Podría decirse que Ethereum, siempre con permiso de Bitcóin, es el centro de atención de la industria blockchain en cuanto a desarrollo se refiere. Una plataforma descentralizada y programable que el resto puede usar para crear en ella nuevas aplicaciones. Su concepto original va mucho más allá de ser una moneda (ETH), y su protocolo tiene el propósito de estar en constante funcionamiento, ininterrumpidamente, y a la vez ser inmutable.

La máquina virtual de Ethereum (EVM) es una gran estructura de datos, un ecosistema capaz de ejecutar código o almacenar memoria y que permite operar DApps (aplicaciones descentralizadas) y contratos inteligentes mediante el uso de Solidity, su lenguaje de programación. Es como un gran ordenador de uso público sobre el que cualquiera puede crear distintas herramientas y funcionalidades.

Ocupa el segundo puesto, pero va a la cabeza

Con más de ciento cuarenta mil millones de dólares de capitalización, Ethereum se encuadra en la segunda posición de todo el mercado criptográfico a día de hoy. Sin embargo, su protocolo cuenta con más desarrolladores que ningún otro y no hay ninguna red, ni siquiera la de Bitcóin, que mueva más transacciones.

La creación de un estándar como el ERC-20 en 2015 supuso en su momento facilitar la hasta entonces compleja tarea de la creación de un token a través de una estructura de datos ya preestablecida. Rápidamente, los ERC-20 se convirtieron en los más utilizados del mundo cripto, sirvieron de revulsivo para la blockchain, y también para la creación masiva de las ICO. En la actualidad hay más de 354.000 tokens, una cifra que seguirá aumentando y que puede puede consultarse en cualquier momento desde Etherscan. Por supuesto, no todos son proyectos ni tienen valor por sí mismos. Cualquiera puede crear su propio token solo con la intención de experimentar y aprender. 

El éxito saca a relucir su punto más débil

Es precisamente su aceptación generalizada la que ha puesto de manifiesto su gran talón de aquiles, la escalabilidad. Ya pasó por serios problemas con la fiebre de los CryptoKitties a finales de 2017 y, recientemente de nuevo, pero con un mayor impacto aún, por el auge de las DEFI (finanzas descentralizadas) en el verano de 2020.

Ethereum tiene serios problemas de escalabilidad, lo que significa que su estructura encuentra dificultades cuando hay más demanda de lo que soporta su red, y entonces esta colapsa porque no es capaz de procesar todas las transacciones que recibe.

La congestión de la red, que solo permite entre 15 y 30 transacciones por segundo, tiene como consecuencia un aumento, a veces dramático, en las tarifas de Gas (comisiones) para el usuario. Como ejemplo extremo, tenemos una transacción que se hizo famosa en junio de 2020. Una persona pagó más de 2 millones dólares en comisiones (10.666 ETH) por una transacción de 133 dólares, lo que en ese momento equivalía a poco más de medio ETH. Su identidad no se conoce, y hay muchas hipótesis al respecto, como una operación de blanqueo o que se tratara de un simple error. Hasta el momento es la mayor comisión por una transacción en la red, pero no el primer ni el único caso.

Gas, el combustible de la red de Ethereum

Las tarifas de Gas se pagan en la moneda nativa de Ethereum, el éter (ETH). Sus precios se indican en Gwei, donde cada Gwei es igual a 0.000000001 ETH (10 -9 ETH). En realidad el Gas se refiere a la unidad que mide la cantidad de esfuerzo computacional requerido para ejecutar operaciones en la red Ethereum. Dado que cada transacción requiere recursos computacionales para ejecutarse, todas van a requerir una tarifa. El Gas determinado, por tanto, será indispensable para que se resuelvan con éxito. Además, las tarifas de Gas ayudan a la seguridad de la red, puesto que, al exigir una tarifa por cada cálculo ejecutado, se evita el envío de spam o se dificultan posibles ataques DDoS. Por último, a través del Gas de las transacciones también se recompensa a los mineros.

Hacia un inevitable Ethereum 2.0

Con las condiciones actuales, es urgente una solución al problema que lleva intentando abordarse desde 2014. Vitalik Buterin ya lo dijo entonces: "Resolveremos los problemas de escalabilidad y consenso o moriremos en el intento". Por lo pronto, a los usuarios les queda ver cómo avanza ETH2, de momento en su fase más inicial, que pretende escalar con este nuevo modelo hasta las 100.000 transacciones por segundo, aunque para ello queda un largo camino.

La 'Beacon Chain' o fase 0 en la que está ahora el proyecto desde el mes de diciembre es en realidad una fase de desarrollo y de pruebas. Con 'Sharding', en la siguiente actualización, se producirá el momento crucial en el que la plataforma dejará la prueba de trabajo (POW) y serán sus validadores de prueba de participación (POS) quienes validen las transacciones. Ahora, pese a que los usuarios ya se pueden bloquear sus ETH, la red sigue dependiendo todavía de los mineros. En esta fase, prevista para este 2021 y según la documentación de ethereum.org, la cadena se fragmentará distribuyendo la carga de la red en 64 nuevas cadenas. Además, permitirá ejecutar Ethereum en un portátil o en un teléfono, por lo que aumentará la fragmentación y a su vez también la seguridad al contar con una red más descentralizada. 

Los desarrolladores y el propio Vitalik Buterin están confiados en que aumente considerablemente la potencia de validación y, con ello, el número de transacciones por segundo que soporta la red. El bloque génesis de 'Beacon Chain' fue minado el 1 de diciembre de 2020 sin ningún contratiempo, y hasta el momento la prueba de participación ha superado los 2,5 millones de dólares bloqueados.

Ethereum solventará sus problemas, pero... ¿cuándo?

Hablamos de uno de los principales motores de la industria, y muchos proyectos han logrado avanzar más rápido gracias precisamente a su desarrollo. Al ERC-20 también habría que sumar los ERC-721 o NTFs (tokens no fungibles), que tienen como mayor propiedad ser únicos y exclusivos y que, si los extrapolamos al mundo real, podrán representar propiedades físicas como las viviendas o cualquier título exclusivo. También están los ERC-725 y ERC-735, que serán claves de identidad personal, y hay muchos más.

Ethereum cuenta con un ecosistema a sus espaldas que le hace estar, incluyendo los inconvenientes, en una posición muy favorable. Pese a que ya existen otros proyectos que pueden hacerle la competencia y que son escalables en la actualidad, los denominados (por sus adeptos) 'Ethereum killers' aún tienen mucho terreno por delante para lograr desbancarlo. Todo es posible en un mundo tecnológico en el que mañana es tarde, pero si las expectativas de los desarrolladores de Ethereum se cumplen, que pocos lo dudan, es más que probable que no abandone su posición predominante. El problema, en cualquier caso, no es si van a cumplir lo que se proponen, sino cuándo. La tarea que Ethereum tiene por delante es de mucha complejidad, y este tipo de desarrollos normalmente sufren retrasos inesperados, por lo que no será una sorpresa que sus competidores aprovechen el momento para llevarse, por lo menos, una parte jugosa del pastel.