Cuando en 1994 se estrenó Pulp Fiction ante la atenta mirada del mundo entero, Quentin Tarantino había dirigido y escrito ya Reservoir Dogs y había escrito el guion de Amor a quemarropa y Asesinos natos. Era un joven talentoso al que había que seguir la pista. Así que los fans del joven creador que ya le reconocían como alguien transgresor y original, esperaban con ansia su siguiente película. Pero lo que no todos esperaban es que, a sus 31 años, Tarantino fuera a abandonar minimalismo violento de Reservoir Dogs (la historia de un robo contada desde una habitación que había costado, además, 1,2 millones de dólares) en aras de una historia abigarrada, fragmentada y profundamente plástica como fue Pulp Fiction. Una película que redefiniría el thriller para siempre.
En mayo de aquel 1994 se coronó como vencedora del Festival de Cannes donde se llevó la Palma de Oro y en septiembre de ese año pudo verse en España en el Festival de San Sebastián ante una enorme expectación. La película, que se hizo con el Oscar al mejor guion original, fue un éxito rotundo: costó 8 millones de dólares y recaudó 213 en todo el mundo. Y es en ella, además, donde rubricó lo que sería su seña de identidad con un lenguaje narrativo y visual únicos, unos diálogos al límite, una violencia explícita, constantes alusiones al cine clásico y a la cultura pop, varias citas bíblicas y una particularísima idea del ser humano que no ha parado de estudiarse y analizarse desde entonces y que se repiten, casi de manera sistemática, en todas sus películas, desde Kill Bill a Érase una vez en… Hollywood.
Obra maestra indiscutible de la carrera del cineasta, Pul Fiction cuenta varias historias a lo largo de un día centradas en dos personajes, Jules y Vincent, dos asesinos a sueldo que deben encontrar un maletín. Pero lo que podría ser un thriller violento más o menos al uso, Tarantino lo convirtió en un festival de violencia y comedia narrado de manera fragmentada y con saltos en el tiempo donde, además, convergían conversaciones ágiles y socarronas, con submundos y antihéroes, verdaderas marcas de la casa del cineasta. Volvió a trabajar con Keitel (que había sido el verdadero artífice de que Reservoir Dogs viera la luz), sacó del ostracismo a un John Travolta olvidado por la industria y elevó a Samuel L. Jackson a la categoría de estrella. Y el público se volvió loco.
Para más inri, en su fantasía Pulp, Tarantino daba muestras de sus gustos personales de cinéfilo consumado al homenajear a John Woo, Sergio Leone, Martin Scorsese, el spaghetti western, el cine de kung fu y el de serie B. Y a ello añadió algunos elementos como el plano desde el interior de un maletero, los pies de mujer, el enfrentamiento mexicano en el que tres o más personajes se apuntan mutuamente, los personajes con alias, la hamburguesería Big Kahuna Burger o los cigarrillos Red Apple, que ha ido metiendo en el resto de sus películas.
El resultado fue un filme moderno y kitsch al mismo tiempo, irreverente y extremo que o se adora o se detesta. Lo que es innegable es que, con su segunda película, el director evidenció una grandeza creativa como pocas han surgido en los últimos treinta años y que construyó un monumento generacional, una de esas películas que suceden cada década. Y la de la nuestra fue Pulp Fiction.
¿Dónde verla?
Álava
Yelmo Boulevard Vitoria (Domingo y martes)
Cines Gorbeia Zinemak
Guipúzcoa
Cinesa Urbil
Vizcaya
Cinesa Max Ocio
Cinesa Zubiarte
Golem Alhondiga Bilbao
Multicines Bilbao
Cine Yelmo Megapark (Domingo y martes)