'Cazar leones en Escocia' supuso el debut en la novela, en 2022, de la abogada y vicepresidenta de 'El Español' Cruz Sánchez de Lara, que asegura haber encontrado en la literatura una isla de paz y tranquilidad que le permite evadirse del estrés diario. Tras seguir adelante en el oficio de la pluma con el doloroso relato de 'Maldito hamor' en 2023, acaba de lanzar 'En la corte de la zarina', una historia basada en episodios de la Rusia de finales del siglo XVIII que tienen a Catalina la Grande y al español José de Ribas como principales protagonistas.

Durante el minucioso proceso de investigación para ajustarse a todos los detalles de la época, Sánchez de Lara ha disfrutado, sobre todo por haberse encontrado con una historia que cree que deleitará a sus lectores, ya que cuenta con todos los ingredientes necesarios para disfrutar y, al mismo tiempo, entender la invasión rusa de Ucrania, ya que los planes de Putin pasan por seguir los pasos que inició Potemkin, advierte.

-Apenas ha pasado poco más de un año desde que lanzó ‘Maldito hamor’ y presenta ahora 'En la corte de la zarina', su tercera novela, ¿se siente cómoda en la literatura?

-Sí, han pasado quince meses desde entonces y sí, me siento feliz. En mi mundo del día a día tengo muchísimo trabajo, va todo muy rápido y es todo muy intenso, pero existe una isla que se forma en un metro cuadrado con mi ordenador donde encuentro la paz y el silencio, un tesoro tan preciado que no valoramos… De hecho, la parte más importante de la música son los silencios. Y soy muy feliz cuando desconecto de todo. Para mí es como hacer yoga o pilates, es mi forma de escaparme del estrés y la vorágine. 

-Entonces no ha hecho más que empezar en la literatura, ¿ya está pensando en su siguiente novela?

-Así es. Ya llevo cuatro meses trabajando en la siguiente novela. 

-En las dedicatorias hace referencia a su hijo, a sus hijastros, a sus padres y también a Pedro J.

-Sí, a toda mi familia porque soy muy familiar y para mí la familia es algo muy importante. Es tanto una responsabilidad como el sitio donde volver y yo procuro valorarlo siempre porque durante mucho tiempo fui abogada y aprendí que las cosas hay que cuidarlas.

-Además, con el trabajo nunca disponemos del tiempo que nos gustaría para cuidar de los nuestros, ¿verdad?

-Sí, a no ser que al final acabes trabajando en el mismo sitio que tu marido… (risas)

-Es curioso leer en el apartado final cómo hace referencia a toda esa gente que se hubiera alegrado si no saliera adelante, porque, como dice usted, hace que valoremos más lo que conseguimos.

-Es que creo que no agradecemos lo suficiente todas las enseñanzas que nos aporta la gente que pretende rivalizar con nosotros. Yo, que soy cero en rencorosa, hay una frase que me apasiona, que es que “el rencor es un veneno que te tomas tú esperando que se muera el de al lado”. Y es que de todas esas pruebas que te ponen en la vida uno sale mucho más fuerte y sobre todo aprende lo que no quiere. Y yo, todo lo que hago se lo dedico a la gente que quiero mucho y a mis maestros, que son toda esa gente que pierde el tiempo queriendo rivalizar. Es una filosofía de vida. 

Cruz Sánchez de Lara acaba de presentar su tercera novela, 'En la corte de la zarina'. Espasa

-¿Se ha encontrado con mucha gente así a lo largo de su camino?

-Pues yo creo que tengo mucha más gente que me quiere que que me detesta. Entonces creo que en el cómputo voy ganando.Creo que el éxito o el triunfo en la vida se mide en las personas que te quieren, en el número y la calidad de las personas que te quieren, y yo soy una privilegiada. Además es que tengo muy poco tiempo como para perderlo con gente que no vale la pena porque la vida es un bien finito.

-Y por supuesto, también hay que destacar esa dedicatoria a la guerra de Ucrania que está tan relacionada con esta historia que nos cuenta un episodio de la expansión del Imperio ruso.

-Es que a mí me gusta mucho una parte de esta historia que es que la ciudad de Odessa no es una creación rusa, sino el empeño de un español llamado José de Ribas, un tipo listo, con mucho valor y muchas agallas. Él es el primer enganche con el que yo me conecté con esta historia. De hecho, la calle principal de Odessa se llama de Ribasoscalia, que significa la calle de Ribas, y sigue llamándose así a día de hoy.

-En 2017 hizo un viaje a San Petersburgo y volvió con un montón de libros. ¿Cómo descubrió a este personaje?

-Sí. Estoy encantada porque creo que me he topado con una historia fabulosa. Al regresar de ese viaje no sabía que iba a escribir de Catalina la Grande ni de José de Ribas, al que no conocía. Pero fue a raíz de la invasión de Ucrania, que leí un artículo sobre él y me pareció un personaje muy curioso. Empecé a investigar y mientras más leía, más curioso me parecía. Y claro, luego, en el momento en el que lo entronqué y supe que había estado con Catalina la Grande, se me abrió la espita de Catalina la Grande, que es un personaje que no me puede gustar más. 

-¿Por qué?

-No sólo por lo fascinante del personaje en sí y por la parte morbosa de que tenía catadora de amantes, que reconoció haber tenido más de cien amantes… Sino que, más allá de eso, es una mujer que sufrió y que a pesar de estar en un sitio en el que tenía todo en contra se convirtió en emperatriz. Quiso cambiar las leyes y para ello estudió muchísimo. Tanto que el servicio no llegaba a tiempo a rellenarle los tinteros. Dicen que se quedaba por la noche estudiando las leyes y escribiendo su proyecto de ley para abolir la esclavitud, aunque no lo consiguió, porque para la oligarquía era una fuerza de trabajo muy importante. 

-Todo ello a finales del siglo XVIII, una época en la que las mujeres no tenían prácticamente voz…

-Sí. Era la época de la Revolución Francesa, donde las pocas mujeres que había acabaron todas guillotinadas. Catalina, que era demasiado ilustrada para la época, tenía mucho tesón. Era una mujer importante, no sólo por el cargo que ocupaba, sino por su capacidad personal, su valentía y su coraje. Era una emperatriz que había llegado a su puesto mandando asesinar a su marido. Le ponía, como la mayoría de la gente que triunfa en la vida, mucho esfuerzo y mucho amor propio a todo lo que hacía.

Cruz Sánchez de Lara es gran defensora de los derechos humanos y de la sostenibilidad. Pepe Botella

-¿Y cuál fue su relación con José de Ribas?

-Sobre todo era su emperatriz y él la defendía, pero defendía a España y a los colores de la bandera española, que, por cierto, cambiaron mientras él estaba en Rusia, porque nuestra bandera actual es de 1785 y cuando él llegó allí estaba aún la bandera de los Borbones, de color blanco. Reivindicaba su forma de ser español, pero luego prestó servicio durante casi toda su vida a Rusia. 

-¿Cómo murió?

-Murió en el año 1800, con 50 años, y hay dos tesis sobre su muerte. Una de ellas es que murió por un brote de fiebre y la otra es que formaba parte del complot para derrocar a Pablo I, pero luego tuvo un brote de fiebre y un compañero que tenía miedo de que pudiera contar el plan en sus delirios le mandó a su médico quitarle las fiebres envenenándole.

-Reivindica que José de Ribas ha sido un personaje totalmente olvidado aquí en la historia española.

-Es verdad que a mí eso me hace pensar mucho, porque realmente vivimos en un mundo que con las redes sociales necesitamos tener la atención de todos y pensamos que de alguna forma podremos trascender, pero ni haciendo todo lo que hizo este hombre se trasciende. Hay que vivir intensamente porque lo que vamos a hacer es el ratito que pasa. Y a José Ribas espero que entre todos los que nos guste el libro le resucitemos.

-Por su parte, está tan involucrada con este personaje que ya ha solicitado al presidente de Correos que edite un sello en su honor.

-Sí, una vez que me meto en algo… Las cosas a medias no funcionan. Y, al menos, como un pequeño gesto, para que, igual que pasó con Espartero, que no tenía sello.

-¿Y qué aprendió de su padre?

-Su padre era católico y masón también. Era un hombre muy estricto, no tan canalla como su hijo, y muy familiar.

-Para la construcción de Odessa, José de Ribas tenía en la cabeza el puerto de Nápoles, ¿qué le unía a Italia?

-Nápoles entonces era español y en aquella época, su padre, que era catalán, estaba destinado en Nápoles. Con él aprendió todo lo que era la construcción del puerto y desde pequeño iba con él a dibujar los planos. Él siempre quiso construir Nápoles para los rusos porque sabía que la misma función que tenía Nápoles en el Mediterráneo y podía tenerlo Odessa para el Imperio ruso.

-Hay partes verídicas en su historia con toques de ficción, pero los personajes son reales. 

-Sí. Todos menos las conversaciones internas, claro está, una sobrina de la que no conseguí encontrar el nombre y una novia de la infancia que me inventé, pero son detalles anecdóticos en la historia. He procurado seguir la cronología de la historia. Todas las batallas están contadas como sucedieron, los barcos se llaman como se llamaban, los cuadros de los autores que compraba… He estudiado muchísimo, pero no tengo la sensación de que haya sido una losa en ningún momento. Al contrario. Me gusta mucho más el momento creativo que luego, cuando nace el libro. Prefiero el embarazo que el parto (sonríe).

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-¿Llegaron a ser amantes en la realidad?

-Por lo que dicen muchos historiadores, sumado a una cuestión de estadística de los que llegaban nuevos a la Corte y pasaban por la cama de Catalina, tenía, tiene toda la pinta de que sí. Y luego dejan abierta la posibilidad de que Catalina y Ribas fueran cuñados, porque Catalina y Nastia eran hermanas. A mí esa teoría me convence mucho y es la que yo he desarrollado en el libro. Sirve de ejemplo para explicar la hipocresía de la vida en una corte, donde nada era lo que parecía. 

-Es algo muy actual también, como la conexión entre Putin y Potemkin… La Historia parece repetirse de alguna manera.

-De las primeras cosas que se llevaron los rusos cuando invadieron Ucrania fue el cadáver de Potemkin. Espero que al leer este libro, los lectores conozcan más la historia rusa, pero sobre todo entender los delirios de Putin, porque Putin está siguiendo el proyecto griego de Potemkin que yo cuento en la novela. De hecho, la anexión de Crimea era una de las claves fundamentales de Potemkin. 

-¿Cómo definiría a Putin?

-No sé si Putin quiere ser más Potemkin o la emperatriz, pero desde luego tiene delirios de Románov claros. Es un hombre que se creó un relato, pero aunque ese relato ha salido de una forma distinta, él no ha sabido cambiar el rumbo.

-¿Cuándo y cómo cree que terminará esta guerra?

-Al principio todo el mundo decía que iba a durar 15 días, pero tuve la intuición de que no iba a ser así porque según mi teoría Putin quiere pasar a la historia como un ensanchador de las fronteras, aunque eso conlleve morir, así que no tengo claro cuándo va a terminar esto, pero soy pesimista y creo que el fin de la guerra no va a ser inmediato. 

-¿Y qué presentimientos tiene con respecto al conflicto entre Israel y Palestina?

-Es el conflicto más emocional de la tierra y puede separarnos mucho. El pueblo judío ha sido un pueblo muy castigado y el odio a los judíos existe desde siempre, pero la situación palestina es la que es y tenemos un problema que es confundir la autoridad palestina con Hamás.

Hace 15 años empecé a trabajar en Palestina con labores humanitarias y tuve la oportunidad de ver el dolor de madres israelíes y palestinas que habían perdido a sus hijos por este conflicto. Por un lado comprendo que ambas partes pueden sentir que tienen razón, pero por otro, creo que Netanyahu es el peor enemigo de los propios israelíes. Está haciendo un daño a los judíos irreparable, porque si los terroristas son terroristas, él desde un Gobierno legítimo no puede hacer eso.

Se oyen las voces de muchos gurús que dicen tener la solución, pero yo, que soy de naturaleza prudente, tengo miedo, porque cuando nos tocan las emociones no sabemos qué puede pasar.

-Como activista y abogada está pendiente de los grandes conflictos, pero ¿qué causas le mueven en su día a día? 

-Bueno, estoy terminando un proyecto en Kenia para niñas, pero mi llegada a ‘El Español’ me ha abierto una nueva vía de ayuda que es dar espacio a las buenas causas. El periódico está muy comprometido con la defensa de los derechos humanos y con la sostenibilidad de la mano de Magas y ODS, así que ahora mi forma de ayudar es darles voz y usar mi influencia para trasladar mensajes positivos que tengan impacto.