Karate Kid, la saga agotada

Karate Kid, nuestra Karate Kid, la de 1984, la que fue generacional y fabulosa, tuvo un remake infame en 2010 en la que el señor Miyagi era un sobreactuado Jackie Chan, ojo, y el que hacía del nuevo Daniel Larusso era el peor actor del universo, Jaden Smith, hijo de Will. No seremos exhaustivos, pero dejémoslo en que la película era mala. Muy mala. 

Aquella historia llegó 16 años después de la última entrega de la saga original, cuatro películas interpretadas por nuestro Miyagi original, Pat Morita, junto a Ralph Maccio en las tres primeras y en la cuarta junto a Hilary Swank.

El batacazo que se pegó la película de Chan y Smith fue tan morrocotudo que parecía que la saga estaba acabada. Una saga que, no nos engañemos, tampoco tendría que haberse alargado en los años 80, pues después de la magnífica primera película, la segunda fue un poco previsible, la tercera bastante regular y de la cuarta mejor ni hablar. El caso es que la de 1984, la de siempre, es la única gran película de Karate Kid.

Por eso, cuando en 2018 Sony Pictures y YouTube volvieron sobre sus personajes, nadie depositó en ella ni media esperanza. Pero, ¿qué nos encontramos? Un reencuentro épico, el de Daniel Larusso, aquel novato patán, y Johnny Lawrence, aquel pijo violento, después de la final épica en que el primero venció, al fin, al segundo.

El caso es que la de 1984, la de siempre, es la única gran película de Karate Kid

Solo que ahora, Larusso es un vendedor de coches forrado y el Lawrence un bebedor que está solo, amargado y en paro. Y lo que más le pica a éste último es que todo el devenir de su penosa vida, de su caída en picado, empezó con aquella patada de Larusso que le tumbó definitivamente. 

La serie empezó muy arriba, las subtramas que fueron surgiendo en torno al reencuentro de estos dos personajes que se siguen despreciando después de tres décadas, eran divertidas, unas, violentas, otras y casi todas interesantes, con los hijos de ambos entrando y saliendo del drama.

Y la serie fue tal pelotazo que Netflix se sumó a la fiesta y la serie se fue al garete. Y eso que la segunda temporada, no estuvo mal, pero a partir de la tercera, la ida de olla de sus creadores ha ido in crescendo hasta límites inenarrables. Cobra Kai empezó siendo buenísima y acabó siendo muy, muy mala.

Pero no contentos con esto, Columbia ha querido unir todos estos universos y hacer un totum revolutum en el que se encuentran Jackie Chan, que en su Karate Kid se llamaba Mr. Han, con Ralph Maccio, el ya sesentón Daniel Larusso que no tiene agilidad ni magnetismo suficiente para seguir arreando patadas como cuando tenía 20 años. 

Ralph Maccio, el ya sesentón Daniel Larusso, ya no tiene agilidad ni magnetismo suficiente para seguir arreando patadas como cuando tenía 20 años

En esta nueva entrega nos vamos a encontrar de nuevo a un adolescente apesadumbrado, a unos abusones repulsivos, a un maestro como única esperanza del chaval y a nuestro Daniel Larusso como garante de la estabilidad emocional y vital del Valle, como el último de los justos que solo arrea patada -porque el karate lo es todo- cuando es estrictamente necesario. 

Lo que es innecesario es esta vuelta de tuerca sobre una historia absolutamente agotada que guiña el ojo al espectador de siempre en demasiadas ocasiones, con demasiadas obviedades. Karate Kid tiene un magnetismo especial, sin duda. Y precisamente por eso, porque seguimos adorando aquella película única, muchos estamos deseando que, por favor, de una vez, se acabe.