'23-F. La farsa' (Plaza y Janés) es ya un libro imprescindible para saber qué ocurrió en el golpe de estado de 1981. El periodista Carlos Fonseca, un amante de la verdad y un adicto a los hechos, escribe esta obra basada en el pormenorizado análisis de la sentencia judicial sobre lo que pasó. De dicho análisis se deduce que quedan demasiadas lagunas porque al Poder, así, en mayúsculas, le interesa que todo siga igual. El autor bucea en esos secretos y demuestra los errores clamorosos de una investigación amañada para ocultar la realidad.
¿Por qué este no es un libro más sobre el 23-F?
Porque aborda el golpe desde una perspectiva que no se había hecho. Se ha escrito muchísimo, pero este libro habla obviamente del golpe pero analiza sobre todo la investigación judicial y policial que se hizo de la asonada. Esto no se había hecho.
¿Lo que más desvela son errores?
Cuando el Tribunal Supremo me da la autorización, no espero llegar a grandes cosas, porque la instrucción es la argamasa de una sentencia y esa es conocida por todas. Pero al verlo, me voy dando cuenta de que la investigación tiene muchos agujeros. Fue muy precipitada. Como cuenta el propio juez en su resumen, la justicia militar ha de ser rápida para que sea ejemplarizante. Esa primera parte se hace en solo cuatro meses. Hay pistas, indicios y elementos que podrían haber conducido a seguir investigando otros meandros del golpe y no se hizo. Tengo la sensación de que se pretendió dar una respuesta rápida al golpe que fuera disuasoria para otras intentonas, para lo cual hubo también que acotarlo al menor número posible de personas.
Anson decía hace poco que González y compañía sí estaban con Armada. ¿Le da verosimilitud?
En el sumario no se investigó mas allá de lo que he dicho, de los protagonistas que vimos, de Tejero en el Congreso y Milans con los tanques.
La causa contiene 300 folios de transcripciones de conversaciones que se tiene desde determinados domicilio particulares. Arrancan a la una y cuarto de la mañana del día 24, siete horas después del golpe. El ministerio del Interior siempre negó que hubiera más grabaciones
¿Pero había otros conjurados?
Obviamente, pero es que no he querido hacer un libro de hipótesis y conjeturas. Odio las notas a pie y el libro tiene 300. Todo lo que digo tiene un apoyo documental. Entonces en esa investigación ni está el rey ni está Felipe, no están... En las cosas que cuenta Anson, que es él quien las desvela ahora por primera vez, dice que el rey y González estaban, que Armada les engañó a todos, que se trataba de evitar un golpe de militares franquistas...
¿Qué es lo peor que ha encontrado en su investigación? ¿El peor cabo suelto?
Hay tantos cabos sueltos... Voy a citar lo que se ha considerado la pieza básica, las intervenciones telefónicas. La causa contiene 300 folios de transcripciones de conversaciones que se tiene desde determinados domicilio particulares. Arrancan a la una y cuarto de la mañana del día 24, siete horas después del golpe. El ministerio del Interior siempre negó que hubiera más grabaciones. Sin embargo, años después Julio Camuñas, delegado del gobierno en Telefónica y que había sido subsecretario del ministerio del Interior, contó en un programa de televisión que Paco Laína, director de la seguridad del estado, le llamó para que interviniera a unos teléfonos particulares y posteriormente le llama para que interviniera los del Congreso. Teóricamente no existen esas primeras intervenciones. Resulta cuanto menos llamativo que las intervenciones telefónicas arranquen siete horas después del asalto.
¿Qué le parece que en España aun haya tanto de este caso como de otros como los Gal haya tantos años de secreto institucional?
Obviamente me parece mal porque hay muchos acontecimientos que deberían saberse. Aquí hablamos de un hecho del 81, hace 43 años... Probablemente el hecho más relevante desde que murió Franco y este país recuperó la democracia. Y, sin embargo, cualquier persona interesada sigue sin poder acceder a esta documentación. Para mí acceder ha sido sorprendente porque no se han cumplido los 50 años de la ley de patrimonio, que es sumamente restrictiva. La ley de secretos oficiales del 68 que sigue en vigor, que en la anterior legislatura hubo un anteproyecto para sustituirla pero quedó en nada... Si a eso le sumas, una ley de memoria democrática que no alcanza al periodo de la transición, resulta que tenemos un agujero muy importante en la etapa fundamental de nuestra historia.
Ha habido gobiernos de PP y de PSOE. Ninguno ha tenido la voluntad política suficiente para arrojar luz sobre este tema. Ha habido muchos debates, muchas preguntas parlamentarias, muchas proposiciones no de ley… Y, sin embargo, el gobierno de turno se ha negado siempre a facilitar más información
¿Tiene esperanzas en que se sepa todo lo que pasó?
Llevamos cuarenta años de democracia. Ha habido gobiernos de PP y de PSOE. Ninguno ha tenido la voluntad política suficiente para arrojar luz sobre este tema. Ha habido muchos debates, muchas preguntas parlamentarias, muchas proposiciones no de ley… Y, sin embargo, el gobierno de turno se ha negado siempre a facilitar más información. En octubre del año pasado, hubo tres grupos, ERC, Bildu y BNG, que presentaron otra proposición no de ley solicitando la desclasificación de toda la documentación del 23-F. No hubo ni hay voluntad de que esa información sea pública. Hay una versión oficial sobre el golpe que no se quiere modificar.. Una versión que es la verdad judicial, lo que dijo la sentencia, a la que se le da la categoría de verdad irrefutable.
¿De alguna manera cree que todo este sistema político, el edificio de la Transición, tiene cimientos de barro?
No me pondría tan dramático, no son cimientos de barro. Yo puedo entender que tiempo atrás, tras el golpe, había un temor fundado de que hubiera otros golpes. Hubo otro intento frustrado en octubre del 82. Pero ya ha pasado un tiempo suficiente para que eso ya no tenga justificación, si es que pudo tenerla, 43 años después.
Se habla de pistas sobre el Cesid y la trama civil... ¿Alguien debe pagar por ello todavía?
Las responsabilidades penales que pueda haber ya están vencidas, desde el año 2011. No es exigible responsabilidad penal por el golpe. El miedo es solo al relato, a que se sepa la identidad de posibles implicaciones.
Armada fue al Congreso para proponerse como presidente de salvación nacional. Fue autorizado por el Rey. No lo digo yo, lo dice Sabino Fernández Campo, está en el sumario, lo dice por escrito... Pero eso no sale en la sentencia
¿Y la teoría de que fue un golpe controlado por el Estado?
La teoría del golpe controlado-dirigido yo no me la creo. Esto fue un golpe de estado. Tejero entra en el golpe para intentar una junta militar. Eso no es mentira, pero otra cosa es que gente por encima tuviera unos planes distintos que no él. Armada, de hecho, no pudo dirigirse a los diputados porque Tejero lo impidió.
Cuántos errores, cuánto oscurantismo, en suma…
Hay cosas que resultan muy llamativas. Los periodistas somos previsibles. Al rey no le investigaron, usted puede pensar lo que quiera... Yo lo que digo es que Armada fue al Congreso para proponerse como presidente de salvación nacional. Fue autorizado por el Rey. No lo digo yo, lo dice Sabino Fernández Campo, está en el sumario, lo dice por escrito. En los hechos probados de la sentencia se dice que Armada fue al Congreso autorizado por el general Gabeiras, jefe del estado mayor, que a su vez lo tomó a sugerencia de Aramburu Topete, director de la guardia civil. La versión de Sabino no está en el fallo, no sale en la sentencia.