Santiago Segura siempre será 'Torrente'. Primero, por ser el padre, creador, protagonista y artífice de aquel personaje inclasificable y grimoso, uno de los hitos cinematográficos más perturbadores del cine español de los últimos 30 años y, segundo, porque con 'Torrente 2', en 2001, desbancó a la que, hasta la fecha, había sido la película más taquillera del cine español: ¿Dónde vas Alfonso XII? del año 58. Sin embargo, aquel policía obeso, salido y ordinario, decadente y patético hasta el extremo que reventó la taquilla y marcó el cine español de los 2000, "sólo" tenía un pero a nivel industria: no era para niños.

Así que, en 2019, Segura se propone hacer un cine familiar, un género inexistente en España, con el firme propósito de devolver a padres e hijos a las salas de cine y estrena con un éxito atronador 'Padre no hay más que uno'. Dado el triunfo, al año siguiente estrena 'Padre no hay más que uno 2: La llegada de la suegra' y en plena pandemia realiza la tercera entrega para estrenarla en 2022. Ahora es el turno de 'Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda' que llega con la misma expectación que las anteriores y un Santiago Segura de vuelta de la vida que se come a la prensa en las promociones y no se avergüenza de un cine que es como un gran bol de palomitas. 

Segura, el creador y protagonista de aquel personaje inclasificable y grimoso, uno de los hitos cinematográficos más perturbadores del cine español

En esta ocasión, la familia de Javier y Marisa entra en estado de shock cuando, recién cumplidos los 18 años, su hija Sara les anuncia que va a casarse con su novio, Ocho. Además, el resto de sus hijos pasan sus respectivas crisis, una porque ha hecho un anuncio y la fama la persigue, otro porque se ha hecho existencialista, una más porque no quiere que sus padres parezcan incultos ante su noviete, sin olvidarnos de la suegra que da la murga y las vecinas cotorras.

No nos engañemos: 'Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda' es una película vacía, sin sustancia, que no se toma en serio a sí misma ni medio minuto y que es muy consciente de lo que es. No pretende cambiar la historia del cine ni ofrecer otra cosa que las anteriores: hora y media de entretenimiento familiar. Te ríes, te vuelves a reír, te conmueves, te ríes más y a casa. Pero las cuartas partes en el cine nunca fueron buenas. Ni la de 'Superman' ni la de 'Batman'. Tampoco las de Santiago Segura que a medida que se afianza en la fórmula mágica de la película taquillera entra en un tedio irremediable. 

No pretende cambiar la historia del cine ni ofrecer otra cosa que las anteriores: hora y media de entretenimiento familiar

Con todo, la película vuelve a contar con un montón de actores que otorgan al conjunto una calidad interpretativa que la eleva a otra categoría empezando por Toni Costa, en el papel de anonadada esposa, y terminando por Florentino Fernández, en el de sacerdote que, oh milagro, sale bien parado, por no hablar de Leo Harlem, Silvia Abril o Carlos Iglesias. 

No será la película del verano, ni del año, ni de nuestra vida. Pero sólo a dos años de que llegue la sexta entrega de 'Torrente' y volvamos a temblar ante tan repulsivo personaje, este padre de familia atento, imaginativo, cuidadoso y enamorado es un soplo de aire fresco en una taquilla llena de acción y dramas truculentos. 'Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda' es cine de consumo rápido, chunk cinema, un cubo de nuggets de pollo, lleno de defectos, sin duda, pero… que sienta bien de vez en cuando.