El mirador que cautivó a García Lorca, las calles que añoraba Miguel Ríos, el aire que respiraba la voz de Enrique Morente, la bandera a medio bordar que llevó a María Pineda al cadalso, el baile de Rafael Amargo o el sonido de la guitarra de Pepe Habichuela. Tras una corta visita, hoy puedo recitar el poema de Rafael Alberti al que puso música Paco Ibáñez pero nunca más decir, como dicen los versos de la balada del poeta andaluz, "nunca vi Granada".
Hasta el compositor mexicano Agustín Lara, "soñaba con Granada" aunque no la visitó hasta muchos años después de dedicarle la canción. Algo tiene Granada cuando todos la mentan: Alhambra, Albaicín, Sacromonte, Catedral y Generalife... Pero hay más.
Granada cristiana y mora donde siguen sonando los fandangos en el Sacromonte sacudido a ritmo de la zambrana, baile que llego a prohibirse "por su obscenidad". En las cuevas, escenario y vivienda, suenan palmas, palos y guitarras mientras el cante guía los pasos de los bailaores en la Cueva de los Tarantos, casi al límite del Albaicín, el barrio más antiguo de Granada y próximo al mirador de San Nicolás.
Alpujarra, naturaleza escarpada
"Graná, casi ná". A menos de una hora de la capital, la provincia oculta sorpresas como la Alpujarra a la que se llega pasando, primero, por el Mirador El suspiro del Moro, en el que Boadbil, último rey moro, ya echaba de menos la Alhambra. Después se avanza entre los Puentes de Tablate, de épocas árabe, cristiana y contemporánea para, finalmente, alcanzar al Mirador de Poqueira, desde donde se divisa el Mulhacén, el pico más alto de la península.
Con más de 50 pueblos, el turismo se concentra en Capileira, Pubión y Pampaneira, considerado el más bonito de la Alpujarra.
Allí Mercedes, "conseguidora" de una jarapa con "solera" para Antonio Gala, está al frente del único telar en el que la lanzadera y el machete crean en la urdimbre piezas únicas, al ritmo de animadas conversaciones. La conversación se torna divertida en "El secreto del jamón", dónde Pepe ofrece desde jamón de Trévelez a vino Costa o mosto, que no es otra cosa que vino del terreno.
En cualquiera de las fuentes de la Alcarria el agua surge clara, pero a la de Pampaneira se le atribuye la propiedad de ayudar a buscar pareja. Las más conocidas son las de Lanjarón que con su balneario, al que acudían Falla, Lorca o Kent, se convirtió en la primera atracción turística. Las más sorprendentes, las ferruginosas que emanan con gas de los caños del manantial de Portugos.
Lejos de los turistas vive Capilerilla, pura esencia alpujarreña donde viven menos 20 habitantes. Blancos "tinaos", protegen sus casas de tejados de pizarra soportados a su vez por vigas de castaño y cubiertos de launa entre los que sobresalen chimeneas blancas. Pocos y tan bien avenidos vecinos, que pagan no dudan en pagar un seguro que cubra los daños que un viejo álamo pueda causar en una de sus viviendas.
Gerald Brenan, quien mostró en su libro "Al Sur de Granada" su atracción por la comarca, no llegó a conocer el actual Soportujar, donde conviven budas y brujas. Los primeros llegaron en los 80 con el centro budista al que llevaron a Osel, un niño nacido en Bubión y convertido en la reencarnación del lama fundador. Las segundas, que desde hace años ocupan balcones, soportales y rincones varios, son la apuesta de un alcalde por convertir en reclamo las leyendas de meigas y aquelarres que, tras la expulsión de los moriscos, llevaron los pobladores del norte.
Blancas casas diseminadas en pequeños pueblos como Pitres, a 1.200 metros de altitud y hermanado con Motril desde donde llegaron el faro y dos botes que han colmado el deseo de los habitantes de tener un puerto y un Paseo Marítimo.
Pueblo tras pueblo, la Alpujarra toma posiciones en la falda sur de Sierra Nevada ofreciendo infinitas posibilidades de realizar senderismo.
Geoparque, un capricho natural
Desconocido pese a ser uno de los más grandes de Europa y a albergar uno de los mejores centros de investigación paleontológica con fósiles de grandes mamíferos del Cuaternario, es un inmenso plató de cine por el que ha paseado Indiana Jones. Inabarcables rutas en 4x4, bicicleta, senderismo, barranquismo, escalada son algunas de las sorpresas ocultas en sus casi 5.000 km2 en los que se incluyen 47 municipios; uno de ellos Guadix, el barrio europeo con mayor concentración de casas cueva y entrada al Geoparque.
A finales del XVIII la población decidió devolver a las cuevas el uso para el que habían sido excavadas siglos antes. Otras se fueron añadiendo hasta los años 50 cuando los "picaores" hicieron su último trabajo creando maravillas como la Cueva de José, que puede visitarse de camino al mirador del Padre Poveda.
Inhóspito a veces, siempre singular. El paisaje del Geoparque con un enorme embalse central, atravesado por ríos, cárcavas espectaculares, barrancos, badlands, poblado de árboles en ocasiones, ralo en otras es un compendio de todos los periodos geológicos que puede, en un instante, transportarnos al Gran Cañón, Capadocia, al desierto, a la mismísima luna, al más azul de los mares o al oeste americano.
En las pozas termales de La Raja de Alicún la temperatura del agua llega a 30 grados: chapuzón gratis en un agua con propiedades mineromedicinales y en plena naturaleza. Otra de las sorpresas en Alicún es La Acequia del Toril, un acueducto natural, único en el mundo, con travertinos de más de 10 metros de altura formados por carbono cálcico. Teniendo en cuenta que el crecimiento son tres milímetros anuales, hablamos de un muro de 25.000 años.
Otros "jovenzuelos" del Neolítico y la Edad de Bronce son los dólmenes de Gorafe que constituyen la concentración más grande de Europa y son las representaciones funerarias mejor conservadas de la península.
Por más que este parque sea desconocido hay joyas que no se pueden ocultar, como el Embalse de Negratín en cuyas aguas se mira el Pico Jabalcón, riberas sonrosadas de curiosos relieves, chimeneas de hadas y agua azul, en la que se permite el baño y actividades acuáticas.
Incrédulos ojos miran el paisaje desde El Mirador de Chirlata donde se cruzan diversas rutas que se acercan al Observatorio astronómico para contar las estrellas.
Cómo llegar
Sin duda el avión. Vueling, que une todo el año Bilbao y Granada con un vuelo directo de 1 hora y 35 minutos, dispone en invierno de un vuelo semanal cada domingo y aumenta la frecuencia en verano. La aerolínea tiene en la capital vizcaína la segunda base más importante de España con 32 rutas operativas, 16 domésticas y 16 internacionales.