En 2022, conforme al último estudio de la consultora Barlovento, las cadenas de pago (si es que no son pirateadas) llegan ya al 81,8% de los españoles. Para lograr esa extensión, Netflix es la plataforma preferida, con un alcance que llega hasta el 61% de los consumidores, seguida por Amazon Prime, que con el 50,9%, sería la segunda plataforma. Por detrás, ocupando el tercer y cuarto puestos, van HBO y Disney+, de las que disfrutan en torno a una cuarta parte de los televidentes.
Que más de 30,5 millones de españoles tengan acceso a alguna plataforma audiovisual en streaming da una idea de la predilección de los consumidores por esta forma de ocio que ha logrado en los últimos años un reconocimiento que nunca antes había tenido.
La comodidad que representa el poder acceder a los contenidos a la carta es uno de los alicientes, pero la calidad de algunas de las series emitidas por estas plataformas ha sido el acicate más importante para darse de alta en alguna de ellas. Hecho corroborado por la incorporación de los mejores actores y directores del cine del largometraje al de la pantalla doméstica.
Cada una de estas cadenas ha tenido alguna serie de referencia y varias más de
consagración. Éxitos como Juego de Tronos, House of Cards, Breaking Bad o Succession nos hacían entender que el género de las series de televisión alcanzaban un nuevo status en el que la calidad de la producción y la originalidad de los guiones las hacían competir en la misma división que el cine de la gran pantalla.
En el ámbito nacional nos encontramos con series con un gran acierto que lograron
conectar con el público como lo fueron La Casa de Papel o Élite, además de otras
magníficamente hechas, como Hierro.
Sin embargo, la situación de las plataformas de televisión de pago parece entrar en una fase de crisis cuyas consecuencias las paga también la calidad de los productos que incorporan. Hace tiempo que no hay series que rompan, excepción hecha de El Juego del Calamar, y es más frecuente que se produzcan patinazos ocasionados por producciones muy costosas, como le ha sucedido a Amazon Prime con Los Anillos del Poder, que siendo anunciada como la serie más cara de la historia se ha quedado en un más modesto puesto en cuanto a interés y seguimiento.
En el ámbito nacional lo hemos visto con producciones como Machos Alfa, que ha
desinflado todas las expectativas que se habían generado para esta serie con aspiraciones cómicas. Viene siendo algo común a muchas otras de las que se han incorporado en los últimos años, como Pam and Tommy, Resident Evil, o las últimas temporadas de series tan bien hechas como Élite o Killing Eve, cuyas secuelas no alcanzaron la calidad, el interés y el seguimiento que tuvieron las primeras.
HBO ha comenzado a emitir hace una semana la serie Love and Death, que narra la historia real de una infidelidad conyugal sucedida en un pueblo de Texas en los años 80 en donde se cometió un crimen violento que contrastaba con la tranquilidad de la comunidad en la que se perpetró y de los protagonistas que tuvieron un papel en el fatídico final.
La miniserie, que arranca con tres capítulos, que serán seguidos por otros cuatro más
suministrados semanalmente hasta alcanzar los siete con los que cuenta, es una historia bien narrada en la que los actores rivalizan con distinto acierto por despertar interés en el espectador.
Love and Death es una de las series que encajan en el nuevo formato que encontramos con frecuencia creciente en las plataformas de televisión de pago. Una oferta modesta en las aspiraciones y con un guión e intérpretes que satisfacen una moderada exigencia del espectador. Lo suficiente para no arriesgar demasiado dinero y poder ofrecer un producto digno a quienes abonan la mensualidad.
La situación económica de las plataformas de televisión en streaming ha entrado en crisis y las consecuencias alcanzan también a la dimensión de las producciones, a sus aspiraciones y al riesgo de las plataformas para afrontar los costes sin seguridad de éxito.
La calidad que se ha podido disfrutar en colecciones antológicas de los últimos años parece que ya se ha esfumado de la parrilla de estas cadenas y se echa mucho de menos no encontrar una serie magnífica que nos arrebate el tiempo y que se convierta en tema de conversación y en un aliciente para adquirir una nueva suscripción en la plataforma que ha acertado.
Tal vez sea necesario un ajuste en el abanico de plataformas para volver a encontrar una apuesta de calidad que transforme lo que hoy es cantidad en una mayor calidad, tal como nos habían acostumbrado y que, ahora, en sucesivas ocasiones, nos vienen decepcionando.