La magnífica novela de Juan Gómez-Jurado, Reina Roja, ha visto ¡al fin! la luz. Cuatro años nos contemplan desde que su autor se reuniera por primera vez con la gente de Amazon Prime Video con la idea de dar corporeidad a su Antonia Scott y su Jon Gutiérrez en una historia trepidante sobre secuestros, crímenes, traumas sin resolver y gente de buen corazón. Porque, efectivamente, hay muchas razones para rendirse a los pies de este relato magnífico, pero la principal es que esos personajes que ha parido el autor son, esencialmente, buena gente.
Una lectura freudiana de Reina Roja podría decirnos que esa mujer de altas capacidades y conflictos familiares sin resolver y ese policía gigantón amante de las causas perdidas cuando realmente lo están son el alter ego de Gómez-Jurado. Uno le escucha hablar en sus entrevistas o en el divertidísimo podcast Todopoderosos y es capaz de ver que su mente despierta, su dominio del lenguaje, su inteligencia suspicaz y su imaginación desbordante -el saberse diferente, en definitiva- le ha debido jugar más de una mala pasada. Se ha debido sentir inteligente y pequeño, como Antonia Scott, y ha debido soñar un cuerpo elefantiásico, como el de Jon Gutiérrez, para soltar mamporros a los que se reían de él en el recreo por leer a Julio Verne y no jugar al fútbol. Reina Roja es Juan Gómez-Jurado.
El proyecto Reina Roja es un metacuerpo de la policía que se extiende por toda Europa construido en torno a las mentes más inteligentes de cada país para resolver crímenes, digamos, diferentes. El desconcertante jefe del proyecto en España solicita al camorrista policía Jon Gutiérrez que apoye a la raquítica y "especial" Antonia Scott en una nueva investigación que tiene tintes sádicos y claves indescifrables. Y, como si de una película hitchcockiana se tratara, el espectador irá de la mano de Scott y Gutiérrez en sus pesquisas que les llevarán por todos los rincones de Madrid para ir desentrañando un misterio que sólo ella puede comprender.
Y decimos Hitchcock no porque el misterio sea más o menos inquietante -que lo es-, sino porque para el maestro británico la historia era importante, sin duda, pero lo eran mucho más los personajes. E ir de la mano de su evolución y pasiones es lo a que a él más le interesaba. De igual modo, Juan Gómez-Jurado en su novela y Amaya Muruzabal y Salvador Perpiñá en su guion, han logrado que nos mordamos las uñas con la historia, pero, sobre todo, que nos conmovamos con unos personajes que, sencillamente, te roban el corazón.
La portentosa Vicky Luengo da vida a Ana Scott de una manera impecable. Cualquiera que haya leído la novela ve en ella a esta mujer inquietante y dolorida, sin más. La actriz, entregada completamente a un papel cuya interpretación no verbal es poderosa, se abandona en un personaje inmenso que, a priori, no es amable, con el que es difícil identificarse. Junto a ella un hercúleo, impecable, mordaz, divertido y mamporrero Hovik Keuchekerian que, si bien nos hubiera encantado escuchar con acento vasco, logra llenar la pantalla con un personajazo que parece estar creado a su medida. La inmensidad de Jon y la pequeñez de Ana encajan como un guante. Están llamados a sacar oro de la historia. Y lo hacen.
En menos de una semana, Reina Roja se ha convertido en número 1 en España, número 2 en Estados Unidos y una docena más de países y se cuela como uno de los fenómenos en streaming de la temporada. Y no es de extrañar. Amazon Prime Video ha vuelto a demostrar que no tiene prisa a la hora de dar lo mejor de sus producciones nacionales a un proyecto en el que cree.
La única pregunta aún sin responder -obviamente- es si el talentoso equipo que se ha unido a partir de la mente de un autor incandescente y en absoluto estado de gracia, volverá a hacerlo con Loba negra y Rey blanco. No hace falta ser Antonia Scott para saber la respuesta…