‘¡Lumière! La aventura continúa’
En 2016, ante una gran expectación —porque en Francia hacen muy bien en reivindicar una de sus mayores aportaciones a la historia, el cinematógrafo— se estrenaba ¡Lumière! Comienza la Aventura, un documental maravilloso sobre la invención de los hermanos Lumière a través del cual pudimos ver 108 de sus películas perfectamente restauradas.
Hemos tenido que esperar nueve años para ver otro centenar de cintas que confirman que los inicios de lo que Ricciotto Canudo bautizó como el séptimo arte, nunca tuvieron que ver con el arte. Y que la vocación de los padres de la era audiovisual fue el somero registro de la realidad. Y que el cine nació con esa única intención.
El resultado es un documental exquisito y luminoso, una impecable lección de historia llena de belleza hipnótica que te deja obnubilado, lo que viene a confirmar el poético “fracaso” de los hermanos que, si bien querían ser lo más pragmáticos posibles, hoy nos sumergen en un mundo mágico que nos invita a soñar. Una extrañísima y hermosa paradoja.
La vida ante nosotros (Nils Tavernier, Emmanuel Mathieu)
Esta coproducción belga-francesa basada en hechos reales y con inevitables ecos de Ana Frank, cuenta la historia de una familia judía en el París de 1942 que contempla cómo la tensión y las redadas contra los ciudadanos de su raza van aumentando cada día. Han pasados dos años desde la ocupación nazi y el terror a ser deportados o asesinados como tantos otros judíos es cada vez mayor.
Eso empuja a los Zylbersztejn, un matrimonio y su hija de 13 años, a ocultarse. Pero el único lugar donde encuentran refugio es una buhardilla de seis metros cuadrados. Ese será todo el mundo en que se muevan sin saber hasta cuándo. Este bellísimo relato sobre la familia, el sacrificio, la abnegación, el miedo y el valor conmoverá a los amantes de este cine, que son muchos, y que se verán sorprendidos por las conmovedoras interpretaciones del trío protagonista.
La vida ante nosotros es más que “otra película sobre el Holocausto”, es un canto a la esperanza, una película que reivindica que la belleza de la vida radica en esos detalles que nos invitan a aferrarnos a ella.
Las chicas del balcón (Noémie Merlant)
La comedia de terror es un género complicado. No todas son El jovencito Frankenstein, Pesadilla antes de Navidad o The Rocky Horror Picture Show. Combinar una premisa casi siempre realista con el terror es difícil porque a partir de ese punto en que la comedia se convierte en horror, mantener el equilibrio es complicado. Y eso le pasa a Las chicas del balcón…
La cinta cuenta la historia de tres amigas que viven en Marsella y que se divierten contemplando a su exuberante vecino de enfrente. Una noche las invita a acompañarle. Son jóvenes, son guapos, son vecinos… Por qué no. Pero de pronto, lo que parecía una noche de copas se convierte en un relato sangriento y pesadillesco en el que todo se precipita y se va de madre.
Hay más risas que sangre, hay más risas que miedo. Tiene algo, sin duda. Unas actrices poderosas y un montaje vibrante. Pero todo se desparrama. Y lo que podría haber sido una historia estimulante se convierte en un hilarante juego de gritos y despiporre que cae en el peor de los pecados del género… Y es que no te la crees.
A toda máquina (Lucas Bernard)
La comedia romántica francesa es un pequeño regalo que nos da la cartelera de vez en cuando. No esperamos ser sorprendidos, no esperamos que revolucione el cine ni el género. Sólo esperamos un cine entretenido, divertido y tierno casi que 'A toda máquina' encarna a la perfección. Y eso que todo es previsible. Pero nos da igual.
Cuenta la historia de amor que nace entre una oficial de submarinos y un sobrecargo que se conocen en tierra y que, frente a todo pronóstico, se enamoran. A partir de ese momento, el devenir de la relación entre ambos dentro del submarino —que para empezar, subvierte los roles de género— será un ir y venir de momentos desternillantes.
Algo que es posible gracias a la compenetración, casi milimétrica, entre su pareja protagonista, Pio Marmaï y Eye Haidara, que bordan sus papeles. El resultado es una comedia fresca y viva en el que todo parece fluir a la perfección. Una sencilla hora y media de adorable cine francés.