HBO ha concluido la entrega de la segunda temporada de The White Lotus. Se pensó como una única producción de seis capítulos, pero los éxitos de la primera, que le valieron un Emmy como mejor miniserie del año, les llevó a reproducir el formato con las mismas claves del éxito inicial.
The White Lotus es una serie con una calidad de producción excelente. HBO se distingue por gastarse lo que haga falta en la realización de sus series, y se nota. Los emplazamientos escogidos son aún mejores que en la primera temporada, no sólo por el hotel en el que se desarrollan los acontecimientos, un antiguo convento que a finales del siglo XIX se convirtió en la referencia del lujo en Sicilia, el San Domenico, sino también por los deslumbrantes palacios renacentistas y los románticos exteriores de Taormina y la costa siciliana.
Una serie como White Lotus es la mejor campaña de publicidad que puede conseguir un destino turístico. Una sucesión de localizaciones fascinantes retratadas con la creatividad, el dinamismo y la perspectiva que solo la magia audiovisual puede captar para el espectador. Un completo éxito de producción.
A eso, cabe añadir un guión más ingenioso que el de la primera temporada. El The White Lotus siciliano es una sucesión de engaños amorosos que no concluye hasta que alcanza al último de sus protagonistas, una multiplicación de infidelidades: cómicas, decepcionantes o trágicas, pero todas ellas relevantes para el conjunto narrativo, que va ganando en tensión desde los episodios introductorios hasta el desenlace en los dos últimos y formidables capítulos. Los megadatos de HBO revelarán cuántos espectadores son capaces de no ver los dos últimos capítulos de una sola sentada, e intuyo que serán pocos.
Una serie como White Lotus es la mejor campaña de publicidad que puede conseguir un destino turístico
Toda esta excelente puesta en escena para el disfrute de un elenco de parejas millonarias, prostitutas y personal de servicio que durante una semana se hacen los inquilinos protagonistas de The White Lotus. Solo una actriz, Jennifer Coolidge, da continuidad al reparto de la primera temporada. Había ganado el Emmy a la mejor actriz secundaria por su participación en la grabación localizada en Hawai y con ello se ganó un papel estelar en la segunda entrega, en la que se ha consagrado como una extraordinaria intérprete.
Los principales papeles de Coolidge se habían reducido a su participación secundaria en la saga de American Pie, por lo que con The White Lotus ha encontrado la oportunidad de reivindicarse como una gran actriz. Jennifer Coolidge construye un personaje excelente a partir del lenguaje no verbal. Sus gestos faciales describen su ilusión, aburrimiento, decepción o miedo sin necesidad de decir una sola palabra. Lo hace con tanta eficacia que cabe preguntarse constantemente si lo hace intencionadamente o su expresión es espontánea, natural, propia y no fingida. Si en la primera temporada logró captar el interés del público, en esta segunda alcanza el protagonismo central de la serie, superando a las otras excelentes interpretaciones de una sátira coral en la que cada personaje tiene su interés y su personalidad bien marcada.
The White Lotus recurre a los elementos básicos que requiere un éxito televisivo como son un buen elenco de actores interpretando un buen guión con una producción que esté a su altura. Lo difícil es acertar con esas tres claves que den como resultado un producto que se quiere ver y que se quiere seguir viendo.
Ninguna serie nace con la intención de durar diez temporadas, pero si eso sucede, es porque nadie lo lamenta. The White Lotus lleva dos y se está preparando para una tercera que podría desarrollarse en Asia. Creo que la experiencia dejada entre su público en las dos entregas emitidas por HBO hace que sean muchos los que esperan con interés lo que depare una nueva temporada, aunque no incluya entre sus actores a la extraordinaria Jennifer Coolidge.