se llama "txapela noir". Esto es, una suerte de 'boom' del género negro ambientado en el País Vasco. Porque cada vez abundan más thrillers que suceden en Euskadi y que investigan agentes de la Ertzaintza. Uno de ellos es 'Blanco inmaculado', trepidante novela que acaba de publicar Lorenzo.
'Blanco inmaculado' cuenta la historia de los Fritz, una comunidad-santuario (o sea, una secta) donde se produce un crimen escabroso. Las ertzainas Lur y Maddi tienen que investigar el caso, para lo que encuentran los obstáculos de los 'iluminados' del grupo pero también de los compañeros que las miran con malos ojos. La acción gana fuerza conforme pasan las páginas y el final, inesperado como deben serlo los del género, incluye una denuncia social que sorprende al lector. En Crónica Vasca hablamos con la autora.
Usted, Mikel Santiago, Ibon Martín... ¿Existe un boom de la novela negra vasca?
Yo creo que sí. Abrió el camino el boom impresionante de Dolores Redondo, de Donosti. Y vino esto de llamarnos "txapela noir", también gracias a Eva García Sáenz de Urturi, de Vitoria, y a los que mencionabas. Ellos suelen estar en las listas de los más vendidos, yo todavía no soy una superventas. Lo que está claro es que gusta la literatura negra que se hace aquí.
¿Por qué? ¿Tendrá que ver el paisaje?
Será el paisaje, en Galicia también hay un pequeño boom, en Navarra también... Aquí no sé por qué es, quizás por el peso social de los vascos, que hemos vivido muchos años duros y tenemos una mirada diferente.
Una de las cosas más llamativa de su novela es la enfermedad de Lur, la protagonista. ¿Por qué eligió un personaje así?
Lur sufre una enfermedad rara sin nombre pero que genera fuertes problemas de espalda. Lo elegí porque yo desde 2015 estoy con una enferemadad sin diagnóstico. Ella vive el periplo médico y de sintomatología que yo viví en 2015 y 2016. La verdad es que mi doctora me dijo que escribiera sobre ello en alguna de mis novelas. Por eso a la pobre Lur le encasqueto esa enfermedad.
Sus protagonistas son dos mujeres, con una relación bastante curiosa entre ellas... ¿Con estos personajes femeneninos quiere combatir los estereotipos de género?
Yo tengo una saga anterior con dos ertzainas que son hombre y mujer. Ahora quería romper ese estereotipo, porque además soy mujer e iba a ser más facil meterme en la piel de las dos mujeres. A medida que lo escribía le fui sacando mucho jugo. Es esa relación que se forja con las compañeras de trabajo. Ese apoyo, esa sororidad son especiales y fue saliéndome solo. Una tiene problemas físicos y otra problemas emocionales. Como digo, no era el propósito de esta novela pero fue surgiendo solo, se ha ido creando una crítica social sobre el machismo y el mundo laboral para las mujeres.
¿Es el mundo policial especialmente machista?
Yo creo que el mundo sí, que mucho, pero no solo los cuerpos policiales. El machismo está por desgracia en todas partes. En festivales de novela negra en los que he estado he visto mucho machismo, por ejemplo. Seguimos leyendo como noticia que una mujer alcance la jefatura en los antidisturbios. ¿Por qué es noticia?
Habla usted en el libro de una secta que lleva 50 años pero casi pasa inadvertida... ¿Convivimos con sectas en Euskadi sin saberlo?
Hombre, claro que sí. Hay muchísimas, unas más grandes y otras más pequeñas. Para la novela me inspiré en una comunidad que tenemos aquí en Irun, aunque la de mi libro es ficticia. Hay muchas, repito. Coinciden en que viven rechazando las reformas y la modernidad, en esa onda.
Al escribir denuncia esa jerarquía masculina también en las sectas.
En la mía pasa y en las que conozco también. Son jerarquías masculinas. Porque si tienes que tratar algo, tiene que ser con los hombres. Son ellos los que recaudan el dinero mientras las mujeres son como sombras. Y lo son aunque luego sean ellas las que tengan más carga de trabajo. Las sectas no dejan de ser cebos para gente vulnerable que tiene problemas. Gentes que acaban allí cediendo todos sus bienes y para las que es difícil salirse porque se alejan del mundo laboral y de la sociedad durante años.
Blanco inmaculado es una marca de ropa en la novela. ¿Usted se dedicaba a esto, verdad?
Sí, me saqué el titulo de profesora de corte y confección. Empecé en fábricas a los 17 años, he hecho de todo, he tenido mi propia tienda de moda... Esta es mi séptima novela y es donde vuelco más esos conocimientos. Y he disfrutado mucho haciéndolo.
Teniendo en cuenta el tema de la enfermedad y el del corte y la confección, parece que esta es su novela más autobiográfica.
Suelo dejar mucha parte de mí en todas las novelas. En la anterior saga la protagonista era vegana y yo lo soy. Es que no puedo desligar una cosa de la otra. Aunque quizás en este caso, sobre todo por la enfermedad, por ese periplo, sí sea más autobiográfica. Pero repito que en todas dejo un cachito de mí.