Del revés 2 llega casi diez años después de la primera entrega. Solo esto ya es emocionante. Porque… qué maravilla que los personajes de animación no envejezcan nunca o lo hagan al antojo de sus creadores, que es lo mismo. En diez años, Riley ha cumplido solo dos y es una adolescente con todas las letras o, dicho de otra manera, con toda la amalgama de sentimientos, emociones y montaña rusa emocional que eso acarrea. Así que los guionistas de esta pequeña joya han metido en su cabeza adolescente cuatro emociones nuevas, tan de la pubertad como son la Vergüenza, la Envidia, el Aburrimiento y la Ansiedad. Imagínense a estas emociones tan aviesas departiendo sobre lo que la pobre Riley necesita con Alegría, Tristeza, Miedo, Asco e Ira. El drama está servido. Pero no drama en el sentido estricto, esto es Disney señores, evidentemente no lo es, sino porque la vida de los adolescentes es puro drama y la película lo refleja a las mil maravillas.
Del revés 2 cuenta de nuevo una crisis de Riley que ahora tiene 13 años y, durante un campamento de fin de semana de hockey sobre hielo, tratará de integrarse en otro grupo de amigas después de saber que sus más íntimas van a cambiar de instituto. Las nuevas emociones llegan a su cabeza y a su corazón como un torbellino, removiéndolo y trastocándolo todo, y Riley una vez más se sentirá perdida. La película es genial, vaya eso por delante, pero aquí la fórmula se repite demasiado con la anterior. Como Solo en casa y su secuela, como Frozen y Frozen 2, en las que todo diferente, pero es lo mismo. Aquí, las emociones se pierden y deben volver al centro de mando evitando que Riley pierda lo esencial al tiempo que el centro de mando está regido por las emociones menos cómodas. ¿Les suena verdad?
Hace mucho tiempo, quizá demasiado, que Pixar repite la fórmula con sus secuelas buscando cierta garantía de éxito. Y Del revés 2, estrenada ya en medio mundo, sin duda lo está siendo. Es buena, desternillante, divertida y tierna, te hace reír y llorar. Los adolescentes se sienten identificados y los adultos recordamos los adolescentes ansiosos, envidiosos, aburridos y vergonzosos que fuimos. Recordamos todo aquello que nos ayudó a ser lo que hoy somos. Es una gran película, pese la fórmula. Tiene, eso sí, el mismo pero que la primera entrega y es que sea la pobre Alegría la única emoción “buenrrollista” que se ve obligada a tirar del carro cuando todo se complica. Como si la perseverancia, la calma o la bondad no fueran parte de nuestra personalidad y emociones, como si con la alegría sólo bastara. De hecho, este personaje hace una hermosísima reflexión en un momento del filme cuando ve que su Riley se está haciendo mayor: “Tal vez eso pasa cuando creces… Que no sientes tanta alegría” … Y a partir de ahí, se abren las compuertas del alma, se empieza a recordar, a sentir y a llorar… Como una adolescente.